La ola de inestabilidad en Medio Oriente sigue creciendo. En Bahrein ya hay dos muertos por protestas contra el régimen, algo sustantivo teniendo en cuenta su ínfima población (un millón de habitantes). También las protestas siguen en Yemen, un país en el límite del Estado fallido, con movimientos armados en el norte y el sur, más el peligro de Al Qaeda, que lo ha convertido en su principal base de actuación, tras la persecución que sufren en la frontera afgana-pakistaní.
Pero ahora la atención parece trasladarse hacia Irán, donde el lunes se realizó una protesta que dejó como saldo dos muertos. Las chances de que una revolución prospere allí son ínfimas, por el poder de fuego del gobierno y los guardianes de la revolución. Pero silenciar a la oposición causa dolores de cabeza, los mismos de 2009, con las marchas en protesta por unas elecciones sospechadas de fraude.
