Las revueltas en el mundo árabe, que estallaron tras el desesperado acto de un joven tunecino llamado Mohamed Bouazizi el pasado 17 de diciembre de 2010, han agitado notablemente el panorama político, económico y social de estos países. Paralelamente ha aumentado también en las calles de las principales ciudades, como El Cairo, Trípoli, Túnez, Gaza o Ammán, el número de grafitis en sus paredes. “Una revolución joven con un modo de expresión acorde. Como un muro de Facebook en la calle”, explica desde la capital egipcia a LaVanguardia.com la fotoperiodista sueca Mia Gröndahl, autora de diferentes compendios acerca del street art en diferentes ciudades árabes.
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El ministro de Defensa israelí cree injustificada la Flotilla humanitaria a Gaza
El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, cree que la II Flotilla de la Libertad es una simple provocación. “La prueba es clara. No hay ninguna crisis humanitaria en Gaza”, ha subrayado el ministro, citado por ‘Haaretz’. “Si los organizadores de la flotilla de Gaza fueran sensibles con el sufrimiento humano, redirigían sus esfuerzos a la inmediata liberación de Gilad Shalit”, ha añadido en referencia al soldado israelí capturado por insurgentes gazacíes hace cinco años.
Dura respuesta de la embajada de Israel a los dichos de D’Elía
El embajador israelí, Daniel Gazit, rechazó ayer declaraciones del líder piquetero Luis D’Elía sobre los atentados contra la AMIA y la Embajada de ese país en la Argentina y dijo que sus palabras están en sintonía con el pensamiento del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad. “Las palabras del señor D’Elía se inscriben en la misma línea que sostiene su mentor Ahmadinejad, que niega el Holocausto e insinúa que Estados Unidos está detrás de los atentados de las Torres Gemelas”, expresó Gazit a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
La orden de prisión contra Gadafi afianza la Justicia internacional
La orden de captura dictada por la Corte Penal Internacional contra el dictador libio Moamar Gadafi -42 años en el poder- tiene consecuencias que van más allá del caso concreto de la rebelión popular libia y su sangrienta represión. Porque afianza institucionalmente un tribunal para entender en casos de genocidio y crímenes de lesa humanidad que hoy es todavía objeto de polémica. Y sin duda, es mucho mejor que la pretensión -al estilo Baltasar Garzón- de que cada país se sienta con jurisdicción para juzgar a extranjeros por hechos ocurridos fuera de su territorio.