Un gasoducto egipcio que abastece a Israel y Jordania sufrió un atentado con bomba ayer, en la península del Sinaí, el tercero de ese tipo desde febrero. El gasoducto fue saboteado con explosivos e inicialmente se pudieron observar grandes llamaradas. No hubo víctimas, pero se interrumpió el abastecimiento de gas hacia esos dos países vecinos de Egipto.
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Detienen a barco con ayuda a Gaza
Un barco canadiense de la flotilla que busca ir a Gaza con ayuda humanitaria fue interceptado diez minutos después de zarpar de Creta, por los guardacostas griegos, indicó una organizadora del grupo. El barco “Tahrir”, con unas cuarenta personas a bordo, fue interceptado por “guardacostas armados unos diez minutos después de su partida”, indicó la portavoz Huwaida Arraf.
La indignación por Palestina de Stéphane Hessel
El semianarquista nonagenario franco-alemán Stéphane Hessel tiene muchos motivos para estar indignado. Como sobreviviente del Holocausto, debe causarle indignación contemplar la supervivencia del neonazismo, incluso en Francia y en Alemania. Como uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debe indignarlo seriamente la persistente y ubicua violación de esos derechos en grandes porciones del globo. Como ex embajador de Francia ante las Naciones Unidas en Ginebra, debe hallar indignante la degradación institucional de ese foro multilateral. Y sin embargo, no hallaremos demasiadas referencias a esas cuestiones en su panfleto ¡Indígnate!, el cual movilizó a más de un millón de jóvenes en España, Grecia y otras partes de Europa. Actualmente mi principal indignación, anuncia el autor del ahora universalmente famoso texto, concierne a Palestina, la franja de Gaza, Cisjordania.
La mano de Siria
El magnicidio es moneda corriente en el Líbano contemporáneo. En el ejercicio de sus funciones o tras haber abandonado el cargo, varios presidentes, jefes de Gobierno, ministros y líderes religiosos o comunitarios han muerto en los últimos lustros en el país de los cedros acribillados o reventados por una explosión. Entre ellos, Kamal Jumblat, Bashir Gemayel, Rachid Karame, René Moawad, Hasan Jaled, Eli Hubeica, Pierre Gemayel y, por supuesto, Rafik Hariri. La Siria de la familia Asad -convulsionada hoy por una revuelta democrática que el régimen aplasta brutalmente- ha sido el sospechoso habitual en no pocos de estos magnicidios. Lo fue en el caso del presidente Bashir Gemayel (1982), un cristiano maronita, y volvió a serlo en el del entonces ex primer ministro Rafik Hariri (2005), un musulmán suní. En ambos casos, los dirigentes asesinados se oponían con firmeza al protectorado sobre Líbano que imponía Siria.