Cuando yo fui diputado, en la primera legislatura siguiente a la dictadura, los “grupos parlamentarios de amistad” entre diversos estados eran muy pocos y la existencia misma de esos grupos no era bien conocida ni comprendida en el propio ámbito parlamentario. Más allá del estrecho círculo de los legisladores con vocación por los temas internacionales, los “grupos de amistad” podían parecer una pérdida de tiempo o, en el peor de los casos, una forma apenas disimulada de “lobby” en pro de los intereses de estados extranjeros -no necesariamente coincidentes con los intereses nacionales uruguayos- a cambio de beneficios personales (viajes, contactos profesionales o comerciales, etc.).
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Caminar siempre atrás de una utopía
Desde mi única e inolvidable visita a Israel, no he hecho otra cosa que relatarle a todo mi entorno la riqueza de la experiencia y el compromiso asumido conmigo mismo de volver. Volver sí, pero en la próxima oportunidad, acompañado por toda mi familia para que ellos también, y yo junto a ellos, tengamos la oportunidad de compartir tan lindas vivencias, de respirar historia compartida, de abrazar filosofías comunes.
Publicista Diego Lev: ´la posibilidad diaria de crear y de solucionar problemas de comunicación con buenas ideas es un desafió que me apasiona y disfruto`
La vida y la muerte van de la mano de nuestra lengua, en definitiva de nuestras palabras, decía el rey Salomón en el bíblico libro de Proverbios. Dar vida, en definitiva, es crear. Y ese es el camino que para su vida eligió el publicista y artista plástico Diego Lev de 34 años de edad: crear a través de la palabra y de la imagen. Con su compañero de aventuras, el también publicista Felipe Pipe Stein, decidieron hace diez años embarcarse en un nuevo desafío al que decidieron llamar Notable Publicidad. Hoy, una década después, es momento de balance, reflexión y proyección al futuro para ambos publicistas, y también una oportunidad para conocer más sobre Lev, un apasionado de su trabajo pero también del judaísmo.
Ejemplo de perseverancia nacional
Habían caminado tanto, pero tanto, que no podían siquiera descifrar si su andar era consecuencia de sus piernas o de su psiquis; o, en otras palabras, si estaban allí parados porque respiraban o porque sabían que debían respirar si es que querían contarle el cuento a sus nietos. Era, sencillamente, decidir entre la voluntad o la muerte de toda una comunidad.