1.700 años de presencia judía en Alemania

12/Abr/2021

La Vanguardia, España- por María-Paz López

La Vanguardia, España- por María-Paz López

En el año 321 en Colonia Claudia Ara Agrippinensium, embrión de la actual ciudad alemana de Colonia, las autoridades querían reparar un puente en ruinas, pero no tenían dinero suficiente. El emperador romano Constantino, informado del asunto, emitió entonces un edicto. Este documento es el más antiguo testimonio escrito que se conoce sobre presencia judía en Alemania, y es por tanto la espoleta de la celebración de 1.700 años de desarrollo vital, cultural y religioso de los judíos en este territorio, con épocas de opresión pero también de esplendor, brutalmente marcado por el Holocausto de los nazis en el siglo XX. Crédito foto: AFP

El aniversario busca hacer visibles a los judíos en la sociedad alemana en tiempos de más antisemitismo

En el año 321 en Colonia Claudia Ara Agrippinensium, embrión de la actual ciudad alemana de Colonia, las autoridades querían reparar un puente en ruinas, pero no tenían dinero suficiente. Un judío del lugar llamado Isaac ofreció financiación, pero para ello debía ostentar un cargo municipal. El emperador romano Constantino, informado del asunto, emitió entonces un edicto: “Por ley válida en todo el imperio, se autoriza a todos los consejos municipales a emplear a judíos en el consejo”. Este documento es el más antiguo testimonio escrito que se conoce sobre presencia judía en Alemania, y es por tanto la espoleta de la celebración de 1.700 años de desarrollo vital, cultural y religioso de los judíos en este territorio, con épocas de opresión pero también de esplendor, brutalmente marcado por el Holocausto de los nazis en el siglo XX.

Pero sus organizadores deliberadamente no han colocado el Holocausto como elemento central del programa conmemorativo. “Queremos contrarrestar un pasado difícil y trágico con algo positivo, y nuestra estrategia es emprender un nuevo enfoque; queremos atraer a un segmento de la sociedad lo más amplio posible y crear un fácil acceso a la cultura judía”, explicó Andrei Kovacs, director ejecutivo de la asociación 2021 Jüdisches Leben in Deutschland, en un reciente encuentro con corresponsales extranjeros. Esta asociación, creada por judíos y no judíos –incluido el Gobierno del land de Renania del Norte-Westfalia–, coordina los actos a escala federal.

Kovacs, músico y empresario de 46 años, reside en Colonia y llegó a Alemania con sus padres cuando tenía 3 años desde su Rumanía natal, pero su origen es húngaro. Sus abuelos paternos sobrevivieron al campo de concentración de Bergen-Belsen, y los maternos, al gueto de Budapest. Con todo, sus padres decidieron emigrar a Alemania. “Antes en casa teníamos siempre la maleta hecha, por si había que irse deprisa; ahora aún la tenemos, pero vacía”, relata Kovacs.

“El antijudaísmo y el antisemitismo han existido estos 1.700 años y existen aún, pero también queremos mostrar cómo los judíos han contribuido a la sociedad; mostrar una historia compartida de judíos y no judíos en Alemania, un presente compartido, y un futuro –arguye Kovacs–. Para ese futuro, es importante pasar tiempo juntos, conocerse, porque en tiempos de más antisemitismo, es importante hacer visible la vida judía en este país”.

La pandemia ha impactado en el programa, por lo que, de momento, el grueso del millar de actividades previstas (conciertos, exposiciones, teatro, películas, encuentros gastronómicos…) fluye vía digital, con la esperanza de poder celebrar actos presenciales en los próximos meses.

Como una antesala, en agosto del 2020 se inauguró en el Museo Judío de Berlín –zigzagueante e icónico edificio erigido en el 2001 por el arquitecto estadounidense Daniel Libeskind– una nueva exposición permanente titulada Vida judía en Alemania: pasado y presente, que reorientó el enfoque. En efecto, la muestra –visible en parte vía internet– se centra más en la interacción de los judíos con su entorno no judío, y en la divulgación de la cultura y religión hebreas de estos 1.700 años, y ya no en el Holocausto como elemento definitorio final.

Pero el genocidio infligido es un horror arduo de procesar. En 1933, fecha de la llegada de Hitler al poder, había en Alemania medio millón de judíos, de los cuales la mitad logró huir a tiempo del país. Al acabar la guerra, quedaban apenas 30.000. Ahora, en este país de 83 millones de habitantes viven unos 225.000 judíos, si bien solo 95.000 son miembros de sinagogas. Las comunidades más numerosas son las de Berlín, Munich y Frankfurt.

El crecimiento está vinculado al colapso de la Unión Soviética. Una ley alemana de 1991 abrió las puertas de la emigración a Alemania a judíos de países de la antigua URSS. Entre ese año y el 2005 llegaron unas 210.000 personas, sobre todo de Rusia y Ucrania. A partir del 2010 empezaron a llegar también israelíes, sobre todo a Berlín, convertida en imán para el talento tecnológico.

Es el caso de Mali Baum, directora y fundadora de la incubadora de start-ups WLounge Ecosystem, que hace siete años se mudó a Berlín con marido e hijos desde Tel Aviv. Parte de sus ancestros son alemanes, y la otra parte, húngaros. “Mi abuelo sufrió trabajos forzados en el campo de Sachsenhausen trabajando para Siemens, y hoy yo estoy trabajando con Siemens; no quiero ser demasiado positiva, porque no debemos olvidar lo que nuestros abuelos padecieron, pero creo que cuanto hago en los negocios contribuye a crear puentes entre Alemania e Israel”, razonó Baum en un acto germano-israelí el pasado martes por el Yom Hashoá, el día del Holocausto en Israel.

“En mi empresa son todos alemanes –prosigue Baum–; cuando sale el tema de lo judío, siempre dicen que no recibieron la suficiente educación. ¡Y es gente de entre 30 y 40 años! Dicen también que, en realidad, nunca habían conocido a una persona judía hasta que llegué yo”.

De hecho, por ese motivo, en el 2020 el Consejo Central de Judíos en Alemania lanzó el proyecto Meet a Jew (así en inglés; conoce a un judío), cuyos 300 voluntarios van a hablar sobre ser judíos a escuelas, clubs, universidades y asociaciones, encuentros que ahora se hacen vía digital debido al coronavirus. “Muchos judíos quieren la normalización de su percepción pública; quieren que el judaísmo sea percibido más allá de los titulares de prensa sobre incidentes antisemitas”, dice Mascha Schmerling, coordinadora del proyecto en Hamburgo.

Pero el antisemitismo sigue muy presente. En el estudio del 2020 Dinámicas autoritarias: antiguos resentimientos, nueva radicalización de la Universidad de Leipzig, el 10,2% de los encuestados se declaró de acuerdo con la frase: “Incluso hoy la influencia de los judíos es demasiado grande”; y el 24,6% dijo estar parcialmente de acuerdo. Esta frase se considera típica del antisemitismo clásico , y otros estudios recientes señalan que en torno al 20-23% de la sociedad alemana comparte en distintos grados esa creencia. Existe también un antisemitismo enmascarado como si fuera crítica a la política de Israel.

Todo ello tiene su traslación a la vida cotidiana de los judíos. Según una reciente respuesta parlamentaria del Gobierno alemán, en el 2020 se registraron 2.275 delitos de carácter antisemita: delitos de odio verbal, ataques físicos a personas, o daños a la propiedad, lo que supone un aumento del 12% respecto al año anterior, y la cifra más alta desde el 2001. Expertos de la Universidad de Potsdam atribuyen a las manifestaciones de ultraderechistas, antivacunas y conspiranoicos contra las reglas antivirus una renovada propagación de prejuicios antijudíos.

Pero el suceso más grave en decenios ocurrió el 9 de octubre del 2019, cuando un neonazi atacó la sinagoga de la ciudad de Halle mientras en su interior una cincuentena de personas celebraban Yom Kippur. Furioso por no poder traspasar la pesada puerta, el pistolero mató a una transeúnte y a un camarero de un kebab.

“En mi círculo se habla de la situación actual, de ir con cuidado, de tener los ojos abiertos; pero quizá no se habla tanto en público –apunta la israelí Mali Baum–. Es hora de que los alemanes hablen más de esto en público, para que se aseguren de que la gente judía en Alemania está a salvo”.

El programa del aniversario emplaza a los alemanes no judíos a reflexionar. Así lo dijo el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, en la inauguración el pasado 21 de febrero, en un acto en la sinagoga de Colonia sin público por el coronavirus. “Ya sea en filosofía, literatura, arte, música, ciencia, medicina o negocios, los judíos han sido fundamentales para escribir y dar forma a nuestra historia e iluminar nuestra cultura”, glosó Steinmeier, quien definió los 1.700 años de los judíos en Alemania como una “historia de emancipación y prosperidad, pero también de humillación, exclusión y privación de derechos”. El presidente evocó la persecución y el Holocausto, alertó contra el antisemitismo y llamó a sus compatriotas a proyectar “una mirada honesta” sobre la historia judía de Alemania.

Este país es elogiado con razón por cómo autoridades y sociedad civil cultivan la memoria histórica, y por sus condenas oficiales al antisemitismo. Sin embargo, el foco en el horrible pasado opaca a veces el esfuerzo de judíos que se sienten alemanes por definirse a sí mismos en el presente.