¿Cómo se convierte una persona en terrorista?

18/Ago/2014

Infobae, Darío Mizrahi

¿Cómo se convierte una persona en terrorista?

El mundo se espanta ante
la violencia del Estado Islámico en Irak. Las causas de que alguien pueda pasar
de ciudadano común a asesino capaz de los peores horrores

Mohamed Elomar, el
terrorista australiano que se unió al Estado IslámicoMohamed Elomar, el terrorista
australiano que se unió al Estado IslámicoCrédito: @UZarqawi

“En los años ’70 el
terrorismo que se conocía en el mundo árabe islámico tenía características que
podríamos denominar ‘de terrorismo reivindicativo’. Pero a partir del
advenimiento de la revolución khomeinista en Irán, comenzaron a verse los
primeros actos de los shahid (mártires) que incorporaron la modalidad de la
inmolación. Pronto los wahabíes sunitas tomaron también dicha modalidad, que se
plasmó el fatídico 11 de septiembre de 2001. Allí marcaron lo que luego se
denominó ‘terrorismo sacralizado’, que no es otra cosa que la inmolación del
individuo al ejecutar su operación contra lo que considera sus enemigos”,
explica George Chaya, consultor experto en relaciones internacionales, seguridad
y prevención del terrorismo, consultado por Infobae.

“Infortunadamente,
esta modalidad se extendió en ataques posteriores cometidos en distintas partes
del mundo, al igual que el uso de personas como ‘escudos humanos’, lo cual
manifiesta su desapego e irrespeto por la vida humana”, agrega.

El Estado Islámico en
Irak y el Levante (EIIL) es el máximo exponente de estas organizaciones
extremas. Es un desprendimiento de Al Qaeda que está aterrorizando a las
poblaciones siria e iraquí con el objetivo de instaurar un califato en la
región.

Sus integrantes exhiben
por las redes sociales niveles de violencia incomprensibles para cualquier
persona promedio. Frente a esas demostraciones, lo que se conocía hasta ahora
como terrorismo quedó bastante disminuido.

La violencia como
religión

Si bien los yihadistas
aseguran ser defensoras a ultranza del Islam, su práctica tiene poco que ver
con esta religión, que defiende la paz y la convivencia social en armonía. El
verdadero credo que impera en ellas es el ejercicio del poder a través de la
violencia.

“Estas personas son
portadoras de una peculiar interpretación del Islam. Su doctrina es rígida,
extrema, maximalista, violenta y sanguinaria. Sus posiciones están fuera de
cualquier forma de discusión o diálogo racional conocidos por la idiosincrasia
occidental”, dice Chaya.

“La función del acto
terrorista es crear terror, y la forma que más llega al ser humano es la
violencia. Es terror a que mañana nos pongan una bomba en el tren que viajemos
y tengamos la sensación de que se puede morir en cualquier momento”, dice
Francesc Xavier Moreno Oliver, doctor en psicología por la Universidad Autónoma
de Barcelona, en diálogo con Infobae.

Para aterrorizar a la
población, tanto o más importante que el atentado es cómo se lo difunde, de
manera que llegue a la mayor cantidad de gente y de la manera más impactante
posible. Si los ataques contra las Torres Gemelas fueron tan efectivos y
quedaron en la memoria es en gran parte porque fueron transmitidos en vivo y en
directo por televisión para todo el mundo.

“El terrorismo
-continúa Moreno Oliver- tiene hoy a su servicio un medio extraordinario que es
internet. Permite una comunicación rápida entre las células y buscar
información sobre nuevo armamento. Además, toda acción está cada vez más
pensada para ser llevada a las redes sociales, que circulan el planeta de punta
a punta y se convirtieron en el mejor medio de difusión”.

El EIIL es uno de los
mayores cultores del terror a través de la imagen. Los videos de sus militantes
fusilando cientos de inocentes, cortando cabezas y clavando decenas de ellas en
picotas dispuestas alrededor de la plaza central de Mosul, en Irak, cumplen su
cometido a la perfección: producen pánico incluso entre los que están a miles
de kilómetros del conflicto.

Escuelas de terrorismo

¿Cualquier persona puede
convertirse en terrorista? ¿Tienden a provenir de ciertos estratos sociales?
¿Comparten historias comunes entre sí?

“Provienen de clases
y sectores sociales diversos -dice Chaya. Los hay pobres y analfabetos; de
clases medias y, en no pocos casos, algunos que se han formado a nivel
universitario en países árabes y de Europa. ¿Qué los mueve? Un alto grado de
radicalización en las ideas y una dosis de odio a Occidente y a todo lo que
consideran distinto al mandato de construcción del Califato”.

“Al final del día
-continúa-, no son más que sujetos desesperados y ganados por el odio en sus
corazones y en sus mentes. Gente que pretende regresar al siglo VII y
despiadados criminales sin otros principios que no sean los de su propia
interpretación del sagrado Corán, al que distorsionan y malversan en sus
mensajes y, desde luego con sus crímenes”.

Esa es una parte del
fenómeno. La otra es el minucioso trabajo de reclutamiento que realizan las
organizaciones terroristas, que se las ingenian para llamar la atención de los
posibles interesados, para luego introducirlos de a poco.

“Por supuesto que
existe un programa de captación desde lo ideológico religioso. No son dementes
aislados. En ellos juegan aspectos idiosincrásicos y dogmáticos que forman
parte del terrorismo yihadista actual”, dice Chaya.

“Los grupos
terroristas tienen un elemento común -cuenta Moreno Oliver-, son piramidales y
estrictamente jerárquicos. Y una vez que alguien entra, ya no puede salir. Hay
una enorme presión grupal en la que se juega la vida, porque si un miembro
decide irse, muy probablemente encuentre la muerte. Eso explica muchas
conductas, como hacer cosas aunque no se quiera”.

El psicólogo describe
cinco efectos generados por la organización entre sus miembros. Estos rasgos
que adquieren explican que, sin estar locos, puedan realizar acciones que
serían impensables para un ciudadano medio.

“Lo primero que
genera el adoctrinamiento -explica- es lo que nosotros llamamos distorsión
cognitiva, que bloquea el pensamiento y provoca que lo único que cuente sea la
ideología del grupo y el objetivo a cumplir. No se puede pensar en otra cosa y
hay que hacer lo necesario porque el fin justifica los medios. Lo segundo es
provocar una deshumanización de las víctimas, que no se ven como seres humanos,
sino como objetivos. Esto se consigue al cortar el proceso empático con los
demás”.

“Cuarto, se produce
una desconexión moral, a través de ideas que justifican el comportamiento. Los
otros son vistos como infieles que atentan contra Alá, lo que justifica
cualquier ataque. Se hace por el bien de la causa. Por último, se despierta un
sentimiento de heroísmo, se busca que la persona que comete actos terroristas
sea considerada un héroe por sus pares”.

Al funcionar como un
órgano cerrado y jerarquizado, con objetivos y procedimientos muy precisos, en
el que una vez que se entra no se puede salir, y con un alto contenido
moralizante, el grupo tiene una enorme efectividad para moldear a los militantes
a gusto, y convertirlos en verdaderos instrumentos de muerte.

El caso más extremo y
difícil de explicar es el de las personas nacidas en países occidentales, que
dejan todo para viajar a Irak o a Siria y enrolarse en el Estado Islámico. Un
ejemplo que se hizo famoso es el de un australiano que se mostró cortando una
cabeza y alentó a su hijo a seguir sus pasos. Otro, el ciudadano estadounidense
que se filmó quemando su pasaporte y que terminó muriendo en un atentado
suicida.

“Son individuos que,
aun nacidos en Occidente, desarrollan con mayor facilidad un acendrado rechazo
a su propia cultura y encuentran en la oferta yihadista la manera de
exteriorizar (de forma violenta) su auto-odio contra los países y las sociedad
a las que pertenecen. Generalmente, las personas conversas suelen ser mucho más
temerarios y activos en sus operaciones terroristas”, concluye Chaya.