56 años de los asesinatos que aniquilaron la cultura idisch en Rusia

15/Ago/2012

Milim Cultural, Alicia Benmergui

56 años de los asesinatos que aniquilaron la cultura idisch en Rusia

El asesinato de intelectuales judíos. Agosto de 1952 Por Alicia Benmergui
Reflexionar sobre la historia del judaísmo ruso y los acontecimientos posteriores a la Revolución Rusa, es enfrentarse con la gran desilusión que significó para un sector del judaísmo, y no sólo para él, como veremos luego, la traición de la más grande utopía secular que conoció la historia.
Cuando estalló la Revolución, en 1917 gran parte de los judíos de Rusia, se unieron a ella, llenos de esperanzas e ilusiones. En su larga historia como habitantes de la Rusia zarista habían sido sistemáticamente perseguidos, humillados y excluídos. Ese gran aislamiento forzado les había permitido desarrollar una vida nacional propia.
Su cultura religiosa había impregnado toda su existencia, “no había un solo judío que no supiese leer el ritual de oraciones o tan ignorante como para no poder seguir las disquisiciones talmúdicas del predicador local o del que venía de paso”. Paralela a esta vida religiosa también estos judíos poseían una amplia cultura secular, que fundamentalmente se expresaba en idish, pero no ignoraban ni despreciaban el hebreo y el ruso.
Tenían una prensa propia, diarios, semanarios, periódicos mensuales, publicaciones comerciales y revistas literarias y sus casas editoriales, teatros, galerías de arte y su propio sistema educativo.
También poseían una red de instituciones sociales que determinaban que aún en la aldea judía más pobre hubiese una escuela gratuita para indigentes, refugios para mendigos, entidades para para curación y cuidado de enfermos (Bikur Joilim), para la sepultura ritual (Jevre Kedische) la protección de viudas y huérfanos, otorgamiento de préstamos gratuitos y la búsqueda de novios para jóvenes solteras con las provisión de los ajuares para los casamientos de las novias pobres.
En las ciudades habían escuelas comerciales, establecimientos asistenciales y cooperativas de ayuda mutua entre otras instituciones. Lo mismo ocurría en la vida política, con toda su diversidad, como puede observarse era un mundo y una vida judía completos y autónomos a espaldas de una sociedad que les había negado su integración y su aceptación. Los judíos sin proponérselo se habían constituído en una nación con cinco millones de integrantes.
Cuando muchos jóvenes comenzaron a vislumbrar la posibilidad de la liberación del aislamiento a que los había condenado su condición se entregaron fervorosamente a la causa revolucionaria, lo hicieron así entre otros y principalmente jóvenes intelectuales judíos que estudiaban en el extranjero.
Aquellos que podían iban a estudiar a universidades extranjeras porque las rusas estaban cerradas a cal y canto para ellos. Desde allí tomaron contacto con el creciente movimiento marxista ruso, lo que determinó la existencia de un gran número de judíos en los primeros cuadros dirigentes de la Revolución. Hasta los sionistas cifraron grandes esperanzas en la Revolución.
El historiador E.H. Carr, en su libro De Napoléon a Stalin afirma que entre los problemas que heredó la Revolución y que prometió erradicar estaba ocupando un lugar muy importante el antisemitismo. “… Pero el antisemitismo era algo que estaba profundamente arraigado en las costumbres rusas tradicionales, especialmente en las zonar rurales. . .La historia de los judíos en la Unión Soviética es un rosario de buenas intenciones gradualmente ahogadas por una praxis defectuosa y a veces malintencionada”. Carr sostiene que los bolchviques no consideraban a los judíos como una nación. Y que las diferenciasque los separaban de los gentiles, eran irrelevantes y creían que con el tiempo los judíos se asimilarían con el resto de la población Tal vez no pudieron prever lo que haría Stalin con los judíos y como traicionaría todas las esperanzas puestas es la Revolución de Octubre.
El escritor B.Z. Goldberg, yerno de Scholem Aleijem da cuenta de las profundas diferencias existentes en la conducta hacia los judíos entre Lenin y Stalin. Según él Lenín declaró iguales a todas las naciones que componían el ex imperio ruso, rechazó el “chauvinismo” porque era un modo de desconocer la igualdad existente entre todas ellas. Condenó toda expresión de antisemitismo como una de las expresiones más peligrosas del “chauvinismo” ruso, porque estaba firmemente arraigado en la población y porque la consideraba  una de las manifestaciones más reaccionarias. Prohibió toda forma de discriminación. Siempre manifestaba gran frustración y a veces se mostraba profundamente apenado a la imposibilidad de que un judío ocupase un importante cargo político, para no suscitar el rechazo popular.
Fue ese el caso de Trotsky cuando a pesar de la decisión de Lenin de nombrarlo Ministro de Interior, rehusó irrevocablemente ocupar el cargo porque veía su condición de judío como un impedimento para ejercerlo, dado el antisemitismo popular existente. Lo mismo ocurrió con el judío Joffe que rehusó conducir las negociaciones de paz con los alemanes en Brest Litovsk.
Durante  tiempo en que permaneció en el poder, no fueron cuestionados los derechos de los judíos a poseer una vida nacional, como no se discutían sus derechos a tener su propio idioma, el idish.
La política de su sucesor, Stalin fue el abandono total del socialismo proyectado e impuesto por Lenin, ya había advertido en 1913 que no consideraba a los judíos como una Nación. Su política hacia los judíos comenzó con una persecución que creció lentamente durante la década del treinta, y que culminó con una orgía asesina poco antes de su muerte. Para 1948 decidió que había concluído la existencia del judaísmo soviético, por lo que clausuró todas las instituciones judías que aún quedaban.
Luego hizo arrestar a todos los representantes más notables de ellas, además de los intelectuales judíos que fueron torturados para que confesaran que participaban en un complot para traicionar al Estado soviético. . La noche del 13 de enero de 1948, en Minsk, fue asesinado el gran actor judío Solomon Mijoels quien era director del Teatro Judío de Moscú y formaba parte del Comité Antifascista Judío.
Mijoels también había sido el representante oficial de la Comunidad Judía Soviética. Tuvo un fastuoso y espectacular entierro, como contraste con la miserable y despiado asesinato de que fue objeto. Una de las acusaciones posteriores que le adjudicaron fue que era el ideólogo de una vasta conspiración  sionista. El asesinato de Solomon Mijoels marcó de esta manera el principio de una campaña antisemita sin precedentes, cuyo objetivo era la deportación y el exterminio total de los judíos soviéticos. El régimen consideraba a los judíos como los “cosmopolitas desarraigados ”..
Stalin estaba alarmado con la llegada de una misión diplomática del nuevo Estado de Israel, en octubre de 1948 encabezada por Golda Meier que fue recibida por una jubilosa manifestación de cincuenta mil judíos soviéticos.
Stalin temía que la creación del Estado judío pudiera inducir aspiraciones de independencia de la población judía soviética. En diciembre de 1948 fue liquidado el Comité Antifascista Judío, creado durante la guerra y que tan exitosamente desempeñó su misión en Estados Unidos, fue culpabilizado de haber sugerido que Crimea, despoblada de los tártaros, se convirtiera en un área destinada a la castigada población judía. Por esos días fue arrestada la mujer del canciller, un extremadamente fiel stalinista, Vjacheslav Molotov, la dirigente del comité judío Polina Zemcuzina, que fue deportada y liberada solo después de la muerte de Stalin.
En los meses sucesivos fueron asesinadas centenares de personalidades judías y deportadas decenas de miles de judíos entre los cuales se hallaban todos los miembros del comité salvo Illia Ehrenburg. En abril de 1949 fue cerrado el Teatro Judío de Moscú. Fueron  lanzadas campañas en la prensa de inspiración nacionalista, contra los “cosmopolitas desarraigados”, pero ya en agosto de 1941 el departamento de propaganda del Partido Comunista había deslizado una nota interna sobre la posición dominante de los judíos en los ambientes artísticos, literarios y periodísticos y en defensa de la contribución rusa a la civilización.
En enero de 1949, fueron arrestados ciento cuarenta y cuatro escritores judíos. Entre ellos se hallaban Peretz Makish y David Bergelson. La literatura idish fue proscripta al mes siguiente. Entre los años transcurridos entre 1948 y 1952 las fuerzas vivas del judaísmo ruso pasaron de la vida a la muerte.
Los años 1952-53 vieron madurar una nueva gran purga. Ya en octubre de 1951 se había denunciado un “complot nacionalista judío” atribuído a Viktor Abakumov (intimo di Beria). En junio de 1952 fueron juzgados a puertas cerradas los dirigentes del Comité Antifascista Judío por un inventado complot sionista apoyado por los imperialistas para quitarle la Crimea a la Unión Soviética.
La conclusión fue la condena a muerte de todos los procesados con excepción de la famosa bióloga Lena Stern. El 12 de agosto de 1952, en una de las noches más negras de la historia del Pueblo Judío, fueron asesinados los poetas Dovid Hofstein, Itzik Fefer, Peretz Markish y David Bergelson, junto a una docena de otros escritores de idish.
En la nueva edición de la Enciclopedia Sovíética la palabra “judío” fué eliminada drásticamente y desaparecieron las referencias a los deportados. Los departamentes universitarios perdieron casi la mitad del personal por la expulsión de los judíos Todo parecía posible luego del anuncio en Pravda el 13 de enero, de que habían sido arrestados los integrantes de una “banda de médicos envenenadores”.
Eran nueve, que rápidamente se convirtieron en cuarenta judíos, la mitad de ellos, todos acusados de haber conspirado para asesinar a varios dirigentes soviéticos. Según las acusaciones entre sus trofeos figuraba notoriamente Andreï Jdanov, delfín potencial de Stalin, muerto en 1948 a la edad de 52 años. Conocido por el “complot de los uniformes blancos”, ese fue el motivo sobre el cual Stalin se ocupó personalmente de provocar el escándalo en esa fecha como una “Campaña anticosmopolita”.
El plan de Stalin, solo impedido por su muerte era montar un grandioso espectáculo entre 1952/53 con el proceso a los médicos judíos para acusarlos  “además de las obligadas tentativas de asesinato contra Stalin y otros hechos espantosos como el “asesinato” de Gorki en 1936. Quería montar una representación antisemita para lograr el apoyo popular. Immediatamente en toda la prensa se desencadenó una sostenida campaña antisemita criticando el sistema de seguridad soviética. Se produjeron los despidos en masa de judíos, arrestos y ejecuciones. Circuló una petición preparada por la KGB, aparentemente firmada por personalidades judías como el escritor Vasilij Grossman, el físico Lev Landau y Petr Kapitza, el violinista David Ojstrach, en la cual se pedía la deportación de masa de los judíos soviéticos a Asia para protegerlos de la violencia antisemita. Después que una bomba estalló en la embajada soviética de Tel Aviv, la URSS. rompió relaciones diplomáticas con Israel.
Stalin declaró en el Comité Central del partido que “todo judío es un enemigo potencial al servicio de los Estados Unidos”. Un artículo del Pravda tenía el objetivo de justificar la radicalización de un antisemitismo de Estado que, bajo el eufemismo de “campaña anticosmopolita” se lanzaría a una persecución despiadada destinada a la eliminación del judaísmo soviético. En noviembre de 1952 se decretaron las condenas a muerte de los responsables de la industria textil ucraniana, todos judíos.
En Checoslovaquia Rudolph Slansky presidente del Partido Comunista Checoslovaco, judío antisionista y antiisraelí muy ligado a Beria, y otros trece dirigentes del partido, diez de los cuales eran judíos. Por orden directa de Stalin, fueron procesados bajo la acusación de haber organizado un complot sionista para asesinar al presidente de la república y restaurar el capitalismo, en complicidad con Israel y Estados Unidos. Once de ellos fueron condenados a muerte en los meses sucesivos. Dos meses más tarde, la muerte del dictador pone término a esta persecución, y las autoridades reconocen que las acusaciones llevadas contra los médicos eran falsas.