El ayatola iraní que apoya a Israel

07/Jun/2024

Aish Latino- por Nazanin Afshin-Jam y DW Duke

Aish Latino- por Nazanin Afshin-Jam y DW Duke

El ayatola Sayed Hossein Kazemeyni Boroujerdi pasó 11 años en la prisión iraní. ¿Su crimen? Defender el derecho a existir de Israel. “En oposición al islamismo radical, Boroujerdi enseñó que el Corán no sólo enseña que Israel pertenece a los judíos, sino que todas las religiones deben honrar y respetar a los judíos.”

El ayatola Boroujerdi es el hijo del ayatola Mohamad Ali Kazemeini Boroujerdi, quien murió bajo sospechosas circunstancias en una prisión iraní en el año 2002. Su padre fue uno de los principales líderes religiosos de Irán durante el gobierno de Pahlavi y publico más de 30 libros. Él era ampliamente respetado en el mundo occidental así como en Irán, y se negó a apoyar los esfuerzos del ayatola Khomeini para establecer un régimen islamista en 1979. Como consecuencia de su negación, fue perseguido y lo enviaron a una prisión iraní donde eventualmente murió.

El joven ayatola Boroujerdi, un clérigo musulmán chiita, expresó abiertamente sus críticas a los abusos de los derechos humanos en la República Islamista de Irán en 1994. Durante más de una década habló a sus seguidores sobre la necesidad de promover pacíficamente sus puntos de vista y se opuso a la violencia de cualquier clase. Él apoya la libertad de expresión y el ejercicio de la libertad religiosa en Irán, y piensa que el gobierno represivo de Irán no practica el islam verdadero.

El ayatola Boroujerdi en el 2006, antes de su arresto.

En oposición al islamismo radical, Boroujerdi enseñó que el Corán no sólo enseña que Israel pertenece a los judíos, sino que todas las religiones deben honrar y respetar a los judíos. Él también sostuvo que la nación de Israel tiene un derecho Divino a existir que no debe ser impedido por ningún otro pueblo o nación. Esta postura fue considerada como traición por una corte clerical, y por sus crímenes enfrentaba una probable pena de muerte por ahorcamiento.

A pesar de su amplia popularidad y de tener millones de seguidores, el 7 de octubre del 2006, Boroujedi fue arrestado junto con muchos de sus seguidores que se habían reunido en su hogar. Los testigos dicen que fueron encarcelados y sometidos a torturas en la prisión Evin en Teherán, Irán.

Durante su comparecencia antes del juicio, el gobierno de Irán no facilitó ninguna información sobre su procesamiento y detención. En un tribunal clerical especial, sin representación letrada, el ayatola Boroujerdi fue inicialmente condenado a muerte. Debido a las apelaciones y a la presión internacional, la condena fue cambiada por 11 años de prisión en el exilio en Yazd. Luego fue obligado, bajo amenaza de tortura y lesiones a su familia, a prestar declaración confesando ciertos actos. Esta confesión forzada fue televisada en todo el país para humillar a Boroujerdi y a otras personas que compartían su creencia en la libertad de religión y la libertad de expresión.

Tras su primera humillación, los mullah volvieron a llevar a Boroujerdi para denunciar los delitos que previamente había confesado. Cuando le dieron el micrófono en directo en televisión nacional, en vez de confesar los delitos, él denunció al gobierno de Irán como herejes que pervertían el islam. De inmediato le desconectaron los micrófonos y lo sacaron del escenario. Ese momento, en directo por televisión nacional, se convirtió en el grito de guerra del Movimiento Verde que hoy pretende persuadir pacíficamente al actual régimen de Irán para que abdique.

Después de ser liberado de prisión.

Mientras estuvo prisionero en Evin, Boroujerdi fue brutalmente torturado, lo que le provocó graves lesiones en sus órganos vitales. Sus captores le negaron repetidamente la posibilidad de recibir tratamiento médico, y su familia y sus seguidores sufrieron brutales torturas. Su esposa fue llevada a su celda y violada a la fuerza ante su presencia. Él y su familia fueron víctimas de una crueldad incomprensible en manos de este régimen tiránico.

El ayatola Boroujerdi no ha cometido ningún delito. Es un hombre pacífico que no aboga por la violencia ni amenazó de ninguna manera al gobierno de Irán. Lo único que hizo fue defender el derecho inalienable de la persona de mantener sus creencias religiosas personales y ejercer la libertad de expresión, así como declarar el derecho de Israel a existir como una nación soberana. Por ello fue sometido a prisión y torturas bajo continuas amenazas de ejecución.

Boroujerdi y su familia.

Tras cumplir su condena, Boroujerdi fue pasado a libertad con arresto domiciliario, donde permanece hasta hoy en día. Durante su estancia en prisión, renegó y renunció voluntariamente a su título de “ayatola” en protesta contra el estado iraní. Boroujerdi ya no defiende la fe islámica ni a la secta chiita. Hoy libera un movimiento que él estableció en el 2018 llamado “monoteísmo sin fronteras”. Él apoya un monoteísmo que no esté corrompido por la ley de la sharía y busca un entendimiento compartido entre las personas de todas las creencias monoteístas y de todas las nacionalidades, basándose en lo que tenemos en común y evitando lo que nos divide.

A Boroujerdi y a otros millones de personas en Irán se les niegan los derechos básicos de libertad de expresión y libertad de pensamiento, incluidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Ellos han sido detenidos, confinados y torturados por sus creencias y por expresar sus opiniones sobre cuestiones políticas. Muchos de ellos apoyan a Israel, pero tienen demasiado miedo de expresar su solidaridad. Estas personas sienten una cercanía especial con los israelíes por su histórico líder persa, Ciro el Grande, quien en la época de Mordejai y la reina Ester puso fin al exilio de Babilonia, alentando a los judíos a retornar a la Tierra de Israel y ayudándolos a reconstruir el Segundo Templo en Jerusalem.