“Uruguay nos dio una integración automática”

11/Dic/2015

El País, Suplemento 75 años del Comité Central Israelita del Uruguay

“Uruguay nos dio una integración automática”

Cuatro entidades fundaron el Comité Central Israelita del Uruguay, que hoy es la representación política de todos los judíos. Y su titular, Sergio Gorzy, no se olvida de los uruguayos en la Madre Patria.
El Comité es la institución techo de la colectividad judía del Uruguay. “Si fuese la AUF las organizaciones judías serían los clubes”. Así grafica Sergio Gorzy (57), periodista y presidente del Comité Central Israelita del Uruguay (CCIU), el esquema institucional de la comunidad judía en el país. La institución que preside, que es la representación política de un colectivo de entre 20 y 30 mil personas, cumple 75 años este mes. Paralelamente, están comenzando los festejos del primer siglo de la comunidad judía organizada en el país: el 18 de julio de 1916 fue fundada la Comunidad Israelita del Uruguay.
-¿Cuándo y cómo se fundó el Comité?
– La fecha de la primer acta es el 11 de diciembre de 1940. El Comité se formó entre las cuatro comunidades de judíos que ya existían: la Comunidad Israelita del Uruguay, que estaba integrada mayoritariamente por judíos que venían de Rusia, Polonia, Lituania; la Nueva Congregación Israelita, formada por judíos provenientes de Alemania y Austria luego de la subida de Adolf Hitler al poder, en 1933; la Comunidad Sefaradí, judíos que venían de Turquía y otros países árabes; y la otra, hoy muy pequeña, es la Comunidad Húngara que también integraban los provenientes de Rumania. El Comité es la representación política ante la sociedad y el gobierno de turno de todos los judíos del país. Con el tiempo, se fueron sumando otras instituciones como la B’nai B’rith y la Wizo. En total son casi 50 organizaciones. Entre ellas hay dos escuelas: la Escuela Integral Hebreo Uruguaya y el Yavne, que es más religiosa; está la Universidad ORT y el Club Hebraica y Macabi, que es la institución deportiva de la comunidad. También hay siete agrupaciones juveniles, sionistas, que replican el abanico político de Israel: desde Hashomer, a la izquierda, a Betar, más afín a partidos de derecha. Para ser parte del CCIU la institución se tiene que reconocer sionista, o sea: reconocer al Estado de Israel como centro de la vida judía.
-¿La comunidad está concentrada en Montevideo?
-Sí. También hay una comunidad importante en Punta del Este y Maldonado, llamada Cipemu, de cuyos integrantes casi un 50% son argentinos y brasileños que decidieron venir a radicarse en Uruguay. También hay una comunidad bastante antigua en Paysandú. Judíos puede haber en todas partes, pero colectivos importantes solo tenemos organizados en Punta del Este (Maldonado) y Paysandú.
-Con tanta variedad, ¿hay una colectividad unida?
-El Comité los une a todos. Obviamente hay diferencias que van de lo religioso a lo político. ¡Pero para estar divididos las relaciones son bárbaras! Hay dos organizaciones que no pertenecen al Comité: unos son los ortodoxos jasídicos (Beit Jabad), y la otra es la Asociación Cultural Israelita Dr. Jaime Zhitlovsky, que se autodenomina progresista y laica. La relación es buena con ellas, pero no forman parte oficial del Comité. El CCIU también representa a cada judío individualmente.
-¿La colectividad está totalmente integrada al país?
-Sí, yo lo siento así. La colectividad realizó grandes aportes al país y en todas las áreas: cultura, pintura, música, teatro, en lo empresarial, en lo sindical, científicos, medicina, docentes, política, en todas las áreas imaginables. Algo que quizá ya cambio es que los judíos no se dedicaban al campo. Una explicación histórica podría ser que los judíos, acostumbrados a ser expulsados, no podían llevarse el campo con ellos.
-Muchos se han destacado en el ámbito académico.
-Hay un hecho concreto: el 25% de los Premios Nobel son judíos, siendo el 0,02% de la población mundial, apenas 14 millones de personas. Eso se debe mucho al estudio, ¡es el Pueblo del Libro! Los judíos siempre leyeron cuando nadie leía, desde que Moisés bajó con las Tablas de la Ley. La música y el arte tienen gran presencia. Un pintor podía llevarse sus pinceles si era expulsado, un violinista también podía llevarse su instrumento, un joyero lo mismo. Todo eso por su condición de pueblo perseguido. En Hollywood, muchos artistas eran y son judíos. No porque era negocio, sino porque era lo que sabían y podían hacer. Mi abuelo, que era de Lituania, sabía hacer cosas de circo. Y acá era sastre, sin saber una palabra de español. La profesión, la manualidad, era algo que te podías llevar.
-¿Y qué les dio el país?
-Basta un ejemplo. Para venir de Lituania, mi abuela pasó por Polonia, Alemania, Francia, España, Portugal, ahí se tomó el barco y bajó en Brasil. Cuando cruzó la frontera por Rivera le preguntaron de dónde era. “De Rusia”, respondió –es que Lituania entonces era parte de Rusia-. “Pero mire que soy judía”, le agregó al que le estaba haciendo la ficha de ingreso. “Eso acá no nos importa”, fue la respuesta del funcionario. Esto ocurrió en 1925; era el Uruguay del batllismo, de la escuela laica, gratuita y obligatoria. Uruguay nos dio todo: educación e integración automática.
-¿Cuáles son las principales actividades del Comité?
-El Comité es la representación política de la colectividad. No actúa hacia adentro sino hacia afuera. Nosotros representamos a la colectividad. Manejamos los vínculos con la prensa y con los políticos. Ahora estamos preparando con el Parlamento el 27 de enero el día de la liberación de Auschwitz, el recuerdo del Holocausto. Si bien un premio Nobel de Israel, colaboramos para programar actividades para que se aproveche su presencia. Auspiciamos eventos culturales. Si hay un problema de antisemitismo, pintadas, lo direccionamos al Ministerio del Interior.
-¿Hubo un brote antiisraelí el año pasado con la Guerra en Gaza?
—No fue antiisraelí. Ese es el disfraz. Hubo algunos brotes de antisemitismo… unos dicen que fue mucho, otros que no son tantos. Antes, cuando alguien hacía una pintada, si uno no pasaba por la puerta se enteraba por rumores. Hoy se ve una inscripción antisemita en el kilómetro 60 de la Interbalnearia, alguien le saca una foto, se la pasa a todos los judíos y nos angustiamos con la idea de que todo Uruguay está pintado. Y capaz que eran dos o tres carteles hechos por la misma persona. Es polémico el tema. Dicen que donde hay dos judíos hay tres opiniones, imaginate donde hay 30 mil!
—¿Cuál es su rol en el Cementerio Israelita de La Paz?
—El cementerio es de las pocas cosas en las que el Comité tiene potestades estatutarias. Vigila que no haya conflicto entre las Comunidades, cada una de las cuales tiene un sector. Y, obviamente, ha habido casos de actos antisemitas, vandalismo. En esas situaciones, el Comité habla con la Intendencia de Canelones y el Ministerio del Interior.
—¿Cuántos judíos uruguayos hay en Israel?
—Hay 20 mil. También los consideramos parte. Muchos de los kibutzim que están al lado de la Franja de Gaza, fueron fundados por judíos uruguayos hace 40 o 50 años. Casi todos tenemos parientes ahí. Por eso, cuando hay conflictos y caen misiles sobre sus cabezas, somos los que le pedimos al gobierno que se acuerde que ahí hay uruguayos.
—¿Cuáles son las principales preocupaciones del Comité?
—Algunos objetivos son la lucha contra la discriminación cualquiera sea, la defensa de los derechos humanos y una atención especial contra brotes de antisemitismo. Creemos que sigue existiendo. Quizá las redes sociales ayudan a que eso parezca más duro. Hace poco fue muy claro lo que pasó con (el presidente del Sindicato Médico del Uruguay, Julio) Trotschansky. La primera denuncia la radicó con nosotros. Esa es nuestra preocupación. Otra tarea es colaborar para que Uruguay tenga la mejor relación posible dentro de lo razonable con nuestra Madre Patria, Israel. También apuntamos a la elaboración de más y mejores puentes con todas las comunidades (católica, cristiana en general, árabes, armenios, afro, indígenas, etc). Por último a través del Proyecto Shoá impulsamos la enseñanza del flagelo de la discriminación en los liceos.
—¿Teme que en Uruguay ocurran actos de terrorismo?
—Creo que ahora se sabe que estábamos todos en el baile. Los judíos estamos siempre en la frontera, vale recordar los atentados a la Amia o a la embajada de Israel en Buenos Aires. No hay por qué estar en el borde de Gaza. Estimamos que no pasaría acá, pero hay que estar alerta.