Un cuento del shofar

23/Sep/2022

Por Esc. Prof. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU   

Por Esc. Prof. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU

“Había una vez un judío que vivía con su hija de corta edad. A la niña le encantaban las historias y  siempre le pedía a su padre que se las contara. Una de sus historias preferidas era la de dos hermanos que habían recibido desde pequeños, cada uno un shofar (cuerno de carnero que se usa en la sinagoga como instrumento musical para  las ceremonias de Rosh Hashana y Yom Kipur)”

Contar cuentos populares es un arte judío muy antiguo. En la tradición judía ashkenazí1 muchos relatos nos han llegado desde un libro llamado “Maase buj”, (Libro de cuentos) compilado por Jacob ben Abraham de Mezericht y publicado en idioma Idish2 en Basilea, en el año 1601. Sus historias se nutren de episodios del  Talmud3 y del folclore de los pueblos en que vivieron los judíos europeos en la Edad Media.  De la tradición judía sefaradí4, muchas historias nos llegan escritas en idioma judezmo5 desde el “Meam Loez”, una colección cuyos primeros tomos fueron compilados por rabí Isaac Iaacov Culi  a partir de 17306.

Otros cuentos y también melodías de los judíos de Europa Oriental fueron recogidos de manera más científica a principios del siglo XX en varias expediciones etnográficas dirigidas por Solomon Rappoport, (1863-1920)  nacido en la ciudad de Vitebsk, académico ruso y además escritor en idish conocido por su seudónimo S. Anski.  Mi padre z’l (que su recuerdo sea bendición), me contaba emocionado cómo disfrutó de la exposición  cuando la Sociedad Etnográfica soviética la  exhibió en Moscú hacia el año 1921.  Poco después,  todo ese rico material desapareció de la vista y durante años, se lo creyó perdido.  Sin embargo, en 1990  salió a la luz al abrirse los archivos rusos con la política de la perestroika (transparencia). Al poco tiempo, la  exposición etnográfica  entera  de S. Anski fue en préstamo desde el Museo Etnográfico de San Petesburgo hasta Israel, donde David y yo pudimos verla en el Museo de Beit Hatfutsot, instalado en el campus de la Universidad Hebrea de Tel Aviv.  S. Anski cuenta en grabaciones de esa época cómo recogió los cuentos populares, viajando de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, buscando a los ancianos “relatores de cuentos,” para escucharlos y preservar los relatos, con grabador en la mano. Basado en las leyendas folclóricas, especialmente las  cabalísticas, que recogió en esas expediciones, S. Anski escribió en idioma Idish en 1914 la obra de teatro que lo hizo famoso “El Dibbuk”. (La leyenda del Dibbuk cuenta que el espíritu del novio muerto se posesiona de quien fuera su novia).

Sin duda, desde 1955, la mayor fuente de cuentos folclóricos judíos se encuentra en The Israel Folktale Archives,  el Archivo de Cuentos Populares de la Universidad de Haifa, en Israel. Mi marido y yo tuvimos el privilegio de asistir en Israel, Montreal y Buenos Aires, a clases del fundador de ese Archivo, el Prof. Dr. Dov Noy (Z´L). ¡Todo un personaje! Nacido en Polonia, llegó a Israel siendo joven y obtuvo su primer título universitario en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Terminada la 2ª. Guerra mundial, muchos miles de refugiados judíos que se salvaron de los nazis intentaron entrar en lo que en ese entonces era Palestina bajo  Mandato Británico. Los ingleses  permitían un estricto número de cuotas de ingreso anual al país, los barcos de refugiados judíos que llegaban desde Europa eran retenidos y sus pasajeros obligados a entrar en los Campos de Detención de la isla de Chipre. El Prof. Dov Noy llegó alli desde Israel, con la tarea de organizar la actividad cultural y educacional en esos campos.  El mismo nos contó que  para los refugiados jóvenes armaron  clases,  pero tenían que darles algo que hacer a la gente mayor. “La idea de comenzar a recolectar cuentos populares surgió allí, sin tener que pensar demasiado”, nos explicó. En 1948, con la independencia del Estado de Israel se abrieron los campos de detención de Chipre. Para ese entonces, Dov Noy ya tenía varios miles de cuentos recopilados. Necesitaba darle forma académica a  la colección y lo consiguió en 1955 en la Universidad de Haifa.  Allí se han reunido decenas de miles de  cuentos de inmigrantes judíos llegados a Israel desde todos los rincones del planeta.  Es el más nutrido referente para todos los que quieran estudiar el folclore de música y relatos de las comunidades judías alrededor del mundo.

La médula de las historias populares es antigua y casi siempre traen una o más moralejas, o mensajes. La forma de contarlas o embellecerlas depende de quien relata. El mensaje del cuento lo tienen que pensar los lectores.

EL CUENTO DEL SHOFAR

Relato del folclore judío de Europa Oriental.

Había una vez un judío que vivía con su hija de corta edad. A la niña le encantaban las historias y  siempre le pedía a su padre que se las contara. Una de sus historias preferidas era la de dos hermanos que habían recibido desde pequeños, cada uno un shofar (cuerno de carnero que se usa en la sinagoga como instrumento musical para  las ceremonias de Rosh Hashana y Yom Kipur)7.  Los dos instrumentos estaban hechos con los dos cuernos de un  mismo carnero, y cuando un hermano soplaba su shofar, el del otro hermano vibraba, aunque estuviera muy lejos. La niña quería escuchar aventuras en que estuvieran envueltos esos dos hermanos, y el padre recordaba o inventaba, una y otra vez, historias en que los hermanos se perdían y luego podían re encontrarse soplando cada cual, su shofar.

Una vez estaban padre e hija viajando en su carruaje cuando una tormenta los sorprendió. Un rayo cayó sobre un árbol cercano, los caballos se desbocaron, la niña cayó al suelo y rodó sobre unas rocas, el padre no pudo evitar que los caballos lo arrastraran en loca carrera que sólo se detuvo cuando los animales llegaron a la caballeriza de su dueño.

La niña no pudo ser encontrada. Pasaron los años y el padre no podía evitar salir a las puertas de la sinagoga cuando sonaba el shofar en Rosh Hashana y Iom Kipur. De alguna manera, esperaba que el sonido del shofar trajera a su hija de vuelta a casa.

La niña estaba viva. Una banda musical que trabajaba en ferias de pueblos la encontró desmayada en el bosque, ella no recordaba  cómo se llamaba ni dónde vivía.  Ellos curaron sus heridas y la enseñaron a cantar canciones populares, acompañándolos de pueblo en pueblo, en las ferias de las plazas. Una vez pasaron caminando cerca de una sinagoga y escucharon el toque del shofar. La niña sintió que un frío le corría por la espalda y quiso entrar. “Vámonos de aquí, a este lugar sólo vienen judíos”,  ordenó el jefe de la banda.

– Recuerdo un cuento que habla de ese sonido, insistió ella.

– ¿Será que tú eres judía?, preguntaron sus compañeros. No lo pareces…

– No estaría mal que cuentes historias en la próxima feria, dijo el jefe de la banda. Y todo el grupo siguió caminando.

La niña comenzó a contar cuentos en las ferias de los pueblos. Todos los relatos que había escuchado de la banda con la que estaba y otros más, que le venían a su cabeza, sin que ella supiera cómo.  Los niños y las madres se detenían a escucharla, y una lluvia de monedas saludaba el fin de cada  relato.

Una vez un hombre se les acercó en la plaza de un pueblo y dijo al jefe de la banda:

-Deberían ir ustedes hasta el pueblo que está a dos días de camino hacia el Sur. Hay un hombre rico que está muy enfermo y sus sirvientes buscan quien le cuente historias.

– Mañana tomaremos el camino hacia el Norte, siguiendo nuestra ruta habitual, contestó el jefe.

-Les pagarán muy bien, insistió el hombre.

El jefe de la banda decidió ir a buscar ese pueblo en el que un hombre rico pagaba por escuchar historias. Llegaron al pueblo, encontraron  la casa, entraron con la niña y dijeron a los sirvientes:

– Ella sabe contar historias.

La niña fue llevada a la sala donde estaba el dueño de casa, miró la habitación, quiso empezar su cuento…  pero no podía abrir la boca. El sirviente fue a buscar a su señor.

–  El señor está durmiendo, anunció. Trae a la niña mañana.

Al día siguiente, al entrar al salón, la niña  volvió a  sentir que no podía hablar. Sentía una tenaza apretando sus cuerdas vocales. El dueño de casa dormitaba en su sillón y el sirviente ordenó:

– Salgan, mi señor está descansando. Pero el señor  escuchó el murmullo de palabras y ordenó:

-¡Quiero que me cuenten una historia!

El sonido de esa voz tocó algún resorte escondido en la memoria de la niña. Sin saber cómo, se encontró contando el cuento de dos hermanos que habían recibido cada uno de ellos, un shofar. Ambos instrumentos habían sido fabricados con los cuernos del mismo carnero. Cuando un hermano tocaba su shofar, el otro shofar vibraba.

– Un día  uno de los hermanos se perdió en el bosque, contó la pequeña. Se sentó bajo un árbol para descansar y abrió su bolsa para buscar algo de comer. No encontró comida, pero sí su shofar. Comenzó a tocarlo y lejos, en su casa, el otro hermano sintió que su propio shofar vibraba. Desde la casa, tocó a la vez, su propio shofar, y el hermano perdido en el bosque, sintió la vibración. Y así, tocando una y otra vez, el muchacho perdido encontró el camino a casa, guiado por el shofar de su hermano.

Cuando terminó su relato, la niña lloraba y el dueño de casa también. El padre se levantó de su sillón y sin decir palabra, abrió los brazos a su hija que creía perdida. Nadie entendía lo que estaba pasando.

–           Este cuento ha emocionado a mi señor, aventuró un sirviente.

–           ¡Nos pagarán muy bien! , dijo contento, el jefe de la banda musical.

–           Es el shofar, decía el padre. ¡Yo sabía que el shofar te traería de vuelta!

–           ¡Estoy en mi casa!, repetía la niña, una y otra vez, mientras las lágrimas resbalaban por su rostro.

[1] Ashkenazí– de Europa Central y Oriental.
2 Idish- alemán medieval escrito con letras hebreas, con agregado de aproximadamente un de 30 % de palabras hebreas, arameas y de lenguas  europeas.
3 Talmud: Recopilación escrita de la jurisprudencia hebrea,
4 Sefaradí- de España y la cuenca del Mediterráneo.
5 Judezmo o ladino -español medieval escrito con letras hebreas.
6 El Meam Loez sigue y explica por su  orden,  los libros de la Torá (Pentateuco) y sus interpretaciones incluyen  episodios del  Talmud, el midrash hebreo y el folclore los pueblos de España, Grecia, Turquía y del Cercano Oriente en que vivieron los judíos sefaradim en la Edad Media.
7 Rosh Hashana- Año Nuevo hebreo, día en que comienza el Juicio Divino sobre cada ser humano. Iom Kipur – el día de la Expiación o día del Perdón, en que culmina el Juicio divino sobre cada ser humano.