Ser sionista

09/May/2016

La Vanguardia, España, Pilar Rahola

Ser sionista

El sionismo fue una idea de progreso y de
libertad para salvar a un pueblo perseguido y masacrado.
Un seguidor de mi Facebook, Pere Segalés,
me preguntó si era sionista. Sobra decir que es imposible explicar el complejo
conflicto arabo-israelí en el corto espacio de una red social. Al respecto, y
por si alguien quiere ir más allá de los tópicos, les invito a leer “Atrapados
en la discordia”, un libro a dos manos con Tomás Alcoverro donde planteamos
nuestras diferencias, alejados de prejuicios y mentiras. Tomás y yo vemos de
forma distinta el conflicto, pero ninguno cae en la ignorancia supina de
quienes opinan sin saber y esparcen sus prejuicios ideológicos sobre los
hechos. El lector puede decidir si está más cerca de él o de mí, pero al menos
no encontrará la sarta de mentiras que en general se publican sobre esa trágica
realidad.
Voy, sin embargo, a la pregunta de Pere,
lógica en un contexto de permanente criminalización de Israel y de todos los
que intentamos dar la otra mirada del conflicto. La palabra de denuncia,
convertida en una letra escarlata que señala al adúltero pecador, es
“sionista”, aplicada a todo aquel que no comulga con el catecismo progre antiisraelí.
Por supuesto quienes lanzan el “insulto” no tienen ni idea de qué significa el
concepto, y esa ignorancia, cuando la perpetran independentistas catalanes,
raya la estupidez. El sionismo fue el movimiento judío – lleno de militantes
socialistas- que luchó para que el pueblo judío tuviera un estado, el único
amparo internacional que lo podía proteger de las persecuciones, los progroms y
las matanzas. Fue una idea de progreso y de libertad para salvar a un pueblo
perseguido, y cualquier ciudadano que luche contra la intolerancia y a favor de
la libre determinación de los pueblos debe verlo en esos términos. Lógicamente
ya no tiene un sentido actual, porque la creación del estado de Israel culminó
el movimiento, y aún tiene menos sentido que el término se aplique a quien no
es judío. Criminalizar al sionismo es tanto como negar el derecho del pueblo
judío a tener estado propio. Quizás por ahí van los ataques.
Lo peor es lo segundo, de dónde nace la
negatividad del término, que pasó de ser un sinónimo de libertad, a ser usado
por las izquierdas como el peor de los insultos. Pues es bonito: nace en 1975,
en plena Guerra Fría, con la resolución 3379 de la ONU que equiparó, a petición
de los árabes, y con apoyo soviético, al sionismo con el racismo. Era presidente
Kurt Waldheim, de quien después se supo que había sido miembro de la división
SA-ReiterCorps del Partido Nazi y coordinador en Salónica del 42 al 43, donde
se documentaron múltiples crímenes contra judíos. La resolución fue revocada,
pero la maldad de la comparación persistió y ahora la usan los progres de
turno, en general tan ignorantes como sectarios. Yo no soy sionista, pero si
hubiera sido una judía europea en plena persecución, habría sido una sionista
convencida, como toda persona que ama la libertad.