¿Qué reconocimiento?

02/Feb/2011

CCIU, Editorial

¿Qué reconocimiento?

Editorial 1-2-11

El deseo de la constitución de un Estado Palestino y el advenimiento de la paz en el Medio Oriente es absolutamente compartible. Desearíamos incluso que tal Estado sea tan próspero como el Estado de Israel.
Sin embargo, debemos decir que las ingenuidades en aquella región se pagan caro, se pagan con vidas. ¿Por qué decimos esto? Observemos lo que ha pasado en estos días con la revelación de supuestos documentos secretos palestinos por la cadena Al Jazira. Estos documentos, de ser auténticos, revelaban avances importantes en las negociaciones entre la Autoridad Palestina e Israel, en la cual se hacían concesiones mutuas en pos de un arreglo definitivo. ¿Cuál fue la reacción de los dirigentes palestinos ante la revelación? Fue de gran enojo. Incluso llegaron a decir que la información difundida implicaba un intento de desestabilización de la dirigencia palestina. ¿Por qué razón habría de ser así? El problema es que un avance de tal naturaleza no cuenta con el respaldo de la Liga Árabe. Los dirigentes de la ANP no tienen respaldo político de los países árabes para llegar a un arreglo. Si a eso le sumamos que la otra mitad del futuro Estado palestino está en manos del pro iraní Hamas, que promete hacer la guerra a Israel hasta el fin de los tiempos, hay que entender que las condiciones para la paz no están dadas, del lado palestino. ¿Podría pensarse que si tal respaldo político viniera de países extra región esto podría cambiar? No ciertamente. En este caso debe notarse que los que promueven estos reconocimientos son los propios países árabes que no respaldan a la ANP para llegar a un arreglo negociado. Entonces, sería bueno que nuestros gobernantes se preguntaran por qué lo hacen. Y deberían darse cuenta que lo que buscan no es avanzar hacia la paz sino mejorar su posición en el conflicto.
El canciller mostró mapas de la región en las que la zona con color blanco –Israel- había crecido con el tiempo, y la verde –Palestina- había disminuido. El canciller debería saber dos cosas: la primera es que las fronteras se movieron al influjo de los intentos árabes de aniquilar a los israelíes; la segunda es que existe una zona verde porque Israel devolvió territorios a cambio de la ilusión de la paz. Lo primero que pedía la “Hoja de ruta” a cambio de la devolución de territorios por parte de Israel era el cese de la “incitación al odio” por la parte palestina. Incitación al odio en los medios, en la educación, en todos los ámbitos políticos y sociales. En otras palabras, se pedía que se generara un clima de paz. Se pedía una voluntad política de paz a cambio de territorios. Pues bien, la incitación al odio nunca se detuvo, hasta el día de hoy. Y esto es parte del contexto, de la situación objetiva en el terreno.
El origen del conflicto, su piedra angular, fue la negativa de los países árabes a aceptar la existencia de un Estado judío. Ante las apelaciones que se hicieron ayer a este respecto en la Comisión Permanente del parlamento, el canciller citó una respuesta que dio Abbas ante el pedido en tal sentido por parte de Israel: “El Estado de Israel puede definirse como judío si quiere, no es nuestro asunto”. Pero si se van a tomar decisiones políticas aquí que traerán consecuencias en aquella zona del mundo, sería bueno conocer, saber interpretar la retórica árabe. ¿Qué le costaba a Abbas decir “sí reconocemos que es el Estado judío”? No hacerlo significa que reconoce que existe un Estado de Israel que está –según los árabes- en un territorio que no es judío sino árabe, que algún día habrán de recuperar. O sea, la continuación del conflicto.
Por todo lo anterior es que pedimos a nuestros gobernantes algo muy sencillo, que se condicione el reconocimiento del Estado palestino a su aceptación, lisa y llana, sin vericuetos, del derecho del pueblo judío a tener su Estado en un territorio que le pertenece. Eso quiere decir un Estado judío.