Propuesta discutible

30-5-2011
EDITORIAL Hace pocos días el Presidente de Estados Unidos formuló un llamado a Israel y a los palestinos tendiente a aceptar las fronteras de 1967, en un intento de establecer las bases para un acuerdo de paz en el viejo y complejo conflicto territorial que los separa y que ha dado lugar a numerosas guerras desde 1920 a la fecha. Debe considerarse como una propuesta discutible, ya que ignora uno de los principios elementales en toda gestión conciliadora, como lo es tener en cuenta la realidad sobre la que se está trabajando. En ese sentido, la propuesta de Obama, ignora tres puntos fundamentales que se imponen en cualquier negociación sobre ese tema que se refieren a Jerusalén, las alturas del Golan e incluso a propuestas anteriores de los palestinos, que ya fueron rechazadas. Insistir en lo mismo, cuarenta y cuatro años después, no permite recibir con optimismo este nuevo intento.
Es ineludible tener presente, al analizar objetivamente esta cuestión, que detrás o junto con la propuesta de Barack Obama, se incluye la posibilidad de cambiar el estatus de Jerusalén y perder las alturas del Golan, y ninguna de ambas cosas los israelíes pueden considerarlas razonablemente viables.
Jerusalén, además de ser una de las ciudades más hermosas y emotivas del mundo, es la cuna de tres religiones: la judía, la cristiana y la islámica. Los cristianos tienen asentada en ella no sólo el comienzo de su religión y todos los lugares consagrados, sino además el Santo Sepulcro. Ya figuraba en la sagrada geografía cristiana, asignándole el centro de una tierra plana, con los tres continentes entonces conocidos (Asia, Europa y África) y hacia ella se dirigieron las Cruzadas, procurando rescatarla de manos herejes, desde que en el año 1095 el Papa Urbano II estimulara a Pedro el Ermitaño a lograr su recuperación.
Los musulmanes la conquistaron en el año 638 y tienen allí emplazado el Domo de la Roca y la mezquita de Omán e incluso por las colinas de Galilea deambuló Mahoma transmitiendo sus visiones. Los judíos, por su parte, veneran en el mismo sitio el Muro de los Lamentos junto a una vieja tradición y antes que en la realidad, en la mente de Teodoro Hezrl estuvo en ese lugar emplazado un Estado judío, que logró concretarse en 1948, luego de la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917 y reafirmada a través del mandato de la Sociedad de las Naciones de 1947.
Varios estudiosos dicen que partir de entonces los árabes se volvieron antijudíos, encubriendo más que nada su condición de antibritánicos, en un temperamento que todavía se prolonga.
Las alturas del Golán, por su parte, desde donde se domina el Mar de Galilea, pueden compararse con el Cerro de Montevideo y si ese Cerro fuese territorio extranjero con cañones y francotiradores se podría amenazar a la ciudad. Es lo que ocurrió con Israel: los sirios en su momento la atacaron, aprovechando su situación estratégica, e Israel logró rescatarlas en octubre de 1973, eliminando los riesgos que desde ese gran mirador corría su propio territorio. Devolver las alturas del Golán y encima dejarlas en manos ajenas, que podrán o no ser palestinas, configura un mismo riesgo difícil de asumir.
Finalmente, la Autoridad Nacional Palestina en numerosas oportunidades ha reclamado volver a las fronteras de 1967, y reconocer ahora esa antigua pretensión puede parecer como otorgarle el premio en favor de una paz que, por diversas razones, no han contribuido como debieran, ni para lograrla ni para fortalecerla, en la medida en que la propuesta Obama desconoce esos antecedentes y la realidad en que debe aplicarse puede considerarse discutible, aunque ello no impide compartir el propósito que las anima.
Todos aquellos que desean la consagración de una paz en la zona en favor de ambos, por éste o por otros medios, desearían que en esta oportunidad pudiera concretarse. Lamentablemente, tal como está planteada, es difícil presumir que sea posible. Por lo menos a partir de la propuesta que acaba de hacer el Presidente de los Estados Unidos.