Privilegios y responsabilidades

08/Ago/2011

El Observador, Jorge Grünberg

Privilegios y responsabilidades

6-8-2011 POR JORGE GRÜNBERG DOCTOR. RECTOR DE LA UNIVERSIDAD ORT URUGUAY
Queridos graduados y graduadas, les doy la más cordial bienvenida en esta ceremonia de graduación.
A partir de ahora, ustedes son parte de una minoría privilegiada, la de los más educados de nuestra sociedad, es decir los que tendrán más oportunidades en esta sociedad del conocimiento, y, junto con los privilegios, vienen las responsabilidades. La educación que han adquirido será siempre parte de su patrimonio personal, pero la utilización de este capital no involucra solo destreza técnica, sino también el ejercicio de la conciencia moral. El conocimiento se puede utilizar en forma egoísta o inescrupulosa. Pero podemos elegir. Podemos elegir comportarnos con integridad, con respeto y con honestidad intelectual, porque la responsabilidad de los más educados es fortalecer la confianza que cimienta toda convivencia democrática.
Somos una institución privada pero con una misión pública, que es expandir las oportunidades educativas de los uruguayos y ayudar a la modernización de nuestro país, y necesitamos el aporte de todos ustedes para cumplir con esta misión. La educación nos brinda la lucidez para darnos cuenta de que el bien de nuestra sociedad está intrínsecamente ligado al nuestro. No hay calidad de vida individual sostenible en una comunidad fracturada y con personas excluidas de las oportunidades de aspirar a una vida mejor. Como dice el gran escritor y filósofo Elie Wiesel, uno de los mandamientos es que: “No permanecerás indiferente a los que te necesitan”. Hay muchas traducciones posibles, pero la esencia es que si hay alguien que nos necesita, no debemos permanecer indiferentes y esa es parte de nuestra responsabilidad cívica.
Permítanme terminar con algunas pequeñas reflexiones sobre nuestro país. Llevamos varios años de crecimiento, por lo cual nos preguntamos ¿estamos en otro momento de éxito pasajero como hemos presenciado históricamente o estamos en las puertas del desarrollo? La respuesta es que depende. Depende de nuestras capacidades y de nuestras aspiraciones como sociedad. No existen solo límites físicos al desarrollo, también existen límites culturales. Por eso tantos países ricos en recursos naturales no se desarrollan y otros carentes de ellos prosperan. En el fondo, el desarrollo es también una cuestión de actitud.
Nuestra actitud se puede ver en cómo reaccionamos frente a la realidad. Frente a los resultados de PISA, China aumenta las horas de clase; Finlandia exige a sus docentes que obtengan maestrías; Singapur impone pruebas de rendimiento a alumnos y docentes, mientras que autoridades educativas de Argentina y de Uruguay proponen sustituir las pruebas de PISA por otras pruebas regionales más “adaptadas a nuestra cultura”. No sabemos si van a incluir preguntas sobre el dulce de leche, el tango, el asado.
Parte fundamental de una actitud de progreso es formular una visión nacional compartida por grandes mayorías. Una visión unificadora es esencial para asegurar esfuerzos sostenibles hacia el futuro, porque hay límites al poder coercitivo del Estado para reclamar recursos privados para gastos públicos, especialmente si la sociedad percibe que su aporte es utilizado para financiar privilegios o ineficiencias.
El mayor fracaso de nuestro liderazgo en las últimas décadas ha sido su incapacidad para forjar una visión consensuada de desarrollo. El liderazgo es esencial porque los beneficios de reformas importantes se alcanzan en el largo plazo y sus beneficios se distribuyen entre muchos, mientras que los que defienden sus intereses personales son cohesivos ante los desafíos y ante la ausencia de un liderazgo efectivo, tergiversan propuestas de cambios concretos y las transforman en discusiones estériles sobre objetivos inalcanzables. La academia debería ser el catalizador de un movimiento de la sociedad civil que exija a nuestros dirigentes que actúen como líderes, que cambien los cálculos sectoriales por visiones nacionales, que asuman riesgos en nombre y en beneficio de las grandes mayorías carentes de corporaciones que las respalden.
En este momento coexisten dos visiones y dos culturas en nuestro país, legítimas pero contradictorias, y es importante ilustrar sobre los valores y consecuencias de cada una. En una de esas visiones nuestro perfil social y productivo histórico es parte de nuestra identidad y la regresión que hemos tenido en indicadores sociales y educativos hacia los niveles de calidad del resto de América Latina, en realidad constituye una convergencia inevitable, quizá incluso deseable con nuestros vecinos. En esta visión, la aspiración de nuestra sociedad debería ser recuperar el Estado de bienestar de la mitad del siglo pasado.
La otra visión asume que dados los cambios ocurridos en el mundo en los últimos 50 años, ya no es posible volver al siglo pasado y que nuestra prosperidad requiere de un nuevo modelo productivo, basado en altos niveles educativos de acceso universal y en actitudes sociales positivas frente al riesgo y el emprendimiento. Aprovechar las oportunidades de una sociedad donde la riqueza proviene del conocimiento implica reposicionar al individuo en el centro de la vida social y poner el Estado al servicio del individuo, ya que las reservas de creatividad y energía emprendedora están en los individuos y en la sociedad civil. Como graduados, ustedes pueden ayudar a que la sociedad conozca lo que está en juego. Pueden ayudar a explicar que no existen soluciones mágicas “a la uruguaya”, para prosperar sin cultivar y retener nuestros talentos, sin facilitar la generación de innovaciones, sin crear una cultura de libertad emprendedora.
Permítanme, señores y señoras, graduados y sus familias, terminar felicitándolos nuevamente. Este es un gran día para ustedes, sus familias y para nosotros. Compartamos juntos hoy nuestra alegría por su graduación, trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Uruguay. Sigan su camino, pero sepan que ORT siempre será su casa. Ayúdennos a seguir construyendo la cultura y la comunidad de ORT, porque una institución no son sus edificios, ni siquiera sus personas individuales, sino su comunidad y su cultura, una cultura de esfuerzo, de innovación y de mérito, porque esa es la cultura que queremos, merecemos y necesitamos para nuestro país.
(*) Extractos del discurso pronunciado por el Dr. Jorge Grünberg en la ceremonia de graduación de la Universidad ORT Uruguay, el 21 de julio en el Teatro Solís