Es un gran orgullo transitar este 8M con Julia Galemire, una poeta uruguaya de origen judío sefaradí, nacida hace 101 años cuando también nacía el año 1923. En esta fecha tan especial nos deja estos poemas, extraídos de su libro “La mujer y el ángel: crónica de un poema”.
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La angustia rodea a la Mujer
en su increíble aventura.
Oye los cánticos,
las plurales voces que se elevan
sobre los vanos pudores,
sobre la incomprensión
que se repite en cada sombra
o en cada vereda
en el país donde todo verdor perecerá.
Allí, donde toda vestimenta preanuncia
la desnudez de las frías estaciones,
o las puertas que se cerrarán
a la esperanza.
13
La Mujer recuerda del amor los donaires
y los desencuentros,
la vida transcurrida en un minuto,
el sentirse por instantes
ajena a su ceguera,
apegada ahora a la ciudad
que recogió todos sus pasos
y el dulcísimo sentimiento en la mirada
en la conquistadora
resurrección de la ceniza.
El Ángel acompañó a la Mujer
en su corazón hecho de lumbre y pan.
5
La Mujer piensa en los arrepentimientos,
en ver cómo se fraguan los diálogos,
en los odios que nacen entre papeles
y corrosivas ideas,
minúsculos enemigos que van y vienen,
en las hiedras solitarias
que se deslizan por muros de miedo,
en misterios y leyendas
que fingen ser historias.
La paz que de a ratos
es una larga espera
donde la libertad apenas se insinúa
es un emisario
que aguarda su memoria
y su marcha hacia la luz.
1
Va a morir en su celaje la tarde,
una tarde incontable
entre todas las tardes del tiempo.
Y aquella Mujer
que camina hacia el olvido
avanza indiferente
a cuanto no sea el prodigio de esperar
-la lógica de los signos-
el goce iluminado de lo apacible.
Es el término de un viaje que inició
en el instante en que el árbol
empezaba a respirar el aire amanecido
y crecía en sílabas
el amor de los seres extraños.