Olimpíadas de Berlín 1936: un escándalo histórico

07/May/2021

Uypress- por Ing. Roberto Cyjon

Uypress- por Ing. Roberto Cyjon

En los controvertidos Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, que fueron utilizados por el régimen nazi para exaltar una presunta “superioridad racial”, se produjeron múltiples hechos llamativos. En este artículo, el Ing. Cyjon nos relata sobre la actuación notable de la selección de fútbol de Perú y la “afrenta” que provocó al vencer a Austria y las medidas que el régimen tomó para perjudicar a los incaicos.

Alemania

Comencemos. En dichas Olimpíadas se dio un caso escandaloso, que de no haber sido aquellas, quizás, con muy buena voluntad, podría catalogarse de curioso. Visto en su contexto temporal, para algunos quizás haya sido realmente curioso, al no tener aún posición tomada acerca del nazismo, o engañados por el espejismo propagandístico del evento.

Resulta que Perú se debía enfrentar en un partido de fútbol contra Austria. Era el 8 de agosto en Berlín, y se jugaban los cuartos de finales. En la primera ronda del torneo, Austria venció a Egipto con un marcador de 3 a 1, mientras que Perú le ganó a Finlandia por un contundente 7 a 3. Por lo visto, su estrella deportiva, Lolo Fernández, estuvo inspirado, pues anotó cinco de los goles peruanos. Podríamos suponer “atinado”, que Austria le hubiese ganado a Egipto, pero, quizás, habría incomodado que el otrora imperio precolombino haya vencido a los otrora rubios vikingos. El asunto se tornaba complejo, la final debió haber anticipado eventuales recelos en las autoridades nacionalsocialistas.

¿Por qué me atrevo a adjudicarles cierta responsabilidad política, la cual, en principio, nunca se demostró? Porque si las diversas delegaciones no sabían ni cómo saludar al palco donde Hitler y su cúpula los observaban con orgullo exultante, y hasta los franceses elevaron sus brazos con el saludo fascista, me puedo tomar la atribución de suponer que su voluntad influía en ciertas decisiones. Reitero, no está demostrado. Lo que sí se pueden medir son intenciones. En la documental de Leni Riefenstahl se observa que cada deportista llevaba la bandera de su país en su atuendo, mientras que todos los alemanes lucían la esvástica.

Volviendo al partido, la selección latinoamericana estaba compuesta mayoritariamente por afrodescendientes -al decir actual-, personas no tan bien consideradas por el führer. En otras palabras y para quitarle suspenso, los incas – y encima negros- vapulearon a los arios. Eso no podía quedar así.

Al final del primer tiempo los peruanos perdían por dos goles, y al terminar el segundo tiempo empataban 2 a 2. Se jugó un tiempo extra y fue cuando las condiciones de juego cambiaron drásticamente. Los peruanos le metieron 5 (cinco) goles más a su rival carapálida.

Para empezar, el juez sueco les anuló 3 goles de un saque. Para terminar, los peruanos ganaron, finalmente, 4 a 2, pero el hecho es que ¡no podían ganar! Fue así que comenzaron a surgir argumentos para anular el partido. El que más se popularizó fue que un hincha peruano o, incluso, varios entraron al campo de juego para agredir a los austríacos. Uno de ellos, o ese único, supuestamente llevaba consigo un revolver. Digamos con la mayor flexibilidad posible, que es difícil de creerlo. Es factible imaginar una organización perfecta y estrictas medidas de seguridad teutonas a lo largo y ancho de los estadios deportivos. Tampoco es creíble el otro argumento que circuló: los austríacos se quejaron de las dimensiones de la cancha; aludieron que era más chica que lo reglamentario. Si el primer argumento es difícil de digerir, este -inverosímil-, ya sería difícil hasta de tragar. Lo concreto es que el partido se anuló.

¿Qué pasó después? Los peruanos no pudieron apelar porque llegaron tarde a la reunión debido a un atasco con un desfile militar, por lo que esta no se llevó a cabo. Me dispenso una sana ironía estigmatizadora: llegar tarde a una reunión con austríacos es, razonablemente, peor que meterle cinco goles en un alargue. No fueron escuchados. La Comisión Olímpica, y la ya constituida FIFA -se había creado en 1904 y establecido su sede en la por siempre neutral Suiza- entendieron que los austríacos “tenían sus razones” y que lo mejor sería reiterar el partido a puertas cerradas el 10 de agosto. Los peruanos, quienes “parece” también tenían sus razones, decidieron abandonar las Olimpíadas y por orden expresa de su presidente, el general Óscar Benavidez -no menos rígido en el ejercicio de su poder-, retornaron inmediatamente a su país. Los colombianos también tomaron sus bártulos y se volvieron. Argentina, México, Chile y Uruguay solo se solidarizaron con el hermano país sudamericano.

Perú

¿Cómo terminó el tema en Perú? Recibieron a la delegación como héroes y verdaderos campeones, hubo algunos desmanes contra la embajada alemana, incluso tibias represalias económicas -no quisieron cargar algunas mercaderías a Alemania-, pero optaron por bautizar, simbólicamente, a una montaña de 5.000 metros de altura como “Punta Olímpica” en honor a la memorable victoria de la selección peruana, y masticar históricamente aquella infame derrota.

Uruguay

Y acá en Uruguay, ¿cómo reaccionamos? En nuestro caso sí se dieron varias curiosidades. Antes de contarlas, aclaro que hasta ahora me tomé respetuosas licencias narrativas; en adelante solo presentaré un relato historiográfico basado en datos específicos respaldados en fuentes oficiales. Todas ellas surgen del Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay -Legación de Uruguay en Alemania, Caja 1, 1931-1939, Carpeta 337, “Olimpíadas Berlín 1936”-.

Pongámonos previamente en escena para abordar un panorama amplio de ambiente de época. En lo que refiere al futbol debemos retroceder a casi dos décadas antes a las Olimpíadas de 1936. La Celeste obtuvo significativas victorias en 1924, 1928 y 1930, a las que las izquierdas, grupos de trabajadores y ciertos sindicatos creían que se les daba un “uso patriotero” por parte de los políticos y del gobierno. Es así que surge La Federación Roja del Deporte, con vigencia entre 1920 y 1930. Su propósito era enfrentar al “futbol burgués”, por lo que la FRD se vinculó a la Internacional Roja del Deporte (IRD) fundada en Moscú en 1921, que dependía directamente de la Internacional Comunista. Es decir, miraba a Rusia con fervor ideológico y pertenencia al Partido Comunista.

También se fundaron la Liga de Football del Centro de Protección de Chauffeurs, en 1923 -anarquista-, y La Federación Democrática de Football -socialista-. Algunos de los clubes asociados a la FRD se denominaron: Alas Rojas, Leningrado, La Internacional, Hacia la Igualdad, Soviet y Guardia Roja, entre otros con referencias locales y asociadas a costumbres y calles: Mate Amargo, Sportivo Ejido. Su único fin era “liberar al proletariado del yugo capitalista, desarrollar la energía física y favorecer la educación política y revolucionaria de los trabajadores”. Respecto al envío del combinado celeste a las Olimpíadas de 1924 en París, el órgano de prensa comunista Justicia expresaba: “La burguesía al mandar este team de football a través del océano, deposita en ellos todo su ‘patriotismo’ haciendo creer a los incautos (…) que en dicha olimpíada se impondrá la raza, punto este capital para sumir en la esclavitud a los pueblos”[1]. Ante las Olimpíadas de 1928 en Ámsterdam, y el Campeonato Mundial de 1930, la organización de mítines de la FRD “contra el Campeonato Mundial burgués y chauvinista”, no logró imponerse a la mucho más unánime pasión futbolera nacional, y desde comienzos de 1933 no se tienen más noticias de sus actividades. Se podría coincidir con el historiador Carlos Demasi, en su libro: “La lucha por el pasado”, que el Estadio Centenario construido en 1930 es un referente como un hito, un “lugar de memoria” en los uruguayos [2]. Nutriente identitaria, proyectada con intensidad en 1950 y, en cierta medida, eventualmente vigente en el ser nacional, que dejaremos para el final.

En nuestro país hubo interés en participar del gran evento mundial. El Banco Alemán Transatlántico otorgaba facilidades a los que deseasen viajar a las Olimpíadas, así fuesen deportistas o turistas.  Uruguay envió atletas en deportes de remo, vela, basquetbol, boxeo y esgrima. Estaban interesados en participar en la Inauguración y ser bien recibidos. En Italia, con razón, lamentaron que no hayan concurrido los futbolistas. O sea, no hubo futbol uruguayo en Berlín 1936. No obstante, fue designado un selecto repertorio de personalidades como integrantes del Comité Olímpico Uruguayo. Entre otros, el Coronel Juan Pedro Ribas, Presidente de la Comisión Nacional de Educación Física; Don Alberto Dagnino, Intendente Municipal; Elbio Estrada Susviela, nominado presidente de la delegación; Julio Rodríguez; Dr. Domingo Bordaberry; Dr. Luis Roberto Ponce de León; Bruno Luedeke; Roberto Fontaina; Luis A. Sciutto; Dr. José Faravelli Musante y Leandro Gómez Harley; el Sr. Luis F. Dupuy, “distinguido deportista”; así como Francisco Ghigliani, presidente del Comité Olímpico Uruguayo; también se designó al Sr. Francisco. Campolongo como delegado de la Federación Ciclista. Nominaciones todas decididas ya desde el mes de mao de 1936. Ellos fueron quienes informaron lo que estaba sucediendo, mediante un telegrama a Cancillería.

La prensa nacional estuvo atenta a los acontecimientos. Dadas las circunstancias de tensión creadas circularon varios telegramas. El Ministerio estaba preocupado por su costo y quién debía pagarlos. Decidieron pasarle los gastos a la Asociación Uruguaya de Football.  Fue así que la Comisión Nacional de Educación Física envió una carta más extensa, el 13 de agosto, remitida directamente al ministro de Relaciones Exteriores, Dr. José Espalter, explicando su posición y la resolución a la que arribaron. En ella se expresaban abundantes elogios a la Liga de Football peruana. Resumo su contenido: “(…) relativo a la resolución de la FIFA, a raíz del triunfo de la representación footballística peruana en su partido contra la austríaca: 1º.- Que se solidariza moralmente, sin ninguna reserva, con la actitud de justa protesta de las entidades deportivas y del pueblo peruano (…) 2º.- Que propiciará la organización de juegos olímpicos del Continente, y toda otra medida de solidaridad americana tendiente a imponer el espíritu de justicia deportiva (…) 3º.- Que no dispone el retiro de la delegación Olímpica Uruguaya, porque el Comité Olímpico organizador del Certamen, no se solidarizó con la actitud de la FIFA.- (…) Firman: Juan P. Ribas Presidente, Aníbal Roig, Secretario honorario”. Luis F. Dupuy, por su parte, le informó al presidente de la Liga Uruguaya de Football, el Dr. Raúl Jude, que se había negado al dictamen de la FIFA, pero no se reconoció su inaceptabilidad. El Ministerio de Relaciones Exteriores ordenó, el 24 de agosto de 1936, que se le dé conocimiento de la carta a la Legación de Perú.

A su vez, el embajador de Uruguay en Lima Perú, Pedro Erasmo Callorda, cursó una misiva a cancillería, el 3 de setiembre de 1936, con el título: “Asunto: Lo ocurrido en Berlín con los futbolistas peruanos. Un artículo de El Comercio.” Comenta acerca de las protestas surgidas en Perú en las calles y por radio durante varios días. Agrega, entre otros detalles, que: “(…) las instituciones deportivas de América protestaron, pero no se retiraron de esa capital.” Cita una meditación del diario que “pone de transparencia el espíritu que anima a los dirigentes de este país (…) Ni internacionalismo mundial, ni americanismo continental, sino nacionalismo peruano: tal es la base del vigor de los pueblos y del progreso de los países; todo lo demás es ilusorio y cobardía enmascarada”.

La perspectiva alemana fue otra respecto a la delegación uruguaya. Los protagonistas uruguayos directos en las Olimpíadas recibieron sendos reconocimientos germanos. La condecoración Olímpica Alemana de I Clase fue otorgada a los señores Dr. Domingo Bordaberry; intendente Municipal Don Alberto Dagnino; al presidente del Comité pro participación del Deporte Uruguayo en la Olimpíada de Berlín, agrimensor Isaac Díaz; Elbio Estrada Susviela; presidente de la Comisión Nacional de Educación Física, coronel Juan Pedro Ribas y a Julio Rodríguez. La Condecoración de II Clase, fue otorgada a los señores Dr. Luis Roberto Ponce de León y Bruno Luedecke. La Recordación Olímpica Alemana fue otorgada a los señores Roberto Fontaina y Luis A. Sciutto.

Más aún, el embajador alemán en Uruguay, Otto Langmann, el 16 de marzo de 1938 -un año y medio después de las competencias- comunicó que “el fhürer y canciller de Alemania, Adolf Hitler, ha otorgado las siguientes condecoraciones” a una lista de personalidades, y que las entregará personalmente en su legación. La dinámica de un mundo en efervescencia podría haber significado que dichas consideraciones tuviesen otros móviles, pero la presencia de una medalla específicamente olímpica reflejaba trazos vigentes referidos a las mismas. Adjuntamos el original.

El 30 de agosto de 1937- transcurrido un año – ya habían informado de un complemento de condecoraciones que les quedaron pendientes, para los señores Arquímedes Rondini y Domingo Bruzzone.

Este aporte configura una perspectiva histórica de claroscuros del futbol internacional y nacional, que entendimos interesante refrescar. El conjunto de datos contribuiría a considerar cómo ciertas pátinas del tiempo, incluyendo ideologías y políticas de coyunturas, tanto locales como internacionales, habrían moldeado, para nosotros y universalmente, la ontología de este deporte tan venerado.

Reservé para el final una reflexión acerca de una nutriente identitaria nacional y adicional a la de 1930, surgida a partir de 1950. Según el historiador Raúl Jacob, “hacia los años cincuenta Uruguay tenía un escudo oficial y otro imaginario. Del oficial no hay nada que agregar. Había sido heredado del siglo XIX, su uso había sido perpetuado por el tiempo, la tradición, y es el vigente hoy día.”[3]  Posteriormente agrega: “El imaginario era otro (…) el que retuvo el cernidor luego de tamizar los polvos mágicos destinados a hallar los rasgos nacionales (…)”.[4] Jacob supone ese escudo imaginario con cuatro figuras: la playa, una urna electoral, una pelota de fútbol y un mate.

¿Mantienen actualidad estas suposiciones de los años 30’s y 50’s del siglo pasado? La dejo picando por acá.

ROBERTO CYJON

 Ingeniero, magíster en Historia Política, expresidente del Comité Central Israelita del Uruguay

[1] Porrini, Rodolfo, “Izquierda uruguaya y culturas obreras. Propuestas ál aire libre´: el caso del futbol (Montevideo, 1920-1950)”, Diálogos, v. 16, n.1, pp. 69-95, jan.-abr./2012. Universidade Estadual de Maringá, Maringá, Brasil, Justicia, 10 de junio 1924, p. 82.

2 Demasi, Carlos, (2004), “La lucha por el pasado: historia y nación en Uruguay (1920-1930)”, Montevideo: Trilce, p. 153.

[3] Lo recordamos: una balanza, el Cerro, un caballo y una vaca.

[4]Jacob, Raúl, (1996), “Más allá de Montevideo, los caminos del dinero”, Montevideo: Editorial Arpoador, p. 9.