Mucho más que una beca

31/Mar/2017

El País- por María Elena Triay

Mucho más que una beca

Si los sentimientos ocuparan espacio, el amor no hubiese entrado en el auditorio de la universidad ORT durante la presentación de la beca en memoria a la Licenciada Sandra Lev Asaravicius, fallecida en noviembre de 2015.
Familiares, amigos, colegas y autoridades de la universidad se congregaron para recordarla y conocer a Elisa Vanoli, la becaria 2017.
“En la tradición judía, una de las cosas que siempre se nos inculca es que luego que una persona fallece debemos mantener vivo su recuerdo a través de buenas obras. Nosotros quisimos hacer algo que pensamos ella hubiese querido hacer: ayudar a otros a cumplir sus sueño como ella cumplió el suyo”, explicó Eli Aljanati, ex esposo de Sandra.
Y en ese mismo sentido, Enrique Remuñán, secretario de Servicios a Estudiantes de la ORT se mostró admirado y feliz: “La familia de Sandra logró convertir el dolor en un puñado de alegría y de oportunidades, hace permanente la generosidad de Sandra en algo posible y concreto”.
En este año lectivo, se concreta la segunda edición de esta beca que cubre el 50% de la cuota de la carrera Ingeniería en Biotecnología durante los cinco años del plan de estudios, pero también apoya al becario en otros planos, como el afectivo. Familiares y amigos de Sandra conforman para los becarios una nueva familia con la que contar (con grupo de Facebook incluido), personas dispuestas a darles una mano y sobre todo estar presentes, charlar cuando lo necesitan, acompañarlos cuando estén solos.
Y esto hace a la beca aún más valiosa, en especial para Elisa, que se acaba de mudar desde Melo, y Mathías Meyer, el becario 2016 que llegó a Montevideo desde Paysandú hace apenas un año y algunos meses. Ambos se instalaron en la capital a muchos kilómetros de sus familias pero decididos a perseguir sus sueños, con el afán de progresar, adquirir conocimientos y volcarlos en cosas positivas para la comunidad. Elisa y Mathias, que a partir de ahora también serán un equipo, comparten las mismas ganas y el mismo amor que Sandra sintió por la ciencia.
Sandra se recibió de bioquímica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, hizo algunos cursos en el exterior y un posgrado en Uruguay. Poco después de su primer trasplante en 2003 tuvo que alejarse del laboratorio por estar inmunosuprimida, pero más allá de las dificultades vivió y recordó esa etapa de trabajo con mucha alegría.
Su familia asegura que una de las cosas más importantes para Sandra era el saber, en especial el vinculado a las ciencias biológicas. Eli la conoció en 1997 y recuerda sus esfuerzos para estudiar e imponerse ante las dificultades para dedicarse a la ciencia en Uruguay. Allí, la pasión, la fuerza y las ganas a pesar de todo se impusieron y cumplió su sueño.
Ganas y anhelos que también fueron protagonistas no solo en lo profesional, sino también en la vida personal donde mostró sus mejores dotes como esposa, madre, hija, hermana y amiga. En esos roles siempre fue el motor y sus allegados recuerdan que cuando decía que iba a hacer algo, indefectiblemente lo cumplía y cómo su fortaleza siempre los impulsó hacia delante.
“Ella quería siempre más, lo posible y lo imposible”, recordó su papá, Monis Lev. “Más allá del apoyo que les damos con la beca, hay un egoísmo nuestro de querer perpetuar el nombre de Sandra apoyando a otra gente, como ella siempre fue apoyada”, reflexionó.