La neurología moderna ha comprobado que el que vive en
búsqueda de placeres, es mucho menos feliz que el que vive por un ideal y para
los demás. Generar y mantener fuertes vínculos emocionales, dar y ser útil
genera más felicidad que cualquier otra cosa.
Los judíos no deseamos que el año nuevo sea feliz, sino
bueno y dulce. La lógica es simple, el objetivo correcto no es alcanzar el
placer de la felicidad sino vivir de manera significativa. Bueno es crecer,
salir de la zona de confort y apreciar nuevos horizontes. Bueno es trabajar
duro para mantener relaciones sanas. Vivir y luchar por ideales y desarrollarse
constantemente es una tarea muy difícil, hay que soportar los momentos de
amargura para luego seguir creciendo. Evolucionar es bueno, pero no siempre es
dulce.
El deseo de “Que tengas un año bueno y dulce”,
refleja la milenaria filosofía hebrea que nos enseña que la vida es como la
luna, hay días en la vemos llena e iluminada, en otros días no se la ve, pero
con toda seguridad volverá a estar iluminada. De hecho, la primera ley de la
Torá para la nación Israelita es observar y santificar la luna, nuestro
calendario es lunar. En la cultura Griega el sol es el modelo alabado, segun su
filosofía deberíamos “brillar” constantemente y buscar y aparentar la
felicidad a todo costo.
La felicidad llega cuando no la perseguimos. Es lo que dice
nuestra tradición y la ciencia moderna. Si el objetivo es tener un año bueno,
con objetivos claros, con una actitud altruista y de crecimiento constante,
seremos felices. Todo depende únicamente de nosotros, de nuestra mirada.
A la querida Comunidad Judía del Uruguay y a nuestros
queridos hermanos no judíos, deseo de corazón, que tengamos todos un muy buen y
dulce año. ¡Shaná tová umetuká!
Gran Rabino Max Godet
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