Los nazis y Medio Oriente

14/Mar/2016

El País

Los nazis y Medio Oriente

En enero pasado y por primera vez desde
1945, el único libro escrito por Adolf Hitler, cuya primera edición data de
1925, fue publicado en Alemania. El Instituto de Historia Contemporánea de
Munich fue el responsable de una edición crítica del panfleto político Mein
Kampf. Sin embargo, su divulgación ha sido amplia en estos años en Medio
Oriente, así como la influencia de sus ideas.
Ya en 1933, con la llegada de Hitler al
poder, algunas de sus partes fueron traducidas en árabe. En aquel entonces
interesaba mucho la crítica de Mein Kampf al “diktat” del tratado de
Versalles de 1919, por el cual Alemania había salido muy mal parada de la
Primera Guerra Mundial. En el mundo árabe la queja nacionalista también iba
contra Gran Bretaña y Francia, quienes con el fin de la guerra se habían
beneficiado de la caída del Imperio Otomano, pero que nada habían hecho para
otorgar soberanía e independencia a los árabes en sus territorios.
El culto del jefe, la glorificación de la
juventud y de la fuerza, la importancia dada a la cultura popular y a la
identidad colectiva, y el extendido nacionalismo político y cultural fueron
todas dimensiones del nacional-socialismo que sedujeron a los movimientos
panárabes en sus reivindicaciones políticas y voluntad de soberanía. En los
años 20 y 30 del siglo pasado, el partido sirio nacionalista social y una parte
de lo que será luego el partido Baas, en Siria; las falanges libanesas, en
Líbano; el partido joven Egipto, en El Cairo, y el grupo paramilitar Al-
Futuwwa en Irak, tuvieron todos en común su admiración por el modelo político
nazi.
Incluso la sociedad de los Hermanos
Musulmanes, fundada en Egipto en 1928 y que hasta hoy tiene gran vigencia,
recibió apoyo financiero de los nazis alemanes en los años 30, según el
reciente estudio del historiador Motadel, Islam and Nazi Germanys War. En los
años de la Segunda Guerra Mundial, la propaganda nazi en el mundo árabe fue muy
importante, a partir sobre todo de la difusión de la radio “Berlin in
arabic”, con sus programas en árabe que diseminaban constantemente
mensajes antijudíos.
En 1950 el integrante de los Hermanos
Musulmanes Sayyid Qutb, cuya prédica es hoy una de las más influentes dentro
del islam fundamentalista, publicó Nuestro combate contra los judíos, en una
alusión apenas velada al texto de Hitler. Allí escribe cosas como “Alá
envió a Hitler para dominar a los judíos”, y “oremos a Alá para que
envíe a otras personas para imponer las peores penitencias a los judíos: así se
realizará su promesa implícita”. Pocos años más tarde, en 1963, Mein Kampf
se publica íntegramente en árabe. La traducción fue obra de un nazi alemán
exiliado en Egipto y convertido al islam.
Más cerca en el tiempo, el historiador
franco-libanés Achar escribió en 2009 su estudio Los árabes y la Shoah. Allí mostró
que la vasta influencia de la prédica antijudía del nacional-socialismo se
encuentra en distintos movimientos políticos, con sus “delirios
antisemitas islamizados”, como por ejemplo en los casos de Hezbollah en
Líbano y de Hamas en Palestina. Pero también ella se encuentra en la buena
recepción que en todo Medio Oriente tienen las tesis históricas negacionistas
que buscan relativizar, o directamente negar, que la Alemania nazi haya llevado
a cabo la Shoah para aniquilar a los judíos. Así por ejemplo, en 1996 el
negacionista francés Garaudy fue recibido triunfalmente en Egipto, incluso por
el gran imam de la mezquita Al Azhar de El Cairo, una de las mayores
autoridades religiosas de ese país.
Finalmente, si bien no forma parte del
mundo árabe, Irán es sin duda una potencia influyente en todo Medio Oriente y
en particular para la rama musulmana chií. Allí también las declaraciones
antijudías se han multiplicado en estos años. Conocida es, por ejemplo, la
posición negacionista de su expresidente Ahmadineyad (2005-2013), que en 2005
declaró que el genocidio judío era un mito y una leyenda. En 2007, Teherán no
votó en Naciones Unidas una resolución condenando cualquier tipo de negación
del Holocausto. Y en 2008, Ahmadineyad declaró que “el irresistible hundimiento
del peligro judío permitirá al mundo vivir en armonía y fraternidad”.
La prédica antijudía en el mundo musulmán
de Medio Oriente tiene fuertes influencias nazis. Importa recordarlo cuando
ocurren tragedias como el asesinato de David Fremd en Paysandú. Porque fue
cometido por alguien que dijo ser “enviado de Alá”, pero sus raíces
ideológicas no son tan exóticas como parecen.