Los invitados de Sucot.

20/Sep/2021

Por Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU  

Por Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU  

La Torá (Pentateuco) dice que antes de llegar a la Tierra Prometida, el pueblo hebreo habitó en Sucot (tiendas, cabañas)  durante 40 años en el desierto.  Para recordarlo, la Torá ordena observar la festividad de Sucot. 1 En la foto: Sucá en la vereda de una avenida.

El libro de Éxodo dice que en el desierto, la Presencia Divina envolvió todo el campamento hebreo, protegiendo al pueblo de todo daño, de los enemigos, incluso del mal tiempo. Los Rabíes describen la Presencia Divina como “La Gloria del Señor”. ¿Cómo podemos imaginarla? Tal vez, ¿cómo una nube que cubre el cielo al atardecer? Nos deja ver apenas, el azul del cielo, como el techo de ramas de la cabaña que se prepara para la festividad de Sucot. Los rabíes del Talmud,2 dicen que la Sucá  es un símbolo  para tener siempre presente esa Nube de Gloria.

Siguiendo la tradición, en los días de Sucot se invitan amigos para    compartir la Sucá y también ushpizin, huéspedes bíblicos, para los que se dejan sillas vacías, prontas para recibirlos. Esos invitados tradicionales son siete, uno por cada noche.  Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y el Rey David. Al invitar a cada uno, el dueño de casa reza: “Señor mío, Rey del Universo, en mérito a las acciones de  este invitado  que invoco, ayuda a tu pueblo”. Cada huésped bíblico es llamado con la esperanza de compartir sus cualidades, y al hacerlo, tender un puente entre el Señor y Su pueblo.

¿Qué simboliza cada uno de esos invitados bíblicos? Según la tradición, simbolizan atributos del Señor, que los hombres tratan de adquirir. Abraham manifiesta Hesed  (bondad, piedad, compasión).  Isaac, representa Guevura (severidad). El aceptó el severo juicio del Eterno en el episodio de la akedá  (a veces  traducido el sacrificio) de Isaac. El hombre tiene que aprender a ser severo consigo mismo. Jacob, recuerda a Tiferet (hermosura). Lo hermoso de Jacob fue su conducta, supo aceptar a Lea tal como era (al parecer no muy bonita) y al mismo tiempo, esperar y trabajar por Rajel, a la que amaba.

La tradición dice que José simboliza Netzaj (victoria). La victoria sobre sus malos hermanos, y especialmente sobre sus propios instintos. El no accede a  la lujuria de la esposa de Putifar. No se deja vencer por el deseo de vengarse de sus hermanos, al contrario, los ayuda a establecerse en Egipto, donde no pasarán hambre.

La cualidad de Moisés es Hod, Gloria. El midrash dice que en el Monte Sinaí, Moisés vislumbró la Gloria del Señor.

Aarón  fue el primer cohen gadol, gran sacerdote. El atributo de Aarón es Yesod (Intimidad). Es lo que necesita cada ser humano para la plegaria que se reza en profunda intimidad consigo mismo y con el Eterno. ¿Y qué puede simbolizar el Rey David? El Señor del Universo es Rey de Reyes, David recuerda la cualidad humana de Maljut, (majestad). Si bien Saúl fue el primer Rey de Israel, es de la semilla de David,  segundo rey de Israel,  que nacerán los reyes posteriores. El Mesías, según la tradición,  será de la Casa de David.

Maimónides (siglo XI) dice que Sucot nos recuerda nuestros orígenes. No nacimos en cuna de oro. El dinero y las comodidades pueden venir y pueden irse. Nos preocupamos, tal vez demasiado, por los objetos que tenemos, la vajilla de porcelana y las copas de cristal que no usamos por temor a que se rompan. Y no nos damos cuenta de que casi todas  esas cosas, nos van a sobrevivir. ¿Para cuándo y para qué las guardamos?

Dijeron los rabíes: para darle importancia al simple hecho de tener  nuestro techo, no  hay nada mejor que vivir una semana sin techo, en una Sucá. A las comodidades de todos los días, no les damos importancia  hasta tener que vivir sin ellas.

Una historia cuenta que  rabí Abraham Ioshúa Heschel de Apt, en el siglo XIX, recibió en su casa a un viajero en vísperas de Sucot. El huésped se dio cuenta de que el rabino le hablaba a las sillas vacías de la Sucá y le preguntó respetuosamente con quién conversaba. El rabino contestó:

-Con los ushpizin.

-¿Usted los ve? Preguntó el hombre. ¿habla con ellos?

-Si.

-Rabí, por favor. Permítame verlos a mí. No hay nada que desee más en el mundo.

-Esa visión te trasladará al Olam Abá, al otro mundo, contestó el rabino. No podrás regresar.

-Estoy enfermo y sé que pronto moriré. Vislumbrar la Gloria del Señor es mi mayor deseo. No tengo hijos, sólo me preocupa que alguien se encargue de decir Kadish (oración de difuntos) por mí, después que muera.

-Mi familia dirá Kadish por ti, prometió el rabino.

El relato cuenta que en esa noche de Sucot, el huésped pudo ver a los ushpizin, en la madrugada falleció y al día siguiente fue enterrado en el cercano cementerio de Kolvisov. Los alumnos y descendientes del rabí, siguen diciendo Kadish por él.

El séptimo día de Sucot es Hoshana Rabba (gran ayuda).  La tradición dice que esa  medianoche, los cielos están abiertos. ¡Cualquier cosa es posible! Ese es un momento de profundos valores místicos, el alma que lo busque, puede acceder a alturas inimaginables.  Los ruegos de los seres humanos en esa oportunidad, llegarán con la rapidez del viento, al Señor.

“Y en el octavo día hubo solemne asamblea”, dice el libro de Nehemías.3   Esta es la festividad de Shminí Hatzeret, en la que desde los  tiempos de Ezra y Nehemías, el pueblo se reúne  en solemne fiesta. Ese día, tradicionalmente  se ruega al Señor que envíe la lluvia  en su tiempo y en la forma que se necesita. Ni lloviznas ni diluvios, sino buena lluvia.

El noveno día es Simjat Torá (Alegría de la Torá).  Durante ocho días los seres humanos hemos pedido ayuda al Señor. El noveno día nos regocijamos con la Ley que el Señor nos envió para ayudarnos. Esta es una fiesta que surge con fuerza a partir de la tradición de las academias rabínicas de Babilonia, (siglo VI e.c.) que repartieron la lectura de toda la Torá en un año.  (En las épocas de Ezra y Nehemías, las porciones diarias de la Torá eran más cortas, la Torá se leía entera en un ciclo de tres años).   Desde los tiempos de los rabíes de Babilonia, esta es la ocasión en que en las sinagogas, cada año se termina la lectura de la Torá con las últimas frases del libro de  Deuteronomio y comienza la lectura  del libro de  Génesis para indicar que el estudio de la Torá siempre continúa. Es la oportunidad en que los hombres bailan gozosamente, abrazando la Torá con amor.  Las mujeres también bailamos en Simjat Torá, pero en la tradición ortodoxa, las rondas de baile son separadas para varones y mujeres y sólo los hombres abrazan la Torá.

Un cuento dice que una vez en Sucot, vinieron muchos visitantes a casa del rabí  y la esposa se empezó a desesperar. Tenía solamente cuatro platos de sopa. ¿Cómo alimentar a tantos huéspedes?

-Pondré medio plato de sopa a cada uno, dijo ella  a su marido.

-No te preocupes, mujer, dijo el rabí. La Presencia Divina nos acompaña en la Sucá. El Señor proveerá.

Ella puso medio cucharón de sopa en cada porción. Empezó a llover  y  la lluvia llenó  los platos. Los hombres tomaban la sopa y cada vez, la lluvia volvía a llenar los platos.

-Esta sopa es milagrosa, rabí, decían los invitados. ¡Nunca se acaba en el plato!

1 Exodo. 23:43.

2 Talmud: Recopilación de jurisprudencia hebrea, se integra con 63 Tratados, que elaboran cada uno, distintos temas. Esta cita es del Tratado Sucá (cabañas) folio 11ª.

3 Nehemías, 8:18 .