Lo que verdaderamente hay detrás de un boicot

13/Jun/2022

Semanario Hebreo Jai- por Prof. Oscar Destouet

Semanario Hebreo Jai- por Prof. Oscar Destouet

Hace unos días un grupo de personas se presentó ante la AUF reclamando que la Selección uruguaya de fútbol no concurra a entrenar a Israel previo al campeonato mundial en Catar. (Agregado de CCIU: el Vicepresidente de la AUF Dr. Gastón Tealdi, expresó en declaraciones para AUF TV que “la preparación de nuestra selección está prácticamente confirmado que va a hacerse en Israel hasta el 20 de noviembre que se viajará de Tel Aviv a Doha, la idea es que entre el 10 y el 20 de ese mes se realice un partido ante la selección de Israel”) En la foto: la selección de fútbol de Israel.

Este valioso artículo fue escrito por el Profesor Oscar Destouet antes de la feliz y oportuna confirmación del viaje de la Celeste a Israel a un partido amistoso con el seleccionado israelí de fútbol y el fin del entrenamiento antes del Mundial en Catar. Ya está claro que Uruguay jugará en Israel en noviembre. El final feliz y la no rendición de la AUF ante las presiones de los enemigos de Israel, nada quita al valor de esta nota.

Los boicots son prácticas de acción política que dan como resultado mayores perjuicios que sus supuestos beneficios si es que estos existieran. Si agregamos una mirada parcial que posiblemente solo esconde otras razones que no se anima el proponente a declarar públicamente, el resultado solo daña. Hace unos días un grupo de personas se presentó ante la AUF reclamando que la Selección uruguaya de fútbol no concurra a entrenar a Israel previo al campeonato mundial en Catar. En Israel viven, estudian y trabajan miles de compatriotas, algunos de ellos residentes desde que fueran obligados a exiliarse en tiempo de dictadura. En declaraciones públicas los impulsores no se explayan en el contexto de situación ni del conflicto ni de la región. Al omitir toda referencia al sufrimiento por goteo del pueblo israelí se toma partido por solo un sector en pugna que representa también la antípoda a un pensamiento progresista y pro derechos humanos. Su gente carece de todos los derechos humanos reconocidos en el mundo, sin libertad y sumidos en la pobreza y ello no es responsabilidad del Estado de Israel. Como un simple uruguayo progresista y activista de los Derechos Humanos rechazo el discurso discriminador a un pueblo-el israelí-  y a un Estado-Israel- que tiene derecho a existir.

Uruguay colaboró en 1947 desde la ONU a la concreción de la resolución Nº 181 que estableció la partición del territorio llamado Palestina bajo dominio británico en dos Estados, uno judío y otro árabe, iniciativa en la que tuvo destacada actuación diplomática el Dr. Enrique Rodríguez Fabregat quien años más tarde integró el núcleo fundador del Frente Amplio y en dictadura debió exiliarse. En mayo de 1948 se concretó la independencia de Israel. Los árabes no aceptaron la fórmula y varios y poderosos Estados árabes  lanzaron el ataque que los judíos denominaron Guerra de la Independencia. Los judíos lograron vencer y desde aquel entonces la tensión es continúa hasta hoy en día. Hubo momentos en que múltiples y poderosos Estados árabes aliados atacaron a Israel, y fueron derrotados. Hubo cortos tiempos de aparente paz y otros donde la política dominante fue la acción terrorista palestina y una durísima respuesta israelí. Hubo quienes intentaron dialogar y negociar, surgidos desde el interior de ambos bandos y desde fuera de la región. Pero la paz aún está lejos.

Los promotores del boicot aducen violaciones a los Derechos Humanos por parte de Israel. Si bien no conozco país en el mundo que cumpla a cabalidad la red de derechos que dignifica y protege a los humanos, las violaciones no son todas de igual calibre. Israel recibió en una semana de mayo del año pasado (entre el 10 y el 17 de mayo 2021) 3150 cohetes disparados desde Gaza, relató la agencia de noticias alemana DW, que en un 90% fueron interceptados en el aire. De no ser así hubieran caído sobre la población civil. Fue la peor escalada desde el ataque durante 50 días en el 2014 cuando desde la Franja de Gaza se dispararon 3393 misiles, algunos de ellos dirigidos a la populosa Tel Aviv. La respuesta israelí no se hizo esperar y fue muy dura y se empleó de una sofisticada tecnología. La más conocida, el sistema defensivo Cúpula de Hierro se había instalado en el 2011. Funciona con un sistema de detección de radar y análisis que primero detecta el lanzamiento de cohetes y luego determina si la trayectoria del mismo representa una amenaza a zonas pobladas o infraestructuras de relevancia en territorio israelí. La cúpula envía otro misil para interceptarlo y detonarlo en el aire.

Nadie o casi nadie quiere la guerra. No aprobamos ninguna muerte violenta y quisiéramos que nunca mueran no involucrados en la guerra que Israel tiene que librar contra el terrorismo.  Pero comprendemos la necesidad de Israel de defender a su gente y territorio de los terroristas fanáticos religiosos que salen al mundo con la “misión” de exterminar judíos y a cualquiera que se interponga en su camino. A eso se agrega otra dimensión preocupante: por un lado, festejos de palestinos cuando se enteran de israelíes muertos en atentados y por otro, la indiferencia del mundo.

Visité Israel en tres oportunidades, dos por estudios y la tercera por asuntos personales. No es fácil hacer el desembolso para esos viajes al otro lado del mundo, pero mi ahorro para ello siempre valió la pena. Ansío poder ir una cuarta vez. Recorrí todas las veces posibles el casco viejo de Jerusalén, un espacio mágico donde conviven judíos, musulmanes, cristianos, drusos, ateos, ultra religiosos, amantes de la historia e indiferentes. Todos conviviendo sin que nadie pregunte adónde vas o de dónde venís. Respiré libertad y respeto. En un ámbito de gran diversidad cultural, histórica y religiosa aprendí a valorar aún más a todos los humanos, que debemos ser iguales en derechos y dignidad. Discriminar es una terrible aberración de los humanos que los/nos hace inhumanos. Resta recorrer aún un largo camino.

El antisemitismo es un flagelo que azota a la humanidad, no sólo al pueblo judío que es su víctima. Y menciono “antisemitismo”, porque el llamado a boicotear al Estado judío es una expresión de dicho flagelo. Hiere a todos como hirió el apartheid sudafricano al igual que la discriminación y el desprecio a “otros” por ser diferentes a la mayoría en un territorio determinado. Ser o pretender ser distinto no es delito sino parte de la condición humana. Reconozcamos y aceptemos todas las diferencias. Una política de Derechos Humanos debe recurrir al diálogo, la negociación y al reconocimiento del valor del otro para llegar a acuerdos. Es posible, depende de todos nosotros. La cuestión es comenzar…