Las relaciones israelo-palestinas

04/May/2011

La República, Alberto Couriel

Las relaciones israelo-palestinas

4-5-2011 Por Alberto Couriel |*|
La creación del Estado de Israel es fruto de las relaciones internacionales que surgen al finalizar la Segunda Guerra Mundial con una hegemonía militar, política y económica de EEUU. La existencia del Holocausto, una de las páginas más negras de la historia de la humanidad, contribuyó decisivamente a la partición de Palestina en dos estados: un Estado Arabe, que no se concretó, y el Estado de Israel. Este le da seguridad al pueblo judío, que logra por esta vía un hogar y una patria para protegerse. La existencia del Estado de Israel les cambia la vida a los judíos de la diáspora, que frente a diversas dificultades tienen una tierra que los recibe y los protege. En estos 63 años de vida, Israel ha tenido extraordinarios éxitos en los campos militar, económico, social y político. Tiene grandes avances tecnológicos en distintos campos, la gran mayoría de sus exportaciones son de alta tecnología y su democracia es muy estable, se esté de acuerdo o no con los distintos gobiernos de turno.
En pleno siglo XXI se plantean fuertes brotes de antisemitismo, especialmente en Europa, después de 23 siglos de discriminación, e inclusive la negación del genocidio que ejecutaron los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Por ello, es muy importante garantizar y asegurar la existencia del Estado de Israel. Pero para ello es fundamental la existencia de dos Estados: el de Israel y el de Palestina. Para Israel, para alcanzar la paz y la seguridad, que es su problema central, pero también para asegurar su sobrevivencia. Hoy está articulado militar y políticamente a EEUU, pero en el futuro esto puede tener sus límites. Pero también por razones demográficas. Por supuesto que el pueblo palestino tiene todo el derecho de tener su propio estado con fronteras seguras, con autonomía e independencia. Para lo cual es necesario combatir los fundamentalismos religiosos, vengan de donde vengan.
Cuando la política se mezcla con lo religioso se pierde racionalidad y se dificultan los acuerdos vitales para la paz. La paz es central y requiere justicia y seguridad, pero además el respeto y la tolerancia al otro, el de otros valores, de otras culturas, de otras religiones. El papel de los sistemas educativos es de primera importancia. Hay que generar valores de convivencia pacífica y una verdadera cultura de respeto y tolerancia al otro, como supo lograrlo en su historia Uruguay. Es imprescindible obtener la confianza entre ambos pueblos, para dialogar, para discutir pacíficamente, para que no tengan el temor de que en cualquier momento se pueden matar entre seres cercanos. Esta es la base de sustentación social, imprescindible para asegurar que cualquier acuerdo de cúpula alcance la certeza y la seguridad de su cumplimiento.
Los conflictos en la región tienen muchos siglos, por ello es indispensable el papel de la comunidad internacional para alcanzar los necesarios acuerdos de paz. El grupo de los 4 (EEUU, Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas) tiene a su cargo esta tarea. EEUU sigue siendo una potencia mundial relevante en el plano militar, en el comunicacional e inclusive en el financiero.
El gobierno de Clinton hizo importantes esfuerzos en el pasado. La Unión Europea vive una profunda crisis económica y financiera y ha perdido poder en el plano internacional. La debilidad de las Naciones Unidas se ha mostrado en su incapacidad de resolver los distintos conflictos que ocurren en el plano internacional. Rusia presenta una cierta cercanía con Irán, que tiene un papel muy importante en el conflicto, tanto para atenuarlo como para profundizarlo. No olvidemos que su presidente proclama la necesidad de extinción del Estado de Israel. China, la gran potencia económica emergente, juega su influencia política en el plano regional.
En estos meses se agregan los conflictos en el mundo árabe que también pueden tener repercusiones en Medio Oriente, especialmente los de Egipto y los de Siria. Las potencias occidentales, especialmente EEUU, Inglaterra y Francia, están preocupadas por sus intereses económicos vinculados al petróleo, por el temor al islamismo después de los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001, e inclusive por las repercusiones sobre Israel. Debemos denunciar los bombardeos de estas grandes potencias a Libia, que asesinan a ciudadanos indefensos apelando a razones humanitarias. Pero el futuro de estas revueltas muestra muchas incertidumbres. No se sabe quiénes son los rebeldes, el papel de lo religioso, las posibilidades de que se instauren democracias, el papel de las redes sociales y los siempre presentes problemas tribales que afectan al mundo árabe.
La posibilidad de acuerdos no es sencilla, sino más bien muy compleja. Israel necesita garantizar su existencia y resolver su gran problema de seguridad para continuar siendo un país del primer mundo. Su actual gobierno no da muestras de capacidad para enfrentar la situación. Los apoyos a los asentamientos en territorios palestinos y las formas de enfrentar los ataques provenientes de Gaza no ayudan al diálogo y generan fuertes críticas en el plano internacional. Del lado palestino hay divisiones internas y se dificultan los acuerdos en la medida que Hamas domina en el territorio de Gaza y proclama la desaparición del Estado de Israel con la probable ayuda de Irán. El tema de las fronteras no es sencillo, entre otras cosas porque los asentamientos en territorios ocupados han conformado verdaderas ciudades. Para Israel el tema de las fronteras es un tema vital por su seguridad. El retorno de los refugiados palestinos tampoco es un tema sencillo por las propias razones demográficas sobre las que nos referíamos con anterioridad. A ello hay que agregar la necesidad de enfrentar los fundamentalismos religiosos y toda forma de antisemitismo.
La responsabilidad es de ambas partes. No surgen grandes líderes, verdaderos estadistas de ambos lados que puedan ayudar a encontrar fórmulas de acuerdo con base social de sustentación. El papel de la comunidad internacional seguirá siendo clave para encontrar las inevitables fórmulas de acuerdo, y por lo tanto, las propias relaciones de poder internacional seguirán marcando la cancha. Mientras tanto es necesario el máximo diálogo posible y que la racionalidad nos ayude a todos los que deseamos la paz en el Medio Oriente.
|*| Senador por la 609-FA, economista