Las comidas tradicionales de Januca.   6ª nota de Januca

14/Dic/2023

Por. Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU 

Por. Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU 

En el día de hoy, se enciendo la octava y última vela de Januca. La Esc. Esther Mostovich nos entrega el último capítulo de su serie de notas sobre Januca, esta vez referido a las comidas tradicionales y repasa la historia de Judith y Holofernes. ¡JAG JANUCA SAMEAJ!

En la Edad Media nacieron los famosos burmuelos de la tradición sefaradita y los latkes de la tradición ashkenazy. Los “burmuelos” se hacen con la harina de diversos cereales. Los “latkes” se hacen con papa rallada. Hay un elemento común en esas recetas: son buñuelos, pequeños panqueques, fritos en aceite. Todos apuntan a recordar el aceite milagroso de Janucá.

¿Por qué los latkes se hacen de papa rallada? Las papas llegaron a Europa en el siglo XVI, fueron una de las novedades que América le regaló al Viejo Mundo. Crecieron muy bien en Europa y pronto se convirtieron en la comida más barata, por eso eran tan populares. Las papas se rallan ¡con cáscara, por supuesto! Mi padre insistía en que las papas peladas pierden casi todo su sabor.

¿Y de qué hacían los judíos europeos los buñuelos de Janucá antes del descubrimiento de América? ¿Harina? No. Las conocidas bolas de harina, huevos y leche rellenas de dulce y fritas en aceite , llamadas  “ponchkes” en idioma Idish o “sufganiot” en hebreo,  son costumbre de Janucá más tardías. La antigua tradición hebrea de Janucá habla de frituras ¡de queso blanco!

¿De dónde viene la temprana tradición de comer queso en la festividad de Janucá? Según el erudito judío francés Charles Goldszlagier,  la tradición viene del Libro de Judith, que fue considerado apócrifo y no ingresó al Tanaj, la Biblia Hebrea, pero si, a la Septuaginta, la traducción al griego de la Biblia que acepta la Iglesia  Católica. Charles Goldszlagier cita al rabino Nissim ben Reuben Gerondi , más conocido como RAN (Barcelona, 1340 -1380)  y a Rabi Moses Isserles, el célebre REMA   (Cracovia, 1520-1572) , quienes mencionan la tradición de comer queso en Janucá, “en recuerdo del  milagro de Judith, que  sucedió por el queso que ella dio de comer al enemigo”.

¿Qué dice el libro de Judith? La versión original de este libro se ha perdido. Se han conservado algunas traducciones del libro de Judith al griego, la más conocida es de la Septuaginta, de la cual la Iglesia católica tradujo la Biblia a todos los idiomas.

Una tradición judía, no comprobada, dice que Judith era hija de Iojanán, uno de los hijos de Matatías el Macabeo. Lo curioso es que mientras la tradición hebrea dice que Judith trajo queso salado y vino dulce para Holofernes, la traducción al griego de la Septuaginta no dice que Judith hubiera dado comida al enemigo.  La Septuaginta cuenta que Judith era una viuda joven que habitaba en la ciudad de Betulia, (una ciudad amurallada que no ha podido ser identificada). Sitiada por el general “asirio” Holofernes, (que no figura en la Historia conocida)  bajo las órdenes del “emperador Nabucodonosor” (que reinó en Babilonia, mucho después de desaparecer los asirios). En cualquier caso, según el relato, Holofernes corta las fuentes de agua de la ciudad de Betulia y la sed de la población obliga a las autoridades de la ciudad a rendirse a los asirios. En ese momento aparece Judith, viuda joven, culta y adinerada, muy piadosa y creyente en el Señor de Israel.  Se presenta ante los magistrados de la ciudad y los acusa de ser hombres de poca Fe.

Ella quiere tratar de liberar a la ciudad, con la ayuda del Señor de Israel y un plan que ha ideado. Los mayores de la ciudad le dan su permiso. Lo cual deja muy en alto la consideración a la mujer en la época. ¡Una ciudad entera que confía en una mujer para salvarse del desastre de la invasión militar!

El texto sigue contando que Judith, con sus mejores galas, acompañada de una servidora, sale caminando en dirección al campamento de los asirios. Conducida a la presencia de Holofernes, su belleza logra seducir al general de tal manera que él la invita a un festín en su tienda de campaña. Judith elogia el vino que sirven en esa fiesta y lo incita a beber a Holofernes cada vez más, hasta que Holofernes queda totalmente borracho. Los asistentes a la fiesta se retiran y dejan sola a la pareja. Judith toma entonces, con una mano los cabellos de Holofernes y con la otra la espada del General.

Con dos certeros golpes de la afilada espada, corta el cuello del dormido Holofernes y se va de la tienda de campaña, entregando la cabeza del General a su servidora para que la guarde en su canasta. Las dos mujeres se vuelven caminando a Betulia. Al otro día, viendo la cabeza de Holofernes colgada en la parte más alta de la muralla de la ciudad, los soldados asirios escapan “por todos los senderos de la llanura y la montaña” y Betulia queda a salvo. La canción de Judith elogia los milagros que el Señor de Israel realiza para salvar a Su pueblo.

¿Qué pasó con Judith después del episodio? “Muchos la pretendieron como esposa, pero ella no volvió a casarse”, dice la Septuaginta. “Vivió hasta los 105 años en la casa de su esposo y murió en Betulia. Nadie atemorizó a los israelitas mientras vivió Judith, y hasta mucho tiempo después de su muerte”.

¡Jag Janucá Sameaj!