La trilogía antisemita: respuesta al difamante informe de Amnistía Internacional

16/Feb/2022

Por Camilo Torres Perl

Por Camilo Torres Perl

El pasado 1ro de febrero quedará registrado para la posteridad como el día en el que se publicó el tercer tomo de la trilogía literaria que todo antisemita debe poseer. El primer tomo de la trilogía es “Los Protocolos de los Sabios de Sión” fue publicado en 1902. Adolf Hitler publicó el segundo tomo en 1925, “Mi Lucha”.

El pasado 1ro de febrero quedará registrado para la posteridad como el día en el que se publicó el tercer tomo de la trilogía literaria que todo antisemita debe poseer.

El primer tomo de la trilogía es “Los Protocolos de los Sabios de Sión” fue publicado en 1902.

A pesar de haberse demostrado hasta la saciedad la falsedad absoluta del contenido y que la Ojrana (Policía secreta zarista) lo publicó con objetivos propagandísticos y difamatorios contra la población judía, no deja de ser re editado y distribuido entre grupos antisemitas de todo el espectro ideológico, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, pasando por el radicalismo islámico.

Adolf Hitler publicó el segundo tomo en 1925, “Mi Lucha”.

En este libro, Hitler detalló los planes y la necesidad de dominación europea por parte de Alemania, ya que consideraba a la raza aria germana como la única superior y digna de tal dominio, para lo cual era necesario exterminar la “raza judía” y expandir el dominio territorial de Alemania.

La inmensa mayoría del mundo consideró a este texto simplemente como el desvarío febril de una mente retorcida y que no se debían tomar en serio las ideas expuestas en él.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, seis millones de judíos habían sido asesinados en campos de concentración y exterminio, en traslados inhumanos, en ghettos, en marchas de la muerte, en asesinatos masivos y cuanta forma encontró el régimen de la Alemania Nazi para ejecutar el ideal que había sido plasmado por Hitler en su libro.

Ahora en el 2022, se completa la trilogía con el informe de Amnistía Internacional “El Apartheid Israelí contra la Población Palestina, cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad”.

En este informe Amnistía Internacional recoge y resume todos los libelos, prejuicios y estigmas que se exponen en los dos tomos anteriores y los aplica hacia el “judío entre las naciones”, es decir, el Estado de Israel.

La Convención Internacional contra el Apartheid, en su artículo II señala como crimen de apartheid “las políticas y prácticas análogas de segregación y discriminación racial tal como se practican en el África meridional, denotará los siguientes actos inhumanos cometidos con el fin de instituir y mantener la denominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial de personas y de oprimirlo sistemáticamente”.

Es decir, para Amnistía Internacional, tal como lo fue para Hitler y el nacionalsocialismo, el Pueblo Judío es una “raza” que a su vez, aplica un sistema de dominación territorial a otra raza, en este caso los palestinos.

Para Amnistía Internacional, la identidad judía del Estado de Israel es un problema en sí mismo y esta debe ser eliminada a toda costa.

Para Amnistía Internacional y su informe, la existencia misma del Estado de Israel es el origen del crimen de lesa humanidad: “Desde su creación en 1948, Israel persigue una política expresa de establecer y mantener una hegemonía demográfica judía y maximizar su control sobre la tierra.”.

El informe de Amnistía Internacional necesita distorsionar tanto los hechos históricos de la creación del Estado de Israel para ajustarlos a su tesis que, para A.I., nunca existieron ni la Declaración Balfour, ni la Conferencia de San Remo de 1920, ni el Mandato Británico de Palestina de 1922, ni la UNSCOP, ni la Resolución 181 que declararon un territorio para un Estado Judío; para A.I. tampoco existió la declaración de guerra de los países árabes circundantes, el subsiguiente triunfo de Israel, que junto a los armisticios, delimitaron de facto el territorio israelí.

En el informe de A.I., la Ley de Retorno, no ha sido una herramienta legal para brindar un refugio seguro a millones de judíos perseguidos y oprimidos en el mundo por su identidad, sino simplemente una herramienta para asegurar la superioridad demográfica judía y así “oprimir y sojuzgar” a los palestinos.

En el informe de A.I. se omiten las decenas de miles de sobrevivientes del holocausto que lograron arribar a Israel y reconstruir sus vidas luego de la peor barbarie, a pesar de los controles crueles e implacables que ejercieron las autoridades británicas para impedir su ingreso a Eretz Israel. Para el informe de A.I. tampoco existieron los alrededor de 800.000 judíos expulsados violentamente de todos los países de la Liga Árabe por el simple hecho de ser judíos y quienes, en su mayoría, se establecieron en Israel. Para A.I. nunca existieron los 60.000 judíos etíopes rescatados por Israel del régimen totalitario y sus persecuciones que amenazaba con exterminarlos. Tampoco existieron los centenares de miles de judíos que lograron escapar de los regímenes comunistas de Europa Oriental gracias a que, literalmente, fueron comprados por Israel a esos estados tiránicos. No existieron jamás los cientos de miles de judíos que lograron escapar de condiciones de miseria o de un insoportable antisemitismo en sus países.

Para el informe de Amnistía Internacional, Israel no es un ejemplo de reconstrucción nacional y de florecimiento, sino solamente una entidad creada para arrebatar los territorios palestinos y subyugar a su población.

Para Amnistía Internacional y su informe, no importa que el 42% de los médicos y enfermeras recién graduados en Israel sean árabes; tampoco importa que desde la primera Knesset (parlamento israelí) ha existido representación árabe en ella y  que el partido Ra’am (árabe islamista) sea parte de la coalición (sin ministerios)  del actual gobierno; no importa el hecho de que no existe ningún espacio profesional público o privado donde no exista importante presencia de ciudadanos árabes israelíes y que cada vez son más los que, voluntariamente, cumplen con el servicio militar. Nada de esto importa para Amnistía Internacional, es más, tampoco importa que ellos se definan como árabes israelíes, para Amnistía Internacional son “palestinos ciudadanos de Israel” y también están sometidos al implacable “apartheid judío”.

La valla de seguridad que Israel decidió construir durante la Segunda Intifada, en un esfuerzo monumental y desesperado para detener el horror de los cientos de asesinatos en atentados cometidos por miembros de organizaciones terroristas palestinas, esa valla, para A.I. es, solamente, la concreción física del “apartheid judío” cuyo único objetivo es expropiar tierra palestina, violar el derecho de libre movimiento, optimizar el control, dividir a la población palestina  y hacer su vida miserable.

Por supuesto que, para Amnistía Internacional, los atentados terroristas contra israelíes nunca han existido, es que las organizaciones terroristas tampoco existen en su informe.

Tampoco existe el corrupto y violento liderazgo palestino que subyuga, roba, oprime y pauperiza a su población. No existen los cientos de millones de dólares que anualmente paga la Autoridad Palestina a las familias de los condenados en cárceles israelíes por terrorismo o a las familias de los “mártires” que asesinaron israelíes. No existen los cientos de millones de dólares que Hamás desvía de la ayuda humanitaria internacional para construir infraestructura militar, comprar armas y equipar a decenas de miles de militantes en Gaza.  Para A.I., el único responsable de la actual miseria de los palestinos en Cisjordania y Gaza es Israel y la única solución posible a sus males y sufrimientos es la desaparición del Estado Judío.

Así como la jerarquía nazi hace 80 años en la Conferencia de Wannsee planeó la “solución final”, para exterminar la “raza judía” de Europa, el informe de Amnistía Internacional también tiene la solución final al “apartheid judío”: la eliminación del judío entre las naciones.

Según las “recomendaciones” del informe de Amnistía Internacional Israel debe: “Reconocer el derecho de la población palestina refugiada y de sus descendientes (6’000.000 de acuerdo a las estadísticas de la UNRWA) a retornar a las casas donde ellos o sus familias vivían en Israel o los TPO, (territorios palestinos ocupados, es decir, Gaza y Cisjordania) y a recibir una restitución y una compensación, así como otros recursos efectivos por la pérdida de tierras y sus propiedades.

Amnistía Internacional, en su informe, no acepta la tradicional solución de dos estados para buscar el fin al conflicto palestino – israelí, a la cual la comunidad internacional, el Estado de Israel y la Autoridad Palestina han buscado llegar, al menos discutir, en diferentes momentos e instancias. Amnistía Internacional en sus “recomendaciones” prefiere seguir la doctrina y pensamiento de los grupos más extremistas como el Hamas, Jihad Islámica, Frente Nacional para la Liberación de Palestina, entre otros, y de facto desea exterminar al “judío entre las naciones” con una estrategia demográfica que lo dejaría en minoría en la Tierra de Israel.

Según el informe de Amnistía Internacional, siguiendo su lógica binaria, propia del pensamiento marxista del bien o del mal absolutos,  borrar la identidad judía de Israel es la solución al mal de todos los males que subyuga y somete a la víctima absoluta, impoluta e inocente, el pueblo palestino.

Al igual que para Hitler y el nacionalsocialismo la única cura para el mal de la “raza judía” era su exterminio, para A.I. la única solución para remediar el “apartheid judío” es desaparecer al causante: el Estado de Israel.

De nada servirán las enérgicas condenas de las principales democracias del mundo al oprobioso y difamante informe de Amnistía Internacional. Al igual que sucedió con los dos tomos anteriores de esta infame trilogía antisemita, éste servirá para encender aún más el antisemitismo, puesto que siempre habrá quien, cegado por su ignorancia, miedo, prejuicios u odio irracional dará credibilidad a lo que está impreso, no importa que la razón y la evidencia lo contradigan. Sin embargo, al igual que con los tomos anteriores, lo peor que se puede hacer es guardar silencio.

Las voces de la razón deben hacerse escuchar ante este burdo intento de deslegitimar al Estado de Israel por parte de una organización que otrora fuera honorable y que, desde hace años atrás, ha caído en las manos de los antisemitas que hoy la dirigen.