La lapidación como forma de justicia islámica indigna a Occidente.

31/Ago/2010

Robert Worth, The New York Times (en El Observador)

La lapidación como forma de justicia islámica indigna a Occidente.

La lapidación como forma de justicia islámica indigna a Occidente.
(Robert Worth)
La lapidación puede ser una de las formas de ejecución más antiguas del mundo, y sin duda es una de las más bárbaras.
Dos casos recientes concitaron la atención del mundo. A mediados de agosto, se lapidó a una joven pareja en Afganistán por fugarse, un sombrío indicio del resurgimiento talibán. En julio, se organizó una campaña internacional en defensa de una mujer iraní a la que se había condenado a muerte por lapidación por haber cometido adulterio.
Aparte del anacronismo que constituye la lapidación en el siglo XXI, buena parte de la indignación que generaron esos casos parece surgir de la brecha entre las actitudes occidentales y las de partes del mundo islámico, donde algunos movimientos recurren a castigos draconianos y al sueño de restablecer un pasado remoto en su búsqueda de autenticidad religiosa.
La lapidación de los adúlteros apuntó alguna vez a evitar los nacimientos ilegítimos que podían enturbiar las dinastías tribales masculinas de la Arabia medieval. Pero ahora tiene lugar en un mundo donde cada vez son más las mujeres que exigen libertades reproductivas, equiparación salarial e igualdad con los hombres, incluso en partes del mundo islámico.
Esas perspectivas opuestas se hicieron evidentes en julio, cuando Brasil ofreció conceder asilo a la mujer iraní condenada por adulterio. El caso se convirtió en un dolor de cabeza para el gobierno iraní, que valora su estrecha relación diplomática con Brasil. Las autoridades iraníes se apresuraron a redefinir el crimen como homicidio en un aparente intento de legitimar la condena. La mujer aún puede morir por lapidación o ahorcada.
Los talibanes se definieron en los años 90 con una versión en extremo dura y controvertida de la ley islámica, en el marco de la cual las lapidaciones por adulterio se hicieron comunes. La lapidación de agosto a manos de centenares de pobladores de la provincia de Kunduz indicó a donde puede encaminarse Afganistán.
“No hay forma de establecer cuántas lapidaciones se realizaron, pero era una práctica extendida” durante el gobierno talibán, dijo Nader Nadery, un integrante de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán. “Con frecuencia el hombre escapaba y sólo se castigaba a la mujer, sobre todo si el hombre tenía relaciones o era miembro de los talibanes”.
La lapidación no sólo se practica entre los musulmanes. Tampoco comenzó con el islam. Los grupos de derechos humanos dicen que en 2007 se lapidó a una joven en la comunidad yazidi del Kurdistán iraquí, que practica una antigua religión kurda. El Antiguo Testamento comprende un episodio en el que Moisés dispone la lapidación de un hombre que había violado el Sabat. Es probable que también se haya practicado la lapidación en las comunidades judías del antiguo Cercano Oriente. La ley rabínica, que se conformó a partir del siglo I de la era cristiana, especifica la lapidación como pena para una serie de delitos.
Algunos musulmanes sostienen que a menudo Occidente adopta una actitud sensacionalista en relación con las lapidaciones a los efectos de perjudicar la reputación del islam en su conjunto. En su mayor parte, los que practican esos castigos extremos son los talibanes y otros elementos radicalizados, que, dicen muchos académicos islámicos, tienen muy pocos conocimientos de la ley islámica.
La lapidación es un castigo legal sólo en un grupo de países musulmanes –Irán, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Pakistán y Nigeria-, pero rara vez se la usa.
El Corán no establece lapidaciones. El castigo se basa en tradiciones legales islámicas que lo especifican como pena para el adulterio. Si bien el castigo puede parecer brutal a los ojos de Occidente, los académicos señalan que es coherente con los valores de la sociedad árabe en tiempos de Mahoma, el profeta fundador del islam.
El adulterio “se consideraba una ofensa a algunos de los objetivos fundamentales de la ley islámica, como la protección del linaje, la familia, el honor y la propiedad”, dice Kristen Stilt, profesora de la Universidad del Noroeste, experta en la ley islámica. Eso puede contribuir a explicar el vínculo entre los delitos sexuales y la lapidación en contraposición con otras formas de ejecución. Un delito que parecía violar la identidad de la comunidad exigía una respuesta comunitaria.
Las autoridades iraníes se muestran incómodas en lo que respecta a la lapidación, que oscurece la reputación de su país. Los abogados iraníes que han participado en esos casos dicen que desde la revolución se han llevado a cabo cien lapidaciones, pero que la práctica empieza a hacerse menos común.
En la actualidad hay en las cárceles iraníes por lo menos diez personas a las que se ha condenado a lapidación, siete mujeres y tres hombres, agregan. En Irán hay una fuerte campaña contra las lapidaciones. En Afganistán, las lapidaciones parecen ir en aumento a pesar de su impopularidad.
“Se advierte un aumento de las llamadas aplicaciones de justicia por parte de los talibanes en los casos de moralidad”, dice Nadery. “En los últimos siete meses, se dio muerte a doscientas personas por mostrarse en desacuerdo con los talibanes o criticar sus actos”.