La importancia de la Declaración de Jerusalem

22/Jul/2022

Ynet Español- por Kenneth Jacobson *

Ynet Español- por Kenneth Jacobson *

En cierto sentido, la Declaración de Jerusalem, firmada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Israel, Yair Lapid, durante la visita del presidente a Israel, es simplemente una reafirmación de las relaciones y políticas existentes entre los dos países. Podría decirse que eso nunca es malo, que debe ser aplaudido pero que no hay que exagerar al respecto. Crédito foto: AP

La reafirmación del liderazgo estadounidense y de la colaboración entre Estados Unidos e Israel no podría haber llegado en mejor momento. Tanto los amigos como los enemigos de ambos países tomarán nota.

Sin embargo, eso sería infravalorar la importancia de la declaración conjunta si se tiene en cuenta su momento y su contexto.

Se produce en el momento de una creciente tendencia de Estados Unidos a minimizar su papel de liderazgo en el mundo y, en particular, en el Medio Oriente. Hubo indicadores de esto, aunque se manifestaron de muy diferentes maneras, tanto en la administración de Obama como en la de Trump. El tema de la necesidad de que Estados Unidos aborde sus retos internos y no los sacrifique en ejercicios inútiles —como intentar reparar el caos y la disfunción de zonas del mundo como el Medio Oriente— estaba arraigando cada vez más tanto en la derecha como en la izquierda.

En ese contexto, la Declaración de Jerusalem es una importante declaración de intenciones sobre el liderazgo de Estados Unidos. Su compromiso de llegar hasta donde sea necesario para evitar que Irán recurra a las armas nucleares es un componente importante de ese liderazgo asertivo.

En segundo lugar, también es de gran importancia el hecho de que un presidente demócrata haya tomado esta iniciativa cuando hay más rumores antiisraelíes en su propio partido. El sentimiento antiisraelí que ha aflorado en los círculos demócratas lamentablemente no se limita a individuos de la extrema izquierda que no dudan en deslegitimar y demonizar al Estado judío, llegando incluso a la esfera del antisemitismo. También se refleja en las encuestas entre individuos que se identifican como demócratas, donde el apoyo a Israel evidentemente está disminuyendo.

De hecho, cuando el ex primer ministro Benjamín Netanyahu pronunció su discurso ante el Congreso de Estados Unidos sobre la amenaza iraní, sin consultar al presidente demócrata ni a los líderes demócratas del Congreso, no sólo exacerbó el problema, sino que también reflejó la percepción que tenían los líderes israelíes de que los demócratas se estaban convirtiendo en un problema para Israel.

Por eso, la participación del presidente Biden en esta iniciativa con Israel es un claro mensaje para los israelíes, para otros actores regionales y, sobre todo, para el electorado demócrata, de que el histórico apoyo bipartidista a Israel no es algo del pasado sino una cuestión de política actual.

En tercer lugar, esta Declaración también envía un mensaje a quienes pretenden que se demonice a Israel como un paria, como un Estado que representa el apartheid, crímenes de guerra, genocidio y cosas similares. El contraste entre esas afirmaciones —Amnistía Internacional, por ejemplo, trinó mientras el presidente llegaba a Israel que el Estado judío es una entidad de “apartheid”— y la colaboración estratégica y moral entre dos grandes democracias no podría ser más fuerte. Y el énfasis del documento en el fortalecimiento y expansión de los Acuerdos de Abraham presenta una visión para el futuro de la región en marcado contraste con el nihilismo de las fuerzas anti-Israel que sólo lleva a más conflicto y sufrimiento.

En cuarto lugar, ya dicho todo esto, la Declaración deja claro que la visión de futuro para la región y para las relaciones entre Estados Unidos e Israel no es un recurso para ignorar o evitar la cuestión palestina, sino que más bien ofrece una oportunidad y una apertura para avanzar de forma significativa hacia una solución del problema.

Aunque es bueno que las relaciones entre israelíes y árabes ya no dependan de la cuestión palestina, la Declaración de Jerusalem deja claro que el problema debe ser abordado por las partes para garantizar la futura seguridad de Israel, los palestinos y sus vecinos. Este también es un mensaje que no debe darse por sentado, ya que las partes de todos los bandos han estado tentadas a interpretar los Acuerdos de Abraham como una señal de que la cuestión palestina ya no tiene peso en la región.

Por último, hay que señalar que el presidente Biden envió un importante mensaje a Israel al llamarla “Declaración de Jerusalem”, un reconocimiento de la importancia de Jerusalem para el Estado judío.

Así que sí, en cierto modo la Declaración de Jerusalem no es tan nueva. Sin embargo, dadas las tendencias en Estados Unidos y en algunos sectores del mundo, su reafirmación del liderazgo estadounidense y de la colaboración entre Estados Unidos e Israel no podría haber llegado en mejor momento. Tanto los amigos como los enemigos de ambos países tomarán nota.

(*) Vicedirector Nacional de la Liga Antidifamación (@ADL_es)