La guerra no es negocio

06/Oct/2010

El Observador; por Simón Gómez; publicada el 06/10/10

La guerra no es negocio

PERPESPECTIVA
La guerra no es negocio
El pasado domingo Alemania pagó la última cuota por daños causados por la primera guerra mundial, un conflicto bélico terminado hace 92 años
6-10-10
SIMÓN GÓMEZ DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR
La inteligencia es un negocio incierto”, dijo Dick Cheney en 2002 luego que le presentaran un informe de “inteligencia militar” que afirmaba que Saddam Hussein estaba lejos de tener armas de destrucción masiva.
De esa forma –uno se lo imagina mascando tabaco– el vicepresidente de George W. Bush quiso decir que los buenos negocios se hacen con la guerra.
Claro, este fue el mismo hombre que le pegó un tiro a un amigo mientras cazaban patos, así que solo nos queda teorizar sobre cómo trataría a los enemigos. Hussein, de hecho, ya no nos puede contar esa parte de la historia.
Sin embargo, esta semana gente muy racional y calculadora le demostró a Cheney que efectivamente la guerra no es un buen negocio. Se trata nada menos que de los señores del Bundesbank de Alemania, quienes el domingo emitieron el cheque más liberador de su historia.
Es que con un cheque por 69,9 millones de euros el banco dio por terminada la primera guerra mundial. Para la mayoría de las personas, incluida buena parte de los 82 millones de alemanes, ese asunto se había aclarado con la derrota del año 1918. Pero no, las balas hay que pagarlas.
La última cuota de esta deuda de 92 años de antigüedad estaba oculta –a la vista de todos– en el punto 2.1.1.6 del Presupuesto de Alemania para 2010.
La cuenta por daños de guerra se había originado con las leoninas condiciones establecidas, en 1919, en el Tratado de Versalles, en donde los aliados (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y otros 25 países) le pasaron una adición bien larga a Alemania: debía hacerse cargo de todos los daños causados en el orbe por el conflicto.
Hablando en plata: las reparaciones de guerra de Versalles establecían que Alemania debía abonar 20.000 millones de marcos de oro hasta abril de 1921 pero la cifra aumentó a 296.000 millones de marcos de oro a pagar en 42 años tras la Conferencia de Boulogne de junio de 1920.
En 1945 llegó otro que pensaba que la guerra era buen negocio –Adolf Hitler– y se negó a pagar la cuenta, claro que con el tiempo contrajo otra, bastante más pesada en lo moral.
Tras la caída del régimen nazi (1945) los aliados volvieron a tocar a la puerta de Alemania blandiendo la vieja deuda. Fue entonces cuando la República Federal de Alemania –la hermana Oriental se hizo la sota, de comunista nomás– se hizo cargo de gran parte de la deuda acumulada por las reparaciones de guerra y la terminó de pagar, también en cómodas cuotas anuales, en 1983. Alemania Federal pagó durante esos años un total de 14.000 millones de marcos.
Entre medio hubo varias negociaciones y tratados. En uno de ellos, el de Londres de 1953, se estableció que el abono de un total (unos 125 millones de euros actuales) para el pago de los intereses de préstamos extranjeros quedara en suspenso hasta que las dos Alemanias se reunificaran, acontecimiento que se produjo el 3 de octubre de 1990. Finalmente, en 1996, Alemania comenzó a pagar la última parte de sus obligaciones. El domingo, en un nada solemne acto administrativo, se pagaron los últimos 69,9 millones de euros que liberaron a Alemania.
Fue así como se saldó aquella deuda originada en un mundo en el que buena parte de la humanidad todavía andaba en carro. Claro que a fuerza de talonera se pagan los daños materiales, las balas y los orgullos nacionales heridos. Un poco más vidrioso es estimar el costo de otros intangibles que suelen legar las guerras que se miden en los millones de vidas, en rencores que precipitan males mayores (la segunda guerra mundial, por ejemplo) y manchas morales.
Ahora bien, está claro que don Cheney cree que uno se puede llevar una guerra a sola firma, y tiene razón, lo que parece no haber tomado en cuenta es que en esas fiestas el mozo siempre vuelve con la cuenta. La de Estados Unidos todavía no llegó a la mesa y seguro que Cheney ya no invitará otra vuelta.