Ingeniero uruguayo ayudó a crear el primer nanosatélite argentino

29/Abr/2013

El País, Uruguay, Leticia Costa Delgado

Ingeniero uruguayo ayudó a crear el primer nanosatélite argentino

TIENE 26 AÑOS Y DESARROLLÓ TECNOLOGÍA QUE HOY NAVEGA POR EL ESPACIOEn 2006 Daniel Wahrmann viajó a Buenos Aires para estudiar ingeniería robótica. Obtuvo una beca y cruzó el charco. Siete años después, es uno de los ingenieros involucrados en el desarrollo de los primeros nanosatélites argentinos.
LETICIA COSTA DELGADO
En la madrugada del viernes 26 de abril Argentina puso en órbita su primer nanosatélite: un equipo de unos 10 centímetros de lado que concentra funciones de los satélites de alta gama. Entre los ingenieros que monitoreaban el lanzamiento se encontraba Daniel Wahrmann, uruguayo que vive en Buenos Aires desde hace siete años.
Para él significó alcanzar una meta planteada al terminar el liceo. Quería estudiar robótica y una de los caminos para lograrlo era cursar Ingeniería Mecánica y elegir el énfasis robótica. Se postuló a una beca en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, la ganó y se fue.
El tiempo pasó y, cuando estaba cerca de terminar la carrera, un docente de Mecánica le preguntó si quería ser su asistente en un proyecto para la empresa Invap. “Es una firma privada que trabaja en el desarrollo de satélites y equipos similares”, cuenta desde Buenos Aires en diálogo con El País.
Invap había recibido de parte de otra empresa del sector (Satellogic) la propuesta de trabajar juntos en nanosatélites y ofrecía al instituto de Wahrmann una serie de trabajos de mecánica computacional imprescindibles para lograr su proyecto.
Los nanosatélites son estructuras cuyo tamaño no es mayor a una caja de zapatos pero que concentran tareas de geolocalización y transmisión de datos al igual que los satélites de mayor tamaño.
Wahrmann aceptó la invitación de su docente y el entusiasmo demostrado lo llevó a trabajar primero a tiempo parcial en Invap, y luego a tiempo completo en Satellogic. Hoy forma parte de su plantilla estable de profesionales (se recibió a fines de 2012) y tiene a su cargo muchas de las tareas necesarias para crear nuevos satélites, con funciones más complejas.
“Capitán Beto”, como se llamó el lanzado esta semana, servirá fundamentalmente para probar esta tecnología al ser puesta en órbita. El equipo integra una plataforma de dispositivos con fines educativos y científicos que cuentan con el financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva argentino.
Ante la pregunta de qué siente al participar en un proyecto así Wahrmann, de 25 años, se queda callado, luego tartamudea y finalmente responde: “No lo puedo creer. No salgo de mi asombro”.
“En Uruguay la robótica recién estaba empezando cuando yo me fui y pensé que para aprender tenía que irme, pero nunca me imaginé que iba a trabajar en la industria aeroespacial”, admite. Hacia el futuro, planea realizar un postgrado en Europa o Estados Unidos y seguir especializándose.
“Capitán Beto” fue lanzado desde el Centro Espacial de Jiuquan (en China), a bordo de un cohete del país asiático. Para la segunda mitad de 2013 Uruguay planea lanzar uno similar, “Antel Sat”, creado en conjunto entre el ente estatal y la Facultad de Ingeniería. Será enviado a la Universidad de California y luego hacia fuera de la Tierra.
“Después de la carrera por llegar a la Luna la industria aeroespacial se abrió a empresas privadas y hoy hay muchísimas iniciativas”, señala Wahrmann. “Es un momento fascinante para trabajar en este campo. No sé hacia dónde va a ir mi carrera pero mi idea es seguir trabajando en esto”, concluye.
QUÉ SON LOS NANO SATÉLITES
Estos satélites son de una tecnología de fácil acceso como la que se utiliza para fabricar teléfonos celulares y computadoras; los ingenieros las modifican para darle funciones de geolocalización similares a las que tienen los equipos de alta gama.
Son miles de veces más baratos que los satélites tradicionales. Mientras uno común puede costar entre 50 y 500 millones de dólares, un nanosatélite puede financiarse con menos de 10.000 o 20.000 y lograr amplias funciones.
Su tamaño no es mucho mayor al de una caja de zapatos, miden 10 cm de ancho por 20 de largo y son enviados al espacio a bordo de cohetes; en un mismo envío se acoplan distintos nanosatélites de varios países
Una vez en órbita pueden ser monitoreados y su información es registrada desde la Tierra. Envían, por ejemplo, fotografías e imágenes audiovisuales.
Tanto el software como el hardware son de plataforma abierta y quedan disponibles para aficionados, universidades e institutos de investigación.
Expertos y docentes aseguran que los nanosatélites podrán modificar en un futuro la tecnología espacial, repensar la industria y generar beneficios a muy bajo costo, especialmente para países de bajos ingresos como los de América Latina.