¿Es Irina Bokova la persona adecuada para dirigir la ONU?

24/Feb/2016

Por Julián Schvindlerman de su página web

¿Es Irina Bokova la persona adecuada para dirigir la ONU?

A
fines de este año expirará el mandato del actual secretario-general de las
Naciones Unidas, el surcoreano Ban Ki-Moon. Por tradición, el puesto rota entre
las regiones del globo y le tocará a Europa del Este proponer a sus candidatos.
Bulgaria acaba de nominar a Irina Bokova, actual directora-general de UNESCO.
No estoy lo suficientemente familiarizado con su gestión administrativa como
para evaluarla desde ese ángulo. Políticamente, sin embargo, durante su mandato
en ese organismo ocurrieron algunas cosas desagradables que despiertan reparos
y me llevan a hacer la pregunta contenida en el título de esta nota. Desde el
punto de vista de la igualdad de género, la elección luciría correcta, al dar
ese puesto clave del sistema de la ONU por vez primera a una mujer. Pero eso
podría ser todo lo positivo del asunto.
La
señora Bokova tiene un pasado rojo destacado. Fue miembro activo del Partido
Comunista Búlgaro durante la Guerra Fría, cuando su padre, GeorgiBokov, era el
editor responsable del Rabotnichesko Delo, su publicación oficial. Estudió en
el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, una usina ideológica de
diplomáticos comunistas. Permaneció en el partido hasta que pasó a llamarse
Partido Socialista Búlgaro. De aceptarla, quizás la ONU busque balancear su
propia historia al untar como líder máximo a una búlgara con pasado comunista
como contrapeso a haber electo a un austríaco con pasado nazi, KurtWaldheim. De
cualquier forma, la gente cambia. ¿No fue acaso el nicaragüense Sergio Ramírez
un vicepresidente sandinista y el peruano Mario Vargas Llosa alguna vez un
izquierdista? Lastimosamente, no le agrega mucho el haber asistido el año
pasado al Día del Desfile de la Victoria en Moscú,el más grande despliegue
militar en la historia de Rusia. A diferencia de otros líderes del mundo libre
que rechazaron la invitación del Kremlin en protesta por la invasión de
Ucrania, Irina Bokova aceptó el convite del autoritario Vladimir Putin y se
mostró al lado de, por ejemplo, Raúl Castro y Xi Jinping. La revista británica
TheEconomist informó que ella es “la candidata preferida de Rusia”.
Mientras
Bokova dirigía la UNESCO, Siria se desintegró en una guerra civil espantosa y
aquél organismo oportunamente condenó al régimen damasceno por sus atroces
violaciones humanitarias. A la vez, en una movida grotesca, en noviembre de
2011 UNESCO aceptó la inclusión de Siria a dos de sus comités; uno de los
cuales lidia con asuntos humanitarios. De este desarrollo no se puede
responsabilizar exclusivamente a la señora Bokova. La decisión la tomaron las
naciones árabes -las que, en notable contradicción, al día siguiente
suspendieron a Siria de la Liga Árabe- y países occidentales que, absurdamente,
en simultáneo pujaban por condenar a Siria en el Consejo de Seguridad. La ONU
desde hace largo tiempo es un gran circo.
Y
como en todo circo, abundan las payasadas. Tales como dar lugar a la misógina
República Islámica de Irán en la junta de ONU Mujeres, poner a la intolerante
Arabia Saudita a la cabeza de un panel del Consejo de Derechos Humanos que
designa expertos en asuntos humanitarios, y recompensar al genocida Sudán con
un puesto de liderazgo en la UNESCO.
Y
también está ese incómodo asunto con Palestina. El mismo año que dio la
bienvenida a Siria a dos de sus comités, UNESCO reconoció al inexistente estado
de Palestina como “estado miembro” a un costo de ochenta millones de dólares
anuales, que Estados Unidos dejó de aportar al presupuesto del organismo. Un
capricho político un poco caro. Pero fue el año anterior en el que UNESCO se
lució, al designar a la Cueva de los Patriarcas y a la Tumba de Raquel como
“una parte integral de los territorios ocupados palestinos”. De este modo, el
lugar de descanso de los patriarcas y matriarcas del pueblo judío fue
nominalmente eliminado de la historia judía por la UNESCO.El año pasado, una
resolución en su recinto pretendió que este órgano declarara al Muro de los
Lamentos judío como un lugar santo del islam. La directora-general se opuso.
No
se debe sobredimensionar el papel que puede ejercer un funcionario en el juego
de la política de las Naciones Unidas, por más alto que sea su rango. En última
instancia, sus directores y secretarios generales no son más que empleados de
un foro gobernado por los estados-miembros que lo componen. No obstante, ellos
sí pueden marcar el tono de la agenda, y la docilidad ya mostrada por Bokova
ante sus patrones no es auspiciosa.