Entrevista a la arquitecta y artista plástica Lilian Madfes

17/Ene/2014

Por Lic. Ruth Roizner Selanikio

Entrevista a la arquitecta y artista plástica Lilian Madfes

Le gusta el arte, la arquitectura, ser madre y esposa. La música clásica es para Lilian un gran inspirador (un amor transmitido principalmente por su madre y por una profesora de música del liceo público alemán).¿De dónde provienen tus padres?Mi madre era de Rumania de un pueblito, Piatra Neamt, y hablaba rumano. Y mi padre era de Czernowitz, una ciudad que tuvo muchas nacionalidades según quienes la ocupaban, pero hoy es Ucrania. Además era un centro cultural judío muy importante, como el “París judío del Este”. Mi padre hablaba muchísimos idiomas y yo pensé que era un genio de los lenguajes y después me di cuenta que todo el mundo que venía de ahí hablaba muchos lenguajes. El habla principal de papá era alemán, pero hablaba perfecto rumano e idish. Ósea, entre mis padres hablaban rumano e idish y a veces español. Mi padre además hablaba muy bien alemán porque es lo que se hablaba en su casa. Papá pasó por los nazis, por los comunistas…por todo, pero era un hombre muy fuerte. Estuvo en campo de trabajo. Y después que sobrevivió a los nazis y que sobrevivió a los comunistas, en el año 48 llegaron a Uruguay ya casados. Y más adelante nacimos aquí mi hermana y yo.¿Cómo fue tu niñez?Lo que recuerdo de más chiquita es que vivíamos en la calle Canelones. Me acuerdo muy bien de eso porque quedaba cerca de la Intendencia. Papá era ingeniero civil y construía, y después nos mudamos a un edificio que hizo papá en la calle Lázaro Gadea en Pocitos que ahí vivimos unos pocos años porque después emigramos a Israel en el 63’.En 1963 emigra la familia a Israel, ¿qué imagen retienes de esa época?Tengo muy lindos recuerdos de Israel. Estuvimos 5 meses, fui al liceo y todo. Tenía 10 años, y fui a dos colegios, el Beit Sefer Or y en el Jashmonaim. Vivíamos en Ramat Gan, Rehov Nathan. Después nos mudamos a Alemania. Fue un cambio brusco. El único que hablaba alemán era papá y mamá, y  nosotras tuvimos que aprender alemán. Las vivencias en Múnich no tenían nada que ver con las vivencias en Israel, donde estaban acostumbrados a amalgamarse con los recién llegados.¿Dónde estaban cuando tuvo lugar la tragedia de las olimpíadas de Múnich?Yo estaba ahí, inclusive afuera esperando porque estábamos desesperados. Mi hermana había estado con uno de los que levantaba pesas el día anterior. Estaba toda la colectividad expectante. Estábamos re preocupados. Junto a unos amigos fuimos durante el día mientras los tenían secuestrados, estábamos ahí afuera, en la Villa Olímpica que yo la conocía muy bien porque tenía amigos que habían trabajado en el proyecto. No te dejaban entrar obviamente. Y cuando me desperté de madrugada, y me enteré lo que pasó estábamos todos muy mal.Mi mamá estaba en una peluquería y una que estaba ahí peinándose dice “los judíos nos echaron a perder los juegos”. Mamá vino furiosa.¿Cómo fue crecer y vivir tu adolescencia en Alemania?Cursé allá el liceo, toda la facultad, me recibí de arquitecta y trabajé en ello. Estuve en una oficina preciosa, que mi jefe después de 31 años todavía a veces me manda el catálogo de las obras. ¡Una oficina que no sabés lo que era! Para presentarme en ese trabajo fui con mi trabajo de facultad, con mi carpeta, que me había invitado el profesor de la cátedra de Arquitectura Sacra para hacer una sinagoga en Viena. Eso fue lo que presenté, y así fue como me tomó.Durante los años que residiste en Alemania, ¿pudiste vivir con libertad tu judaísmo?Totalmente. No sé si sigue siendo así porque como que el antisemitismo está más destapado.¿Cómo retornaste al Uruguay?Me recibí y quería volver a ver a mis primas acá y el lugar de mi niñez. Y a los 25 años papá me regaló un viaje y conocí al que es mi marido y después de tres años me reimportó.Además de arquitecta, hay otra gran pasión en tu vida, el arte ¿verdad? ¿En qué te inspiras al momento de crear?Sí, como arquitecta no trabajo más hace como 10 años cerré mi estudio. El arte siempre fue algo que me atrajo. Sabés que es difícil definir en qué me inspiro para crear. En una época eran las fotos viejas de las historias de mis padres porque había cosas que no entendía, era todo tan entreverado con los lugares y las mudanzas y los lenguajes que yo no entendía nada. Entonces lo fui rearmando con las fotos viejas. Además, cuando falleció una tía mía, hermana de papá (que la queríamos mucho), mis tíos que la habían cuidado me dieron una caja con unas fotos impresionantes. La fotografía fue también una de mis primeras pasiones.Has realizado variedad de obras, ¿respecto a la serie “El otro” en qué sentido representa el Holocausto?La serie “El otro” la hice representando el Holocausto. El Holocausto tuvo un sistema muy claro que era documentar los judíos, separarlos y después deportarlos. En la serie se ven representadas estas tres etapas, pero no era muy legible, o sea, la única que veía eso era yo. Entonces le puse “El otro”, porque eso que vale para ver al otro como un enemigo, al que es distinto no ocurre solo en el antisemitismo, es en muchas cosas y todos nosotros tenemos prejuicios y tenemos que combatirlos.También le has dedicado obras a la mujer, ¿qué aspectos te inspiran a retratarla?La mujer siempre está presente. Tengo como varias rachas. No tengo un estilo que me defina. Exploto alguna idea, y después que le saqué la técnica me aburre y entonces tengo que cambiar. Y a veces me voy para lados que nada que ver. En una época tenía una locura con las piedras. Daniel Vidart me explicó de dónde proviene la filosofía, entre ellas la lógica que viene de la palabra leggein, que quiere decir poner una piedra detrás de la otra. Y empecé como loca a juntar piedras. Y empecé a hacer libros con piedras que estaban erosionadas por el mar. Tuve una obsesión de dos años de juntar piedras y trozos de azulejo y de porcelana que después descubrí que eran de naufragios. Es decir que mi inspiración siempre es como una obsesión disparada por algo.