Se acercan Yom Kipur y Rosh Hashaná, las dos festividades más solemnes y espirituales del calendario judío y, juntos, conforman un tiempo de profunda introspección y renovación. Ambas festividades, con sus matices de introspección y esperanza, invitan a un proceso de transformación personal y colectiva. Crédito foto: Menahem Kahana (AFP)
Yom Kipur, el Día del Perdón, es un día de ayuno, oración y reflexión, donde se nos invita a examinar nuestras acciones y motivaciones más íntimas, reconociendo nuestras faltas y comprometiéndonos a mejorar en el año venidero. Por otro lado, Rosh Hashaná, que marca el inicio del nuevo año, nos convoca a reflexionar sobre la creación del mundo y el rol del ser humano en él. Esta festividad no solo celebra el comienzo de un nuevo ciclo, sino que también nos recuerda nuestra responsabilidad colectiva e individual en la construcción de un futuro más justo y compasivo.
Ambas festividades, con sus matices de introspección y esperanza, nos invitan a un proceso de transformación personal y colectiva. Son un recordatorio de que, a pesar de nuestras imperfecciones, siempre tenemos la oportunidad de cambiar y contribuir para hacer de este, un mundo mejor.
En tiempos de grandes desafíos globales, los valores que se evocan en Yom Kipur y Rosh Hashaná son más relevantes que nunca, nos guían hacia una vida de mayor significado y propósito.
Este año adquieren un significado especial debido a los desafíos sin precedentes que estamos enfrentando como Humanidad. El 7 de octubre de 2023, el mundo fue testigo de un ataque terrorista devastador en Israel perpetrado por Hamás, que resultó en la muerte de más de 1.400 personas y el secuestro de más de 200. Este acto de violencia brutal no solo dejó una profunda herida en la sociedad israelí y en la comunidad judía mundial, sino que también marcó un punto de inflexión en el conflicto en Medio Oriente, cuyas repercusiones siguen sintiéndose a nivel global.
A casi un año de estos eventos, aún hay más de 100 personas que siguen secuestradas. Entre ellas niños, mujeres y adultos mayores. Sus familias y las comunidades judías de todo el mundo viven desesperadas en una angustia constante e indescriptible. Este hecho nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI sigamos presenciando actos de violencia tan extremos? ¿Hemos aprendido algo de nuestra propia historia y de los errores del pasado?
Un factor que agrava esta situación es la creciente influencia de Irán que, con su retórica agresiva y su apoyo financiero a grupos terroristas como Hezbollah y Hamás, sigue siendo una amenaza significativa para la estabilidad de la región y el mundo entero. Su presencia en Siria y Líbano, como así también en Latinoamérica, y su continuo desarrollo nuclear, generan preocupación en toda la comunidad internacional. Las ambiciones hegemónicas de Irán y su respaldo a organizaciones terroristas han exacerbado las tensiones, perpetuando un ciclo de violencia que tiene repercusiones globales.
El impacto de los recientes sucesos en Medio Oriente ha generado ondas expansivas que también se han sentido en Uruguay, un país que ha sido históricamente un ejemplo de convivencia y respeto. En el último año hemos sido testigos de un preocupante aumento del antisemitismo y la judeofobia. Estos incidentes no se limitan a las redes sociales, donde el anonimato facilita la propagación de discursos de odio, sino que también se han manifestado en entornos educativos como escuelas, liceos, en instituciones tanto públicas como privadas. Un estudio reciente del Observatorio Web* reveló que Uruguay es el país con mayor porcentaje de comentarios antisemitas en medios digitales de la región, una tendencia que se ha triplicado desde 2023.
Un ejemplo alarmante de estas expresiones ocurrió durante la recordada marcha del 8M en Montevideo, donde se desplegaron símbolos antisemitas como una figura con una estrella de David atravesada por una lanza, acompañada, a su vez, de cánticos ofensivos.
Estos hechos demuestran que incluso las sociedades más pacíficas no están inmunes a la intolerancia, y señalan la importancia de redoblar esfuerzos para educar y promover el respeto mutuo, garantizando que las futuras generaciones crezcan en un ambiente donde el odio no tenga cabida.
Estos actos de odio socavan los valores fundamentales de democracia, paz y convivencia que han definido a nuestra nación durante décadas, y son síntomas de un problema mayor que enfrentamos como sociedad: la erosión de la convivencia pacífica y la convivencia ciudadana. Esto nos plantea un desafío urgente: ¿Cómo podemos combatir estos discursos y promover una cultura de paz y tolerancia en todos los niveles de nuestra sociedad?
La respuesta a esta pregunta requiere un compromiso activo de todos los sectores de la sociedad, siendo el diálogo una herramienta fundamental en este esfuerzo. En mi rol como miembro del Congreso Judío y de la comunidad judía uruguaya, he sido testigo de los logros que el diálogo puede alcanzar. He visto cómo una conversación abierta y honesta entre personas de diferentes credos y culturas puede derribar barreras, romper prejuicios, y construir puentes. Este diálogo debe ser continuo y basado en el respeto mutuo. No basta con hablar. Debemos escuchar activamente, con la voluntad de comprender al otro sin juzgar. ¿Tenemos el coraje para dar ese paso hacia una mayor comprensión mutua?
El año 5784 ha sido uno de los más difíciles que hemos enfrentado, pero también ha sido un año de aprendizaje y reflexión. Como comunidad, hemos demostrado nuestra fortaleza y resiliencia, pero también hemos aprendido que el camino hacia la paz y a la justicia es largo y requiere el esfuerzo de todos.
En este nuevo año que comienza, nuestra esperanza es que la guerra llegue a su fin, que los secuestrados regresen a casa sanos y salvos, y que podamos vivir en un mundo donde el respeto y la convivencia sean la norma, no la excepción.
Que este Rosh Hashaná, como entrada al año 5785, sea un momento de renovación para todos nosotros. Que sea un tiempo de reflexión y de acción, de paz y de justicia. Que aprendamos de los errores del pasado y trabajemos juntos para construir un futuro mejor.
* El Observatorio Web es una iniciativa conjunta del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que desde el año 2010 trabaja contra la discriminación en Internet y por un uso responsable de las tecnologías.