HECHO DEL DÍA 11-2-2011
Hosni Mubarak hizo anoche un último intento por evitar su renuncia inmediata y seguir en la Presidencia hasta las elecciones de setiembre, para entonces esfumarse de la escena en forma menos desairada. Pero el hombre que ha gobernado Egipto con represiva mano de hierro durante 30 años se está quedando solo. El retiro de apoyo de los jefes militares y de su propio partido se agregó a las turbulentas manifestaciones de millones de personas en todo el país durante 17 días, que exigen la salida de Mubarak sin más demora. Los principales jefes de las Fuerzas Armadas, pilar del régimen autocrático de Mubarak, dieron un vuelco ayer al anunciar en forma conjunta que “apoyamos las legítimas demandas del pueblo”. Y Hossam Badrani, presidente del oficialista Partido Democrático Nacional, se pronunció públicamente al mismo tiempo por la salida de Mubarak y su reemplazo por su vicepresidente, Omar Suleiman.
El presidente admitió sus errores y prometió los cambios constitucionales que reclaman los egipcios para establecer garantías y libertades civiles en un país que jamás conoció en su historia la democracia y el estado de derecho. Pero, en su discurso por televisión, se abstuvo de anunciar la inmediata entrega de la Presidencia a Suleiman, contrariamente a lo que se anticipaba dentro y fuera del país, aunque sí delegó algunos poderes en su vicepresidente.
El reemplazo de Mubarak por Suleiman es la salida menos traumática de la sangrienta crisis. Además aleja el peligro de que sectores islámicos fundamentalistas lleguen al poder y rompan con Israel, lo que agravaría la crisis de Medio Oriente al eliminar el papel moderador de Egipto en la confrontación de otras naciones musulmanas con el Estado judío. El presidente Obama afirmó que “estamos viviendo el hecho histórico” de “una transición hacia la democracia por voluntad del pueblo”. Pero la actitud asumida ayer por Mubarak procura dilatar esa transición.
En soledad, Mubarak se aferra
11/Feb/2011
El País