En recuerdo del Papa Juan Pablo II. Quien continuó por el camino de la reconciliación

20/May/2011

Semanario Hebreo, Lic. Rafael (Rufo)Winter

En recuerdo del Papa Juan Pablo II.  Quien continuó por el camino de la reconciliación

19-5-2011
Por Lic. Rafael Winter (Rufo)
Hace algunos días, quien fuera el Papa Juan Pablo II, fue beatificado por el actual, Benedicto XVI. Paso previo a la canonización. Aunque éste sea un tema específicamente cristiano, la importancia del personaje trasciende, consideramos, al marco cristiano. Fue uno de los personajes más influyentes del último cuarto de siglo XX. Su proyección fue universal. Y de esta proyección, forman parte los judíos, el judaísmo e Israel. Veamos algunos hitos.
• En el año 1979 se convirtió en el primer Papa en visitar el campo de concentración-exterminio de Auschwitz.
• En abril de 1986 visitó la sinagoga de Roma. Era la primera vez, en dos mil años de historia, que un Pontífice visitaba un Templo judío en la ciudad eterna. Del Vaticano a Roma la distancia era y sigue siendo mínima. Pero ningún Papa previo a Juan Pablo II se había animado a recorrerla. Él lo hizo y a dicha visita nos referiremos más adelante.
• En 1994 Juan Pablo II estableció relaciones diplomáticas formales entre el Vaticano y el Estado de Israel.
• Presidió una conmemoración de Iom Hashoa en el Vaticano en la cual tuvo lugar un concierto solemne al que asistieron el Presidente de Italia, autoridades del país, el Rabino jefe de Roma, y sobrevivientes de la Shoa.
• En 1998 otro evento decisivo: publicó “Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoa”: pronunciamiento oficial del Vaticano. Un intento de reconciliación, de “Teshuva” (arrepentimiento). Asume responsabilidades, critica la indiferencia de cristianos y su inacción durante la Shoa. Una vez más condena explícitamente el antisemitismo.
• En el año 2000 Juan Pablo II visitó Israel. Estuvo en Yad Vashem, museo israelí del Holocausto, y también estuvo en el Kotel, el Muro de las Lamentaciones. Pidió perdón por las persecuciones desencadenadas en el pasado contra los judíos.
En el marco del diálogo con distintas confesiones religiosas -lo que fue realizando en el transcurso de su papado-  efectuó una visita a la Sinagoga de Roma en abril de 1986, hito sin precedentes en las relaciones judeo-cristianas.
En su discurso, entre otros conceptos -algunos de ellos extraídos literal o conceptualmente de la Declaración “Nostra Aetate” del Concilio Vaticano II- el Papa Juan Pablo II expresaba: “La herencia que quisiera ahora recoger es precisamente la del Papa Juan XXIII, quien en una ocasión pasando por aquí hizo detener el coche para bendecir a la multitud de judíos que salía de este mismo templo”.
Más adelante expresa que “deplora los odios y las persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos”; enfatizando nuevamente “de cualquier persona”.
En cuanto a la Shoa: “Una palabra de execración quisiera una vez más expresar por el genocidio decretado durante la última guerra contra el pueblo judío y que ha llevado al Holocausto de millones de víctimas inocentes. Al visitar el 7 de junio de 1979 el campo de concentración de Auschwitz y al recogerme en oración  por tantas víctimas de diversas naciones, me detuve en particular ante la lápida con la inscripción en lengua hebrea manifestando así los sentimientos de mi ánimo: esta inscripción suscita el recuerdo del pueblo cuyos hijos e hijas estaban destinados al exterminio total”.
En cuanto a las relaciones judeo-cristianas dice que “La religión judía no nos es extrínseca sino que en cierto modo es intrínseca a nuestra religión. Por lo tanto tenemos con ella relaciones que no tenemos con ninguna otra religión. Ustedes son nuestros hermanos predilectos y en cierto modo se podría decir nuestros hermanos mayores”.
En cuanto a la Pasión: “A los judíos como pueblo no se les puede imputar culpa atávica o colectiva por lo que se hizo en la pasión de Jesús. Ni indistintamente a los judíos de aquel tiempo, ni a los que han venido después, ni a los de ahora. Por lo tanto resulta inconsistente toda pretendida justificación teológica de medidas discriminatorias o, peor todavía, persecutorias…”
En cuanto al diálogo judeo-cristiano “…Nosotros estamos dispuestos a profundizar el diálogo con lealtad y amistad en el respeto de las íntimas convicciones de los unos y de los otros, tomando como base fundamental los elementos de la revelación que tenemos en común, como gran patrimonio espiritual”.
En cuanto al ser humano en sus derechos “…queremos recordar sobre todo una colaboración a favor del hombre, de su vida desde la concepción hasta la muerte natural, de su dignidad, de su libertad, de sus derechos, de su desarrollo en una sociedad no hostil sino amiga y favorable, donde reine la justicia y donde en esta nación, en los continentes y en el mundo, sea la paz la que impere, el shalom auspiciado por los legisladores, por los profetas y por los sabios de Israel”.
Luego de dos mil años de incomprensión, desencuentros y tragedias fue en primer lugar el Papa Juan XXIII –Concilio Vaticano II mediante, declaración “Nostra Aetate”- quien comienza el camino de la tan necesaria reconciliación con el pueblo judío. Juan Pablo II continuó y hasta amplió este sendero. Haciendo lo humanamente posible para contribuir aun más a tan necesaria reconciliación.
A pocos días de fallecer Juan Pablo II, el Rabino Leigh Lerner, del Templo Emanuel-Beth Shalom de Montreal, Canadá, vicepresidente del Diálogo judeo-cristiano, le rindió homenaje. Inspirándose en el “Dayenu” (nos habría bastado) de nuestra Hagadá –canción que agradece a D’os por los milagros que hizo por nuestro pueblo- el Rabino recita entre otros conceptos los siguientes:
“Si Juan Pablo II solo hubiera visitado Auschwitz y no hubiera ido directamente a Yad Vashem, Dayenu! (eso nos habría bastado).
Si solo hubiera ido a Yad Vashem pero no a la Gran Sinagoga de Roma, Dayenu!
Si solo hubiera ido a la Sinagoga de Roma pero no hubiera condenado el pecado del antisemitismo, Dayenu!…
Si no hubiera llamado al arrepentimiento cristiano sino que solamente hubiera presidido una conmemoración de Iom Hashoa en el Vaticano, Dayenu!
Si solo hubiera conmemorado Iom Hashoa pero no hubiera reconocido al Estado de Israel, Dayenu!
Si solo hubiera reconocido al Estado de Israel, pero no hubiera intercambiado embajadores con él, Dayenu!
Si solo hubiera enviado un embajador pero no hubiera pronunciado una plegaria de arrepentimiento por los pecados contra los judíos, Dayenu!
Si solo hubiera hecho un gesto de arrepentimiento pero no hubiera visitado Israel, Dayenu!…
Si solo hubiera visitado Yad Vashem, pero no el Kotel, Dayenu!
Si solo hubiera visitado el Kotel, pero no hubiera introducido su plegaria entre sus piedras, Dayenu!
¡Pero hizo todo eso!…Todo y más aun; dobladas y redobladas son las buenas acciones que el Eterno nos ha dado a través de este hombre, el Papa Juan Pablo II”.
Continúa diciendo el rabino:
“Una gran parte de la historia de las relaciones de los judíos con la Iglesia Católica se ha escrito con lágrimas. ¡Que suerte entonces poder vivir en el tiempo de un Papa que quebró esa tendencia, reconociendo nuestras tristezas y nuestras alegrías! Kamah maalot tovot. ¡Que buenas son sus obras!”
No de muchos personajes de la historia se puede decir que ocupan un lugar en el corazón, no sólo de su grey, sino de la humanidad en general.
Juan Pablo II es uno de ellos.
Por Lic. Rafael Winter (Rufo)