El Holocausto como polémica literaria

02/Oct/2014

El País, España, WINSTON MANRIQUE SABOGAL

El Holocausto como polémica literaria

La controversia por el
Holocausto en la literatura ha vuelto. Y con ella algunas preguntas eternas:
¿Las ideas políticas, religiosas o morales están por encima del arte? ¿Es
lícito abordar cualquier tema? ¿O depende del enfoque? Planean estos
interrogantes ahora debido a la última novela de Martin Amis, The Zone of
Interest (La zona de interés), que trata el Holocausto a través de la mirada de
tres comandantes nazis entre el humor y el sarcasmo. Ha recibido buenas
críticas en Reino Unido, pero sus editoriales tradicionales de Alemania
(Hanser) y Francia (Gallimard) han decidido no publicarla. No hablan de vetos,
represalias o censura, sino de cuestiones de calidad y económicas.
Finalmente, en Francia el
libro lo publicará Calmann-Lévy, la misma que hace siete años rechazó otra obra
polémica: Las benévolas (RBA), de Jonathan Littell. En Alemania nadie se anima
con el nuevo Amis… todavía. Y en España lo hará su editorial de siempre:
Anagrama, en otoño de 2015. No es la primera vez que el autor inglés aborda
este tema. Ya lo hizo en 1991 con La flecha del tiempo y en sus memorias,
Experiencia, donde señala la importancia del genocidio judío en su cosmovisión
creativa.
Ningún tema debe ser
prohibido o vetado a un escritor en la ficción. Los autores deben tener
sensibilidad frente a los temas que tratan. Luego vienen los matices, entre
ellos, la sensibilidad o la provocación por la provocación. Estas fueron las
reacciones entre editores, escritores y expertos españoles y extranjeros a las
preguntas de EL PAÍS.
No es la primera vez que
el Holocausto causa controversia en la literatura. Hay consenso general de que
sobre “los malos o verdugos” se puede decir todo, pero sobre “los buenos o
víctimas” hay que tener más cuidado, procedan del ámbito que sea. La
desacralización no suele ser bien vista, aunque el tema de la Shoah ha sido
abordado de varias maneras en los últimos años también en cine y teatro.
Un texto sólo debe ser
juzgado por su subtexto. La pregunta que debemos hacernos no es ‘¿cuál es la
historia?’, sino ‘¿qué quiere decirnos?”, dice Etgar Keret
Etgar Keret, escritor
israelí e hijo de un sobreviviente del Holocausto, tiene claro que “no debería
haber temas prohibidos. La moralidad o inmoralidad de una obra de arte nunca
está en el tema elegido, sino en el subtexto que lleva. Puedo escribir una
historia racista de una tienda de dulces (en la que todos los dulces se niegan
a hablar con el chocolate negro) o escribir una extremadamente moral sobre la
pedofilia o un nazi. Un texto sólo debe ser juzgado por su subtexto. La
pregunta que debemos hacernos no es ‘¿cuál es la historia?’, sino ‘¿qué quiere
decirnos?”, reflexiona el autor de Los siete años de abundancia (Siruela).
Un debate parecido se
vivió hace unos diez años con El niño con el pijama de rayas (Salamandra), de
John Boyne. Mientras unos le acusaron de trivial y banal, otros consideraron
que era una buena manera de que los más jóvenes entraran en un hecho histórico
tan doloroso y crucial. A Sigrid Kraus, su editora en España, le interesó la
polémica, porque “el libro pretende que la haya. Es necesario que se hable de
ello porque lo habitual es que cuando se dice Holocausto la gente baje la
cortina, y lo que Boyne pretendía era enseñar el problema”.
Kraus no está de acuerdo
con que este sea un tema tabú: “Debe ser parte de nuestras vidas, de nuestras
conciencias. Si lo aparcamos casi como un hecho religioso no sirve de nada
porque lo que se busca es que la gente se acerque a él de todas las formas
posibles. Hay que aprender de aquello”.
Los alemanes no suelen
llevar bien las rutas literarias desacralizadoras. Lo que sienta mal, dice la
crítica y escritora Cecilia Dreymüller, “es cuando un autor o una obra pretende
eliminar el distanciamiento reflexivo o estético y solo explota el aspecto más
escandaloso o lo provocador como mero modelo económico”. Recuerda que una
reacción parecida se vivió allí con Las benévolas. Una obra literaria, afirma,
debe aportar alguna reflexión o postura ética o moral para que pueda encajar en
el tema. Los alemanes están, dice, acostumbrados a enfoques como los de Martin
Amis. El hito lo marcó en 1971 el escritor judío Edgar Hilsenrath con El nazi y
el peluquero (Maeva). Un libro de sátira mordaz sobre el Holocausto desde el
punto de vista de los nazis. “Al principio chocó, pero luego fue entendido”.
El rechazo reciente de la
obra de Amis por parte de su editorial es un “error malo y tonto”, asegura
Werner Fuld. El crítico alemán y autor de ensayos como Breve historia de los
libros prohibidos (RBA) considera que “tal enfoque equivocado de la corrección
política duele y niega no sólo los derechos de las artes, sino los derechos de
todos”.
Tantos años después de
Adorno, sí se puede escribir poesía después de Auschwitz, afirma Manel Martos,
editor de RBA: “Como lector apasionado de Céline, Morand, Brasillach, Rebatet,
Montherlant, Drieu la Rochelle y… Amis, me sorprende que el editor de todos
esos colaboracionistas rechace el libro de Amis”.
Tal enfoque equivocado de
la corrección política duele y niega no sólo los derechos de las artes, sino
los derechos de todos”, afirma Werner Fuld
“No siempre la literatura
refleja la realidad y no siempre la sociedad está a la altura de la
literatura”, sentencia Patricio Pron, autor de El libro tachado (Turner). Para
él, a menudo, esos vínculos adquieren la forma de un enfrentamiento, y ese
enfrentamiento, “por difícil o polémico que sea, siempre acaba ampliando los
límites de lo que se puede decir y de lo que se puede pensar en una sociedad en
un momento histórico específico. Y eso siempre es positivo”.
Entonces, ¿es censura lo
que ha sucedido con Amis? Sigrid Kraus y Juana Salabert, autora de Velódromo de
invierno (Seix Barral), lo niegan. Ambas defienden que el editor tiene su
propio gusto y la obligación de que cada título sintonice con el catálogo o el
cometido de la editorial.
Lo que llama la atención
a Salabert es que últimamente se está poniendo mucho el acento en la voz y la
mirada de los verdugos, se abandona la de las víctimas. No hay que olvidar,
añade, que en los últimos tiempos hay un despertar antisemita en Europa y “hay
que tener cuidado con lo que se dice o publica”.
Una cosa es el humor y
otra la falta de sensibilidad o empatía que es lo primero que debe tener un
autor a la hora de tratar un tema y dirigirse al lector.