El delirio del antisionismo

11/Feb/2015

Nuevo Mundo Israelita, Por Tom Wilson

El delirio del antisionismo

Muchos se apresuraron a
calificar a la conferencia de las Naciones Unidas sobre el antisemitismo como
un paso esperanzador. El hecho de que solo 37 de los 193 Estados miembros de la
ONU se molestaran en enviar delegados debería ser suficiente demostración de lo
poco que muchos países se preocupan por el actual renacimiento del odio mundial
antijudío.
Hubo, sin embargo, un
momento del evento que destacó. Durante su discurso ante la conferencia, el
filósofo francés Bernard Henri-Lévy identificó la demonización de Israel como
el componente clave del antisemitismo contemporáneo, en referencia a lo que él
llamó “el delirio de antisionismo”. Fue una ironía especialmente satisfactoria
escuchar estas palabras en una institución que tan a menudo ha sido anfitriona
de los peores llamados a destruir el Estado judío. Y sin embargo, el consenso
internacional, así como el consenso en Occidente, es en gran parte sordo a esa
ironía. La mayoría todavía no ve el grado en que el antisionismo es la
expresión primaria de hostilidad contra los judíos hoy.
Que las Naciones Unidas
hayan proporcionado durante mucho tiempo uno de los principales foros para
castigar a Israel difícilmente puede ponerse en duda. La sesión de la Asamblea
General actual (2014-2015) ha pasado hasta el momento 20 resoluciones contra
Israel, y solo tres en contra de acontecimientos ocurridos en otras partes del mundo.
La obsesión desquiciada por condenar al Estado judío es lo suficientemente
clara para que todos la vean. Y sin embargo, incluso los líderes mundiales que
se manifiestan contra el antisemitismo, a menudo se niegan a ver que esas 20
resoluciones de la ONU contra Israel representan la expresión moderna del
antiguo odio antijudío.
Poco después de los
atentados de París, Natan Sharansky fue entrevistado por la BBC en su calidad
de jefe de la Agencia Judía. Cuando se le preguntó sobre el aumento del
antisemitismo, Sharansky intentó hacer referencia a los círculos liberales de
Europa en los que Israel recibe una hostilidad casi uniforme. En ese momento el
presentador de la BBC intervino, y le dijo que equiparar a los críticos de
Israel con los antisemitas sería “peligroso”. Cuando Sharansky intentó
distinguir entre la crítica razonable y la tendencia a tratar injustamente a
Israel, el presentador respondió que “no quería entrar en una discusión acerca
de Israel”.
Otro evento que tuvo
lugar en Nueva York hace algunos días ilustra esa misma animosidad anti-Israel.
Durante una conmemoración de la liberación de Auschwitz, en una sesión del
Concejo Municipal de la ciudad de Nueva York, 40 manifestantes irrumpieron a
gritos. Mientras las autoridades los hacían salir de la galería del público,
una mujer gritó llena de odio hacia la cámara: “¡Las vidas palestinas
importan!”. Bueno, ciertamente. Pero traten de decirle eso a Hamás. Y por otra
parte, si las vidas palestinas tanto importan, ¿qué demonios tiene eso que ver con
la conmemoración del Holocausto? Este fue, de hecho, otro de los temas
recogidos por Henri-Lévy durante su discurso: el fenómeno cada vez más
combinado de la negación del Holocausto con la resistencia a la conmemoración
del Holocausto.
Este esfuerzo de los
activistas anti-Israel de secuestrar conmemoraciones del Holocausto con un
mensaje antisionista es, por supuesto, un vicioso —aunque torpe— intento de
invalidar el derecho de Israel a existir. Estas personas viven en una narrativa
históricamente analfabeta en la que errónea­mente creen que las potencias
mundiales simplemente le entregaron a los judíos un país perteneciente a otros
tras el Holocausto. Al acusar a los judíos de crímenes contra los palestinos
comparables a los del nazismo, intentan anular el derecho de los judíos a un
Estado.
Constituye una ignorancia
similar sobre la historia del antisemitismo no ver cómo esta es nada menos que
la última manifestación de un odio antijudío en constante mutación. Esta
enfermedad tiene un atractivo sin fin, debido a la forma en que siempre promete
liberar a la humanidad, de una manera u otra, “resolviendo” el problema judío.
Con gran optimismo, un ex ministro del gobierno holandés expresó recientemente
la opinión de que la trasferencia de todos los judíos de Israel a Estados
Unidos anunciaría una nueva era de paz mundial. Por supuesto, esta idea se basa
en el supuesto de que los judíos egoístas que se aferran a su Estado, cargan
con la responsabilidad final de haber metido a la humanidad en los horrores de
los conflictos actuales.
El antisemitismo siempre
se expresa a través del sistema de valores de cada época. En la Alemania nazi
era una seudociencia racial, y en la Unión Soviética las doctrinas marxistas.
Durante la Edad Media las enseñanzas de la Iglesia cumplían ese rol.
Actualmente, cuando los derechos humanos y la ley internacional están siendo
secuestrados para demonizar al Estado judío, la ONU asume un papel similar al
que tuvo el papado medieval. Fue alentador, por tanto, escuchar a Bernard
Henri-Lévy denunciar el delirio del antisionismo en la cámara de la Asamblea
General, exponiendo una verdad que es muy raramente expresada.
Fuente: Revista
Commentary. Versión NMI.
Tom Wilson, periodista y
analista político británico.