Director de Derechos Humanos del MEC condenó atentado a la AMIA

27/Jul/2010

El Dr. Javier Miranda sostuvo: "yo soy parte de la comunidad agredida"

Director de Derechos Humanos del MEC condenó atentado a la AMIA

El miércoles 21 de julio tuvo lugar en la Comuinidad Israelita del Uruguay el acto en recordación de los 16 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).La actividad contó con la oratoria del director de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura, Dr. Javier Miranda, y el presidente del Comité Central Israelita del Uruguay, Cr. Marcos Israel.Discurso pronunciado por el Cr. Marcos Israel
Sr. Cónsul de Israel, autoridades nacionales y
departamentales, Sr. Director de Derechos Humanos del MEC,
amigos y amigas,

Estamos esta noche conmemorando el 16º aniversario del
atentado a la sede central de la colectividad judía
argentina.

Esta conmemoración nos trae siempre una cantidad de
sentimientos y reminiscencias.

En estos días conmemoramos, tal cual ocurre desde épocas  
bíblicas, un nuevo Tisha Beav. En ese día, el noveno del mes
de Av del calendario hebreo, la tradición ha concentrado
algunas de las peores catástrofes de la historia judía,
ocurridas en el entorno de la misma.

Los desastres especialmente recordados en esa fecha son,
entre otros: la destrucción del Primer Templo en el 586 ac;
la destrucción del Segundo Templo en el 70 dc y la salida de
los últimos judíos de España luego del edicto de expulsión
de marzo de1492. Pero hay varios más, entre los cuales la
caída de la fortaleza de Betar, último bastión de la
rebelión de Bar Cojba contra Roma en el 135 dc y la orden de
expulsión de los judíos de Inglaterra en el año 1290.

Significativamente el atentado de la AMIA se produjo en
este mismo entorno de fechas.

Generalmente uno de los énfasis de las conmemoraciones del
atentado ha sido destacar el carácter terrorista del hecho,
que sin duda lo fue.

En esta ocasión, quiero poner el énfasis en otro aspecto,
que si bien no ha pasado desapercibido, creo que no le hemos
dado toda la dimensión que tiene, toda la importancia y
significación que entiendo se le debe dar en la actualidad.
Este atentado fue inequívocamente un atentado antisemita.

Fue específicamente contra el lugar más representativo de
la colectividad judía argentina, la más grande de América
Latina.

Perpetrado por el gobierno de un país bien lejano –Irán-
con un régimen islamista que no disimula en absoluto su
carácter antijudío.

Un régimen que ha hecho esfuerzos denodados por negar el
Holocausto, hecho éste, en sí mismo, antisemita.

Justo es decirlo, este régimen no sólo se caracteriza por
ser racista contra los judíos sino que es racista en forma
más genérica –como suele ocurrir con los regímenes racistas
a lo largo de la historia-.

La Conferencia Continental
de Asia de febrero del año 2001, que fue preparatoria de la
CMCR de Durban, fue irónicamente organizada en Teherán.

Como todas las conferencias de ese tipo constaba de una
conferencia ciudadana y otra de Estados. Pues bien, para ir
a Teherán no hubo visas para ningún judío del mundo Pero
tampoco para los Bahais –otra minoría étnico religiosa
perseguida por los iraníes-. Y todos sabemos aquí que pasa
en Irán con las personas de condición sexual diferente, y
con los derechos de la mujer.

Fue una conferencia internacional largamente
discriminatoria.Cualquier parecido con un régimen bien conocido del siglo
pasado, no es casualidad.

Y no lo es porque este régimen no constituye un hecho
aislado en la zona. Mucho antes del advenimiento del régimen
de los ayathollas en 1979, estaba bien asentado en el mundo
árabe el antisemitismo y la influencia de la ideología nazi,
con proyección hacia otros países islámicos no árabes.

Si acordamos que el genocidio es la expresión más extrema
del racismo, vale la pena recordar que antes del
advenimiento de este régimen en Irán, los árabes anunciaron
e intentaron en el terreno, en cuatro oportunidades, un
genocidio de los judíos en Tierra Santa y en los países
árabes.

La 1ª vez fue en 1941, siete años antes de la independencia
de Israel, cuando el Mufti de Jerusalém Haj Amin al Husseini
–autoridad máxima de carácter religioso y político de los
árabes de la zona-, se entrevistó con Hitler en Berlín, para
pedirle que llevara la solución final al Medio Oriente y al
mundo árabe.

Hitler recibió de muy buen grado al Mufti, y lo trató como
si fuera alemán –cosa que no era común-, confiándole el
reclutamiento de 20.000 musulmanes para las SS que operaban
en la ex Yugoslavia.

Al término de la guerra, el Mufti volvió a Egipto y fue
recibido en El Cairo como un héroe nacional. Colaboró en la
“importación” de otros nazis prófugos al mundo árabe y murió
recién en 1974, por lo que su influencia tuvo una larga
duración.

La 2ª vez que se intentó un genocidio judío por los árabes,
fue en 1948, apenas se declaró la independencia de Israel.
Anunciado de antemano, el presidente de la Liga Árabe –Azur
Pashá- había advertido que si se concretaba la constitución
del Estado judío, habría una masacre colosal que sería
recordada junto con las Cruzadas y las masacres de los
mongoles. Estaba muy fresca -en el imaginario árabe- la
pretensión de un holocausto que abarcara también a los
judíos de Tierra Santa.

Siete ejércitos árabes invadieron Israel con ese cometido
apenas 24 horas después de declarada la independencia de
Israel.

La determinación era tan clara que promovieron el abandono
de sus residencias de los árabes habitantes de las ciudades
israelíes para proceder con mayor tranquilidad a su
destrucción.

El 3er intento de genocidio se produjo inmediatamente
después de haber fracasado el 2ª, en los años 1949-50. Pero
este estuvo anunciado por todo lo alto en la propia Asamblea
General de las NNUU en noviembre de 1947, cuando se trataba
la partición de lo que quedaba de la vieja provincia
Palestina del Imperio Otomano, en dos Estados.

Allí, el
representante egipcio en la ONU, Heykal Pachá, el 24/11/1947
dijo: –cito textualmente-: “La ONU no debe perder de vista
que la solución propuesta puede poner en peligro a un millón
de judíos residentes en los países musulmanes. La partición
de Palestina puede crear en el seno de dichos países un
antisemitismo aún más difícil de curar que aquel que los
Aliados intentan curar en Alemania… Si la ONU decide dividir
Palestina, podría ser responsable de disturbios muy graves y
de la matanza de un gran número de judíos”.

Como sabemos, aunque es un hecho que ha tenido mucha menos
difusión de la debida, casi la totalidad de esa población
judía –del orden del millón de personas- que había residido
allí por siglos, protagonizó un éxodo impresionante, la
mayoría de ellos hacia Israel –donde llegaron en calidad de
refugiados-, escapando de persecuciones violentas alentadas
por los Estados árabes.

La 4ª vez que se planificó un genocidio fue en 1967 cuando
la Liga Árabe -extraordinariamente armada por la Unión
Soviética-, se sintió en condiciones de vencer a Israel. El
presidente de de la L.A. Gamal Abdel Nasser prometió
destruir Israel y echar a los judíos al mar.

Al mismo tiempo, el líder de los árabes palestinos,
Chukeiri –en un reportaje que reprodujo Ursula Wasserman en
Marcha en mayo de 1967-, ante la pregunta de si los árabes
ganaban la guerra “¿Qué suerte correrán los sobrevivientes
israelíes? “ , contestó “No habrá sobrevivientes”.

Sras., Sres., jóvenes, como ven pues, la pretensión de Irán
de borrar a Israel del mapa no es novedosa. Por eso recalco
el carácter visceralmente racista del régimen que impera en
Irán desde 1979 y que fue el que perpetró el atentado que
hoy estamos recordando.

Para aquellos que puedan pensar que tomamos demasiado al
pie de la letra los discursos de estos líderes políticos,
ahí tienen el ejemplo de Sudán. Los pueblos originarios
africanos del sur de Sudán y los de Darfur en el oeste de
Sudán han sido brutalmente masacrados por el régimen
islamista que gobierna ese país, desde 1986 hasta el
presente, cobrándose alrededor de 3 millones de muertos,
cantidad incontable de mujeres esclavizadas y otro tanto de
niños secuestrados y cambiados de identidad.

No se nos debe escapar tampoco las agresiones y
persecuciones que vienen sufriendo las comunidades
cristianas en esos países, existiendo al día de hoy millones
de cristianos que se han exiliado en otras partes del mundo.

Como dijo Marcos Aguinis en un artículo reciente, esta
gente dice lo que piensa y hace lo dice.

En este sentido, la carta fundacional del Hamas –grupo que
representa uno de los brazos ejecutores de las políticas de
Irán- no deja lugar a dudas. El artículo 7 de dicha carta
dice textualmente: “El profeta, que Alá le bendiga y le dé
salvación, ha dicho: “El Día del Juicio no llegará hasta que
los musulmanes combatan contra los judíos, cuando el judío
se esconderá detrás  de piedras y árboles. Las piedras y los
árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío
detrás de mi, ven a matarlo”.

El artículo 22 es extenso, no lo voy a leer, pero ofrece
evidencias inequívocas de su inspiración en los libelos que,
a su vez, inspiraron el Mein Kampf, de Adolf Hitler. Reúne
todas las calumnias que diferentes tendencias inventaron
sobre los judíos y manifiesta un alucinante carácter
reaccionario. El delirante artículo 22, implica que hasta la
Revolución Francesa es abominable.

Esta corriente de antisemitismo está pues muy sólidamente
posicionada en Medio Oriente.

Pero además, tiene la fuerza de irradiar fuertemente al
resto del mundo.

Y no es éste un fenómeno que estamos descubriendo ahora.

Ya en 2001, en la Conferencia Mundial Contra el Racismo de
Durban, pudimos observar con gran espanto, cómo la ola de
antisemitismo que trajeron los países ya citados, inundó
completamente la Conferencia, tanto la Conferencia Ciudadana
como la de Estados.

A tal punto, que decenas de minorías de todo el mundo, que
habían puesto grandes esperanzas en esa Conferencia Mundial,
para avanzar en sus respectivas luchas contra el racismo y
la discriminación, se vieron arrasadas y en su gran mayoría
se fueron con las manos vacías y una gran frustración.

Meses antes de la Conferencia Mundial del 2001, era claro
para los observadores, que la misma habría de ser
desnaturalizada por las posiciones que venían de los países
que integran la Conferencia islámica y que fueron claramente
expresadas en la preparatoria de Teherán. Sin embargo,
igualmente se permitió que ocurriera lo que ocurrió.

Pero esta irradiación de racismo no se dio solamente en el
campus de la Conferencia, sino que va asentándose firmemente
en países lejanos de su epicentro.

El mes pasado escuchamos con horror uno de los discursos
más cargados de odio de que tengamos conocimiento quienes
pertenecemos a generaciones posteriores al nazismo. Y
provino de un país de América Latina.

El presidente Hugo Chávez profirió un discurso de odio
rampante, no sólo por su contenido sino por la forma
exaltada en que fue expresado, recordándonos los discursos
de Hitler que hemos visto en películas.

De nuevo debemos preguntarnos: ¿es esto algo nuevo? ¿es un
hecho puntual, aislado?

La respuesta es NO, no lo es.

Para que entiendan lo que quiero decir, volveré al año
2001. A Durban y a la Conferencia Preparatoria de las
Américas en Santiago de Chile en las que participé.

La conferencia ciudadana de Santiago de Chile en diciembre
del 2000 fue extraordinaria, una fiesta de diversidad, de
respeto, de pluralismo, de democracia, de búsqueda
inclaudicable de consensos. Los documentos que salieron de
allí fueron los más serios e importantes de todo el proceso
de preparación de la Conferencia de Durban.

Ocho meses después, cuando fuimos a Durban, sabíamos que
cada región del mundo iba a tener su centro de operaciones,
su carpa, así que yo fui pensando que la carpa de América
Latina y el Caribe iba a ser mi casa.

Oh sorpresa!, cuando entro en la carpa de AL me encuentro
con carteles antiisraelíes por todas partes y, mucho peor
aún, cuando me acerqué a hablar con uno de los encargados de
la carpa, apenas le dije mi nombre, me dio la espalda y se
fue. La carpa de AL no sería mi casa en Durban.

Entendí con horror que el veneno de Teherán había llegado
rápidamente hasta AL.

Se me  encendió una luz amarilla, fue una señal muy fuerte.

Hoy, pocos años después, tenemos a la Venezuela de Hugo
Chávez, y otros países que la siguen de cerca: Bolivia,
Ecuador, Nicaragua, Cuba.

¿Cuál es el mapa de situación que tenemos en el mundo hoy?

En Medio Oriente una ideología islamista totalitaria
fuertemente establecida en varios países de una Liga Árabe
poderosísima y en un Irán cuyo poder crece exponencialmente.

El parecido con el régimen que estremeció el siglo XX tiene
también que ver con el sueño de dominar al mundo y de
obligar a la humanidad a estar regida por determinada forma
de vida por ellos impuesta.

El hecho de que en nuestro mundo globalizado los países
lejanos de zonas conflictivas no estamos a salvo.

Conviene recordar junto con el atentado de la AMIA en
Buenos Aires, los atentados de Madrid, el del subte de
Londres, las Torres Gemelas, el de Bali y las decenas de
atentados que fueron frustrados en diversos lugares.

¿Qué falta para que se produzca un gran desastre?

¿Falta? ¿O ya se está empezando a gestar?

Tenemos hoy día una crisis económica muy importante en los
países centrales de occidente.

La ideología islamista tiene millones de adeptos dentro de
unos cuantos de esos países occidentales, y ahora también
hace camino en AL.

Sras. Sres., amigos, quiero terminar estas palabras con un
llamado de atención. Dirigido a todos // pero sobre todo a
los hacedores de políticas, líderes de todas las confesiones
religiosas, líderes sociales, comunicadores, // quiero
pedirles que atiendan las señales. Por favor! atiendan las
señales.

La historia está ahí, gritándonos qué fue lo que pasó cada
vez que no se atendieron.

Muchas gracias.Discurso pronunciado por el Dr. Javier Miranda
SILVANA

JORGE

MOISES

CARLOS

YANINA

NAUM

SEBASTIAN

DAVID

HUGO

REBECA

DORA

FAVIO

ROMINA

EMILIANO

GABRIEL

VIVIANA

PAOLA

JACOBO

CRISTIAN

DIEGO

RAMON

NORBERTO

FAJWEL

MONICA

ALBERTO

MARTIN

INGRID

LEONOR

FABIAN

GUILLERMO

ERWIN

JOSE ENRIQUE

CYNTHIA

ANDREA

SILVIA

CARLOS

EMILIA

MARIA LUISA

ANALIA

CARLA

ELENA

ESTHER

LEON

BERTA

LUIS FERNANDO

AGUSTIN

JESUS MARIA

ANDRES

GREGORIO

ILEANA

NAON

MONICA

ELIAS

GERMAN

ROSA

FERNANDO

ABRAHAM

SILVIA

OLEGARIO

NOEMI

FELIX

MARISA

RICARDO

RIMAR

FABIAN

PABLO

MAURICIO

NESTOR

MIRTA

LILIANA

NAUM

JUAN CARLOS

EMILIA

MARIELA

MARTA

ANGEL

EUGENIO

JUAN

GUSTAVO

ISABEL

DANILO

SUSANA

RITA

ADEHEMAR

Estos son 85 nombres, 85 personas. Nombrarlas, recordarlas
por sus nombres de pila, creo yo, es el primer acto para
mantener su dignidad de personas. No son sólo víctimas –que
lo son-; antes del 18 de julio de 1994, eran personas vivas,
con una historia, con un proyecto de vida. No cosificar esas
vidas es, a mi parecer, el acto inicial de la memoria. Con
ello me propongo sostener sus vidas y sus vivencias.

Son personas, además, no aisladas, sino con sus lazos
familiares, sus amistades. Eran personas en sociedad. Su
ausencia –provocada por el acto criminal- es ausencia en la
sociedad. Un segundo paso postulo entonces: la solidaridad.
Solidaridad con el dolor de las víctimas, de todas las
víctimas del atentado. Compartir con ellos el dolor; ese
dolor inexplicable, sin sentido, que no tiene respuesta ante
la pregunta “¿por qué?”

 

Esta dimensión humana es ineludible. Creo que si pensáramos
exclusivamente en términos de cifras, de acto terrorista,
arrebataríamos una parte fundamental, fundacional, de lo que
nos convoca: cada una de las vidas heridas, que nos
interpelan desde hace 16 años.

Sobre esta base, pienso, recién entonces tiene sentido
avanzar un paso más. El atentado terrorista tuvo por blanco
una comunidad. Por ello atacó a uno de sus símbolos. Ese
acto de barbarie, prescindió de las personas, las consideró
simples objetos, cuya destrucción era irrelevante frente al
objetivo de agredir el símbolo y, a través de él, a la
comunidad. El crimen necesitó cosificar a las personas.

Frente a ello reacciono: procuro personificar y, desde
allí, humanizar. También humanizar el símbolo, darle valor
de comunidad, de unidad común, a aquélla que fue blanco del
ataque.

Y condeno el acto criminal. Y elevo mi voz de condena. A
partir del 18 de julio de 1994, también yo soy parte de la
comunidad agredida. Soy uno más entre mis hermanos, que
condenamos.

El acto terrorista, por definición, es el que  busca
sembrar el miedo. Más allá de las víctimas directas, se
dirige al colectivo. Pretende inmovilizarlo, desarticularlo.
Haciendo frente a él, creo, todos deberíamos unirnos, para
movilizarnos.

En primer lugar, con una condena categórica: no estamos
dispuestos, como comunidad, a tolerar estos actos.

Enseguida, frente a la barbarie que pretende imponer el
miedo, nos movemos a la denuncia, sostenemos las vidas y los
símbolos con la memoria.

En tanto que comunidad, como miembros activos de una
sociedad organizada en base a reglas de convivencia,
reclamamos y acudimos a la justicia. No es el acto de
venganza el que dará satisfacción a nuestro reclamo de
justicia, nuestra necesidad de justicia. Eso sería
igualmente un acto de barbarie, que lo equipararía
moralmente al acto que condenamos. Elegimos vivir en
sociedad; en consecuencia, ante el acto de ruptura radical
del pacto de convivencia, reafirmamos nuestra civilidad:
acudimos a las instituciones que nos hemos dado para
reclamar justicia. La institucionalidad de la justicia se
convierte así en pieza clave. Ya no es sólo la condena moral
espontánea de la sociedad –necesaria, imprescindible, claro
está- también se requiere, ineludiblemente, la condena
institucional. Ella es la expresión de la comunidad que 
busca saber qué pasó y, con todas las garantías debidas,
condenar a los autores del acto salvaje.

De esta forma, la institucionalidad social procura disuadir
a otros que tal vez, en algún momento, piensen que pueden
actuar en forma violenta contra cualquier parte de la
sociedad, en pos de sus ideas. Busca, también, disminuir la
violencia en la sociedad, sustrayendo a cada uno de nosotros
la reacción represiva, impulso primario de venganza, de
rebeldía ante la ofensa. Son éstos dos de los fundamentos
que justifican la acción penal y la pena. Es también, creo
yo, un gesto de condena moral institucionalizada.

La impunidad sobre el atentado del 14 de julio de 1994 a la
sede de la AMIA en Buenos Aires, subvierte estos principios
que, entiendo, alientan y dan sustento a nuestra sociedad.
Por ello, una vez más, tras 16 años, volvemos a reunirnos y
a reclamar justicia. Para sostenernos como sociedad
organizada por reglas. Frente al terrorismo, reaccionamos
reivindicando la civilización, los valores de la
convivencia.

Nos reunimos, decía, para recordarlos, para recordar sus
nombres, compartir sus proyectos de vida. Nos reunimos en
solidaridad con sus familiares y amigos. Nos reunimos para
ser parte de la comunidad agredida, para ser uno con ella.
Nos reunimos para decir NO al terrorismo y a los
terroristas; para que sepan que, contra lo que pretenden,
sus actos no nos inmovilizan; por el contrario, fortalecen
la convicción de que cada uno de nosotros debe hacer más
para celebrar la vida, para afirmar nuestras diversidades
sobre la bese de la igualdad en derechos.

Mi nombre es Javier Miranda. Hoy una de mis funciones es
estar a cargo de la Dirección Nacional de Derechos Humanos
del Ministerio de Educación y Cultura.

Quiero agradecer al Comité Central Israelita por el honor
que para mí significa que me hayan invitado a prestar mi voz
en este acto y sumarla a la de todos ustedes, para
dignificar a las víctimas, condenar el terrorismo y
reafirmar nuestro compromiso ciudadano.

Muchas gracias.