El 1ro. de noviembre del año 2005,la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 en la cual designó el 27 de enero como el “Día de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto”. Dicha fecha fue elegida porque en ese día, en el año 1945, el campo de exterminio de Aushwitz fue finalmente liberado. Si hay un nombre que simboliza particularmente la Shoah, ese es el nombre siniestro de Aushwitz. Y con toda la importancia que el momento de la liberación pudo haber tenido, no dio ningún motivo para celebrar: lamentablemente seis millones de judíos, entre los cuales cerca de un millón y medio de niños y adolescentes no pudieron vivir el día de la liberación.
Luego de la resolución, el Secretario Gral.de las Naciones Unidas, en su momento Kofi Annan, describió este día especial como “un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar”.
Somos absolutamente consientes que la total responsabilidad por el genocidio le cabe a los criminales nazis, ya sea a los “ideólogos” como a los perpetradores.
Somos absolutamente concientes de que los nazis pudieron llevar a cabo la “Solución Final”, es decir, el exterminio de los judíos, porque además no carecieron de cómplices y porque buena parte del mundo fue indiferente a lo que sabía, estaba pasando. También somos concientes de que, en la hora más sombría del pueblo judío, hubo “Justos entre las naciones”. Más de los que suponemos. Menos de los que hubiésemos querido. Estos justos hicieron lo indecible por ayudar, por salvar. Arriesgaron sus propias vidas. Permanecerán para siempre en la memoria del pueblo judío.
Recordamos a las víctimas de la Shoah. Pero también recordamos a todas aquellas personas de buena voluntad que en aquellos trágicos años, murieron injustamente asesinados por la barbarie y la insanía nazi.
La Shoah nos enseña, entre otras cosas, a decir no a la discriminación cualquiera sea su forma, no al racismo, no a los genocidios: sí a la vida!
Pero el mundo parece no haber aprendido la lección. Los nazis fueron vencidos pero, a casi setenta años del horror, el nazismo aun no lo fue. En algunos lugares sigue latente, en otros resurge. En muchos no se lo combate lo suficiente. Recordemos: el nazismo no es solamente dañino para los judíos. Es perjudicial para las democracias, para cualquier sociedad, para cualquier persona de buena voluntad independientemente de su origen. Quien empieza matando judíos…
Y por si todo esto fuera poco: la perversa negación del Holocausto. Se profana la memoria de las víctimas. La perversa negación del Holocausto por parte de –entre otros- algunos siniestros “personajes” de nuestro tiempo, a pesar de la infinidad de documentos, pruebas, evidencias, testimonios, que no dejan ningún lugar a dudas de lo que pasó. No se puede, no se debe comulgar con esos “personajes”. La necesidad no puede ni debe tener cara de hereje.
Insistimos en que la educación es la principal herramienta para combatir el flagelo del racismo, antisemitismo, la discriminación, en cualquiera de sus formas. Por supuesto que la educación comienza en el hogar. Desde la más tierna infancia. Pero debemos reforzarla en las escuelas y liceos. Con programas de estudios apropiados para el estudio de la Shoah y el de todos los genocidios.
Para que nunca más vuelva a suceder.
CENTRO RECORDATORIO DEL HOLOCAUSTO.
Montevideo – Uruguay
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