Por Esc. José Luis Piczenik, Comité Central Israelita del Uruguay
“Ya pasaron 8 años de esos terribles momentos donde todos nos sentimos atacados, vilipendiados, violentados por un odio que tenía muy pocos antecedentes en el país. Más allá del dolor, todos entendimos que la violencia, la irracionalidad y el antisemitismo no tienen lugar ni tiempo, no tienen causa ni explicación, nacen y se retroalimentan en una mente salvaje que traduce en muerte sus ideas enfermizas.”
El 8 de marzo de 2016 el país amanecía con temperatura agradable y preparado para la conmemoración de un nuevo día internacional de la mujer. Una lucha absolutamente justa que llevo adelante Clara Eibner de Zetkin, una mujer alemana, de origen judío, para darle a la mujer un rol protagónico en la sociedad y desarrollarla en pie de igualdad con el hombre. Actos y encuentros alusivos se esperaban para esa jornada en todo el país.
Sin embargo ese espíritu festivo que debía colmar los corazones de los uruguayos se vio frustrado por un infame asesinato.
Pocos minutos después de las 15 horas, un hecho de sangre se transformaba en noticia central de los medios de comunicación.
En esta ocasión los hechos tenían como epicentro la capital del departamento de Paysandú. En la ciudad sanducera, un comerciante local había sido herido gravemente con un arma blanca y el agresor había huido. Todo hacía pensar que el móvil era una rapiña.
Con el pasaje de los minutos, las dudas se fueron disipando y la población comprendió que el móvil no era el económico sino el ideológico. La víctima fallecía pocas horas después en un nosocomio local y se la identificaba como un comerciante judío del Departamento. El asesino había sido detenido en las calles de la ciudad y se confesaba como autor del hecho bajo el nombre de Abdullah Omar, admitiendo ser un “instrumento de Ala” en la comisión del asesinato.
La víctima era David Fremd ZL”, un hombre absolutamente consustanciado con el judaísmo, mentor y precursor de las instituciones judías de la ciudad y profundamente respetado y querido por todo el pueblo sanducero.
Estupor, Sorpresa, Indignación, Desconcierto, todos sentimientos que se habían apoderado de la población nacional.
Ya pasaron 8 años de esos terribles momentos donde todos nos sentimos atacados, vilipendiados, violentados por un odio que tenía muy pocos antecedentes en el país.
Más allá del dolor, todos entendimos que la violencia, la irracionalidad y el antisemitismo no tienen lugar ni tiempo, no tienen causa ni explicación, nacen y se retroalimentan en una mente salvaje que traduce en muerte sus ideas enfermizas.
Este maldito antisemitismo que hoy se viste con ropas de antiisraelismo o antisionismo pero que lo único que lo identifica es la negación del semejante, del otro, la autodestrucción del ser humano.
Lo que debería ser un aprendizaje natural de la humanidad en el devenir de los tiempos sufre un antagonismo ilógico. La ciencia no lo sabe explicar. La tecnología no lo sabe detener. El odio es más fuerte y contradice la verdad empírica que afirma que el hombre debe aprender de sus errores para realizarse como tal y mejorar la humanidad. El antisemitismo destruye esta premisa.
Este sentimiento supera todo, supera la razón, supera la modernización, supera la convivencia, supera los derechos inalienables del ser humano, supera la ley. El sentimiento es autoritario, no escucha razones. Da razón a Hobbes en su teoría contractualista que adjudica al ser humano un impulso agresivo que surge de su naturaleza; confirma a Rousseau en la explicación de que las instituciones sociales perjudican y transforman al hombre para mal.
El mundo sigue padeciendo este flagelo, hoy somos víctimas de un aumento del antisemitismo mundial que como siempre esconde sus razones y actúa en consecuencia.
¿Por qué esta saña asesina, irracional, enfermiza se sigue desarrollando en el mundo y nos amenaza en forma permanente?
¿Cuantos días, meses, años, siglos debemos seguir siendo afectados por esta maldad?
¿Por qué una civilización justa, noble, principista debe ser la que enfrente el odio de seres mal nacidos?
¿Cuánto sufrimiento nos espera para que la humanidad acepte que el judaísmo es una cultura de paz, de solidaridad, de amor?
Tengo muchas preguntas. No tengo respuestas.
En esa ocasión, el querido David fue el objetivo. Pero el hecho, no dejo trunco el mensaje de David, porque hay determinadas personas que nunca desaparecen. Los humildes, solidarios, fraternos, sencillos, queridos como era David no nos dejan, por el contrario siempre estarán en nosotros a través de su palabra, de su gesto, de su consejo, de su recuerdo, básicamente de su actitud frente a la vida.
El pueblo judío tiene en su genética la valoración de la memoria.
Hoy recordamos a David en el entendido que siempre estaremos junto a sus ideales y que su lucha, su pertenencia y su respeto por los valores judíos no fueron en vano, sus valores permanecerán impertérritos en quienes lo conocimos y lo respetamos.
El pueblo judío guarda en su recuerdo a cada uno de los mártires que en este mundo entregaron su vida por el ideal comunitario. Cada uno de ellos ilumina y compone parte fundamental de la continuidad.
Gracias por tu legado David ZL”, siempre te recordaremos ¡¡¡
Jose Luis Piczenik
