Cuentos de Sucot

19/Oct/2016

Por la Esc. Esther Mostovich de Cukierman

Cuentos de Sucot

Sucot se llama en
hebreo, “Zman Simjateinu”. El tiempo de nuestra alegría. ¿Cuál es el secreto de
vivir con alegría? Difícil respuesta… Este año les traigo algunos cuentos sobre
Sucot . Se aprenden muchas cosas de los cuentos.
Sucot aparece en la Biblia como la fiesta ordenada por el
Señor para la cosecha de los frutos de verano: “Celebrarás fiesta en mi
honor…Al final del año, cuando hayas cosechado el producto de tus labores en
los campos”. Más adelante se agregan detalles : “cuando hubieras recogido el producto de la
cosecha, celebrarás fiesta en mi honor
que dure siete días:…el primer día, tomarás el fruto de árbol hermoso (
“etrog”, el cítrico que parece un limón pero no es un limón) , ramas de “lulab”
, “hadas” y “arava” (palmas, mirto y sauce) y te alegrarás ante el Señor ”.
¿Por qué el fruto cítrico, palmas, mirto y sauce? Un midrash (investigación rabínica) dice que el etrog simboliza el corazón, la
palmera, la columna vertebral, el mirto los ojos , el sauce la boca. Así
que los cuatro frutos quieren decir “
todo el hombre completo”.
Unos rabíes
dicen que “ fiesta de recolección” en Sucot no se refiere solamente a fruta de
los campos sino a recolección de
judíos diferentes que en el ramo de
Sucot se unen . De la misma manera el pueblo judío es visto como un organismo
vivo , cuando uno se lastima, todos sufren, cuando uno se alegra, todos se
ponen contentos. Así que los cuatro
frutos significan “ todo el pueblo hebreo unido”.
Otro midrash: el
etrog es un fruto con gusto y
aroma, como los judíos estudiosos de Ley hebrea que cumplen con buenas acciones . El lulav (palma) tiene
gusto pero no aroma, simboliza a los judíos que conocen la Ley, pero no
realizan buenas acciones. El hadas( mirto) sólo tiene aroma, como los hombres
que ayudan a los demás, pero no estudian la Biblia. Aravah (sauce ) no tiene
gusto ni aroma .Al tomar juntos los cuatro
simbolizamos entonces, a todo el pueblo judío unido a pesar de sus
diferencias. Cada uno es importante, incluso, los que no conocen la Biblia y
los que no realizan buenas obras. Nos guste o no, todos somos distintos y hay
que respetar las diferencias.
La Biblia agrega otro significado más de esta
festividad : “En cabañas habitaréis por
siete días, para que vuestras generaciones sepan que en cabañas hice habitar a
los hijos de Israel cuando los saqué de Egipto”. Y así, Sucot viene a reflejar la
experiencia en el desierto.
¿ Por qué cabañas?
Porque el techo es temporal, cubierto con ramas sueltas “de algo que crezca en
la tierra y haya sido cortado del suelo”. Según la tradición, esta cubierta del
techo debe dar sombra y debe permitir ver las estrellas a través de él por la
noche. ¿Por qué?
Una interpretación ortodoxa dice que el pueblo judío en el
Exodo del desierto vivía con una clara realidad de la presencia del Señor. Fueron testigos del maná y las bandadas de
codornices, alimento que cayó de los cielos cuando tuvieron hambre, del agua
que surgió de la roca ante el golpe de Moisés, cuando tuvieron sed. La Biblia
dice que la Presencia Divina envolvió todo el campamento, protegiéndolo del mal
tiempo y de los enemigos. Los rabíes del Talmud explican la Presencia Divina como la Gloria del Señor.
Una Nube de Gloria.¿Cómo podemos imaginarla? Nos deja ver el cielo, pero no
completamente. Quizás como el techo de una Sucá, que solamente tiene algunas
ramas, para dejarnos ver el cielo a través de las hojas.
La elaboración rabínica
dice que la Sucá es un
símbolo para recordar esa Nube de
Gloria que envolvió a los judíos en el
desierto. Nada pudo haberles causado mayor felicidad. Por eso Sucot se
llama Zman Simjateinu, tiempo de nuestra
alegría.
Maimónides dice que Sucot nos enseña que no nacimos en cuna
de oro. El dinero y las comodidades vienen y van. Cuidamos tanto las cosas que
tenemos, la vajilla de porcelana y las copas de cristal que no usamos por temor
a que se rompan. ¿Valoramos las cosas en sí, más que disfrutarlas? Todas esas
cosas, ¡nos van a sobrevivir!
Por otro lado, dijeron los rabíes que para darle importancia
al simple hecho de tener nuestro techo,
no hay nada mejor que vivir una semana
sin techo, en una Sucá. A las comodidades de todos los días, no les damos
importancia hasta tener que vivir sin
ellas.
Según el texto bíblico,
el pueblo hebreo, desde los días
de Josué, olvidó cumplir el mandato de vivir en cabañas para recordar los
tiempos en el desierto. La fiesta vuelve a celebrarse a partir de la
reconstrucción del Segundo Templo en Jerusalem, a mediados del siglo V a.e.c. cuando Ezra ordena
a los judíos de Jerusalem preparar sucot
y guardar el festival durante una semana.
Ezra ordena preparar sucot con
las ramas de árboles que pudieran conseguir e instalarlas en todas las plazas y
lugares libres de Jerusalem.
Sucot en un pueblo de Europa
Para celebrar Sucot, lo más caro de conseguir en los pueblos
de Polonia y Rusia eran los etroguim, porque había que importarlos desde Italia o Grecia. El etrog
se parece a un limón, la piel amarilla
de ambos es casi igual, pero en el etrog la parte de los gajos es mucho más
pequeña que la del limón y la cáscara blanca que recubre los gajos del etrog es
mucho más gruesa y liviana que la cáscara blanca del limón. El etrog es muy
perfumado,los rabíes dicen que tiene aroma a paraíso. Los niños a veces tomaban un limón, lo decoraban con varios clavos de
olor y jugaban a que eso era “ casi” como el aroma del etrog. Pero a nadie se
podía engañar con ese limón disfrazado. Los etroguim verdaderos, llegaban en
cajas cuidadosamente empacadas al puerto de
Trieste y desde allí, se distribuían
a los pueblos en carros. Cuentan que Itzig el changador, pagaba todas las
semanas una suma pequeña al mercader de etroguim hasta juntar diez rublos para
comprar el suyo para Sucot. Una vez, cuando todavía faltaba un mes para la
festividad , el mercader le dijo a
Itzig:
– Ya pagaste los diez rublos que vale el etrog. Te doy este,
que es el que traje como muestra para mi 
negocio .
Dos semanas más tarde, el comerciante estaba esperando dos
carros de Trieste cargados con su mercadería, cuando una tremenda tormenta hizo
caer árboles que cortaron todos los caminos. Quedó bien en claro que ningún
carro podría llegar hasta el pueblo hasta bien pasada la fecha de la
festividad. El presidente de la comunidad judía fue a preguntar al comerciante:

– ¿A quiénes vendiste este año el etrog que traes como muestra?
– Lo vendí a Itzik el changador. Me lo fue pagando antes de
Sucot, unas monedas cada semana.
-¿Te parece que aceptaría venderlo?
– No lo creo. Es un judío muy pobre pero muy observante y
ahorra todo el año para poder comprar el etrog de Sucot. Pero quién puede
saberlo. La familia está muy necesitada.
Mendel, el presidente de la comunidad junto con varios
señores, decidieron ir a la casa de Itzig
para tratar de comprar el único etrog que podía estar a la venta en el
pueblo. Itzig no estaba en la casa, pero
sí, su esposa Miriam .
– Venimos a comprar el etrog que tienes en tu casa, dijeron
a la esposa. Tú le pones el precio.
– No lo puedo vender, dijo Miriam . Para Itzig es muy importante.
– Aquí tienes cuatrocientos rublos , dijo el presidente,
poniendo el dinero en la mesa. Ella se
quedó mirando las relucientes monedas y retorció su delantal con dedos
nerviosos. ¡ Tantas cosas podría comprar con todo ese dinero!
– No lo vendo, contestó.
Las monedas siguieron aumentando sobre la mesa. Cuando Itzig
llegó a su casa, ya había ochocientos
rublos . ¡ Nunca hubo tanto dinero junto en esa casa ! Pero Itzig se mantuvo firme.
– No lo vendo, declaró. La suma numérica de las letras de la
palabra etrog es 610, más 3 de las otras especies de Sukot, son 613, el ramo de
Sukot vale lo mismo que todos los mandamientos de la Biblia . Es cierto que mi
familia está muy necesitada, pero ¡no cambio mi etrog por nada del mundo!
– Eres un judío
piadoso y te respeto , dijo Mendel. No te insistimos más con esa venta. Pero sé
que estás necesitado. Permíteme que te regale
diez rublos.
– Regalos, no, dijo Itzig. Tengo mi dignidad.
– No lo tomes como regalo, sino como préstamo, a largo
plazo, el plazo que tu quieras, contestó Mendel . Algún día me lo devolverás.
Los señores se fueron y la pareja quedó sola en la casa, con
las diez monedas de un rublo sobre la mesa. Itzig miró a Miriam y Miriam miró a
Itzig.
-¿ Qué compramos primero? Dijo ella.
Itzig quedó pensativo. Esos diez rublos habían llegado a la
casa de manera inesperada. ¿
Cebada?¿Algunas papas? ¿Qué era lo más urgente?
De repente, encontró que sabía lo que tenía que hacer.
-Miriam, este dinero sobre nuestra mesa es un milagro que
nos manda el Señor. Compremos un número de lotería. Si el Señor nos ayuda,
seremos ricos. Y si perdemos, este
dinero, de todos modos, no es nuestro.
El relato dice que Itzig y Miriam sacaron la lotería y se
volvieron ricos. Dieron la mitad del dinero ganado en donaciones y con la otra
mitad se fueron a vivir a la ciudad vecina, donde establecieron negocio y
prosperaron .
Años más tarde, un día de mercado de la ciudad , Itzig
estaba buscando su etrog para la próxima festividad de Sucot, cuando se acercó
a la mesa del comerciante un hombre mayor, vestido muy pobremente. El hombre
contaba sus monedas, no tenía dinero suficiente para comprar el etrog más lindo
de la canasta que pretendía y estaba
discutiendo con el comerciante cuando Itzig lo reconoció.
-¡ Mendel! ¿ Qué hace
usted aquí?
– Señor, hago lo mismo que usted, busco comprar un etrog. No
puedo pagar mucho, ese es el problema.
-¿ No me reconoce usted? Soy Itzig, de su mismo pueblo…
¿recuerda que me prestó diez rublos hace años?
Permítame que le pague mi deuda ahora mismo.
– ¿Itzig, convertido en un caballero? ¿ Diez rublos me da
usted? ¡Esto es un milagro! ¡Ahora puedo comprar el etrog más lindo del mercado
! Y otras cosas, si, me quedarán algunas monedas . Mmmm … tengo que pensar qué
será lo más urgente para mi casa.
– No lo piense tanto.¿Se acuerda que la última vez que nos
vimos, me negué a venderle un etrog por todo el dinero del mundo? Hoy, le pido que me permita regalarle uno.
– Regalos, no. ¡ Tengo mi dignidad! Dijo Mendel.
– Por favor, discúlpeme. Vamos a mirarlo así. Le devuelvo a usted el préstamo que me
hizo hace años y además le presto a usted diez rublos para que se compre un
etrog. No lo tome como regalo, es un préstamo, a largo plazo, el plazo que
quiera, contestó Itzig . Algún día, me
lo devolverá…
Muchos vieron las
“maabarot” , las tiendas que habitaron los pioneros que construyeron el
Estado de Israel en las primeras décadas del siglo XX, como “sucot” en las que vivieron hasta que se construyeron
edificios. La Sucá de hoy en día también trae a nuestra memoria a los pioneros
en la reconstrucción del Estado de Israel
en el siglo pasado.