En esta noche comienza Sucot, conocida también como “la Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos”, que se celebra durante 7 días en Israel y 8 en la Diáspora. Rememora las vicisitudes de los israelitas durante su deambular por el desierto, y la precariedad de sus condiciones materiales simbolizada por el precepto de morar en una cabaña provisoria o sucá. La Esc. Esther Mostovich de Cukierman, habitual colaboradora, nos deja sus “Cuentos de Sucot”.
¿Qué se desean mutuamente los pueblos del mundo occidental para sus fiestas? Felicidad. Feliz Año Nuevo, “Happy New Year, Happy birthday”, Feliz cumpleaños. No son palabras vacías, desde el siglo de oro de la cultura griega, el siglo V a.e.c, en la cultura del mundo occidental cada persona se sostiene, se apoya, en la búsqueda de la felicidad. El griego Epicuro enseñó a sus alumnos – todos ellos hombres – a evitar “riesgos” como el matrimonio o una carrera de empleado público con tal de lograr la felicidad en la vida. Como quiera que se defina la felicidad, en cualquier caso, es una búsqueda para uno mismo.
La tradición judía es diferente. Para una festividad no nos deseamos mutuamente felicidad sino “alegría” “Jag sameaj”, fiesta alegre.
Los judíos hemos conocido el sufrimiento, el aislamiento, la penuria y el rechazo, y sin embargo, siempre hemos sabido celebrar el shabat y todas nuestras festividades con alegría. Un pueblo que conoció la inseguridad y aun siente alegría nunca podrá ser derrotado, pues su espíritu no puede ser quebrado ni su esperanza destrozada.
La idea es básica en la festividad de Sucot es “zman simjatenu”, “nuestro tiempo de alegría”. Interesante. La alegría no es para una persona consigo misma. ¿Cómo festejamos la alegría? Celebrando juntos, en comunidad, en familia, con amigos. Reunidos con comida, bebida, ropas festivas. Celebrar juntos nos liga como pueblo. La alegría nos conecta. La alegría y la esperanza nos dan la capacidad de celebrar la vida como tal, sabiendo que cualquier cosa que nos depare el mañana, “hoy estamos aquí”.
Sucot aparece en la Biblia como fiesta agrícola1: “cuando hubieras recogido el producto de la cosecha, celebrarás fiesta en mi honor que dure siete días:…el primer día, tomarás el fruto de árbol hermoso (“etrog”, el cítrico que parece un limón pero no es un limón), ramas de “lulab”, “hadas” y “arava” (palmas, mirto y sauce) y te alegrarás ante el Señor”. Un midrash (investigación rabínica) dice que el etrog simboliza el corazón, la palmera, la columna vertebral, el mirto los ojos, el sauce la boca. Así que los cuatro frutos quieren decir “todo el hombre completo”.
La Biblia indica: “En cabañas habitaréis por siete días, para que vuestras generaciones sepan que en cabañas hice habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de Egipto”2. Y así, Sucot también viene a recordar la experiencia en el desierto.
Según el texto bíblico3, el pueblo hebreo, desde los días de Josué, olvidó cumplir el mandato de vivir en cabañas para recordar los tiempos en el desierto. Sucot vuelve a celebrarse a partir de la reconstrucción del Segundo Templo en Jerusalem, a mediados del siglo V a.e.c. cuando Ezra ordena a los judíos de Jerusalem preparar sucot y guardar el festival durante una semana4. Ezra ordena preparar sucot con las ramas de árboles que pudieran conseguir e instalarlas en todas las plazas y lugares libres de Jerusalem.
Otros rabíes dicen que “fiesta de recolección” en Sucot se refiere a recolección de judíos diferentes que en el ramo de Sucot se unen. De la misma manera el pueblo judío es visto como un organismo vivo, cuando uno se lastima, todos sufren, cuando uno se alegra, todos se ponen contentos. Así que los cuatro frutos significan “todo el pueblo hebreo unido”.
Una interpretación rabínica dice que el pueblo judío en el Éxodo del desierto vivía con una clara realidad de la presencia del Señor. Fueron testigos del maná y las bandadas de codornices, alimento que cayó de los cielos cuando tuvieron hambre, del agua que surgió de la roca ante el golpe de Moisés, cuando tuvieron sed. La Biblia dice que la Presencia Divina envolvió todo el campamento, protegiéndolo del mal tiempo y de los enemigos. Los rabíes del Talmud explican la Presencia Divina como la Gloria del Señor. Una Nube de Gloria. Nada pudo haber causado mayor felicidad al pueblo judío.
Maimónides (1136- 1204) dice que Sucot nos recuerda nuestros orígenes. No nacimos en cuna de oro. El dinero y las comodidades pueden venir y pueden irse. Nos preocupamos, tal vez demasiado, por los objetos que tenemos, la vajilla de porcelana y las copas de cristal que no usamos por temor a que se rompan. Y no nos damos cuenta de que casi todas esas cosas, nos van a sobrevivir. ¿Para cuándo y para qué las guardamos?
En Keydan, un pueblo de Lituania que visitamos en el año 2009, la mitad de la población fue judía hasta la 2ª Guerra Mundial. Sólo un judío nacido en Keydan quedaba vivo cuando estuvimos allí, él fue nuestro guía. Fuimos al que era antes de la guerra, el barrio judío de los ricos. Cerca de allí estuvieron hasta 1939 las yeshivot (academias rabínicas). “Aquí, en este edificio que ahora es una escuela, estaba la yeshivá (academia rabínica) donde estudió el Gaón de Vilna” nos indica el guía. Luego vamos al que era el barrio judío pobre de Keydan. “Después de la guerra, quedó una sola de las casas de madera del barrio judío pobre”. Muy pequeñita, con un techo alto a dos aguas. Desde la calle se ve que la habitación de la bohardilla tiene unas ventanas de madera muy grandes, sobre un balcón. Nos cuenta nuestro guía que cuando llegaba Sucot, ese balcón se convertía en el piso de la sucá (cabaña para la festividad) y las ventanas se abrían para formar las paredes. Sólo había que agregar un techo de ramas, algo separadas entre ellas, para que dejaran ver el cielo. “En la sucá, se vive sólo una semana en la primavera, pero durante todo el año, en este y en otros pueblos de Lituania, esos ventanales en la bohardilla prontos para celebrar Sucot, les ayudaban a seguir viviendo con esperanzas en un futuro mejor”.
– ¿En Lituania se conseguían los elementos del ramo de Sucot?, preguntamos.
– “Hojas de palma, mirto y sauce, si, porque se plantaban por aquí. Pero el etrog crece en climas cálidos, se importaban desde Tánger. En mi familia no teníamos dinero para comprarlos, pero los muchachos aprendimos a preparar etroguim disfrazados”.
-¿Eso qué es?
-Teníamos un limonero en nuestra casa. Les pinchábamos clavos de olor… y nadie se quejaba del disfraz”.
La Guematria, que cuenta el valor numérico de las letras del abecedario hebreo, dice que las letras de la palabra etrog, sumadas, valen 610; si agregamos uno por cada una de las otras 3 especies, tenemos 613, es decir la suma de todos los preceptos de la Torá. Cumplir la mitzvah de etrog equivale a cumplir con toda la Torá.
Los rabinos del siglo XX vieron las “maabarot”, las tiendas temporarias que habitaron los pioneros que construyeron el Estado de Israel a principios del siglo XX, como “sucot” en las que vivieron hasta que se construyeron edificios. Son así dos recuerdos los que están presentes en la sucá de hoy en día; el de nuestro Pueblo en el desierto desde las épocas de Moisés al de los pioneros a la reconstrucción del Estado de Israel desde el siglo pasado hasta nuestros días.
Jag Sameaj!