“Creo que los hombres son maravillosos, pero hay determinadas causas en las cuales las mujeres tienen más fuerza”

09/Jun/2011

Revista Galería

“Creo que los hombres son maravillosos, pero hay determinadas causas en las cuales las mujeres tienen más fuerza”

9-6-2011
Helena Glaser, Presidente de Women International Zionist Organization (WIZO), llegó a Montevideo con motivo de la realización del XIII Congreso Latinoamericano de la organización. Para llegar a Uruguay Helena Glaser tuvo que atravesar varios husos horarios, soportar más horas de lo conveniente en dos aeropuertos de tránsito y estar arriba de un avión cerca de un día entero. 24 horas más tarde esta rumana que vive desde hace más de 30 años en Israel, estaba impecablemente vestida y maquillada en el lobby del Sheraton. Glaser está acostumbrada a vivir así, pues desde 2004 es la presidente de WIZO (organización internacional de mujeres sionistas por su sigla en inglés), y ese rol implica –además de trabajar por un mundo más justo para aquellos que nacieron con menos posibilidades- viajar a todos aquellos países donde su presencia sea necesaria. Porque si hay una característica que se destaca de esta mujer de pelo color caoba y rasgos amables es su capacidad motivadora. Por eso no es extraño que cada vez que alguna de las patas mundiales de la organización realiza un encuentro le pida que esté para dar una conferencia. Su desembarco en Uruguay hace unas semanas estuvo vinculado al XIII Congreso Latinoamericano de WIZO, y a pesar de que ya había estado en territorio oriental en otras oportunidades, esta fue la primera vez que pudo quedarse varios días.
En diálogo con Galería, Glaser explicó que pese a haber nacido en Rumania y estudiado en Nueva York, toda su vida está estrechamente vinculada a Israel. “A mi marido lo conocí el día de la independencia de Israel en Nueva York en la Quinta Avenida, donde se hace siempre una gran fiesta”, contó. Fue él quien la hizo volver a Israel. Durante su niñez Glaser vivió en un moshav (comunidad rural israelí donde cada uno es propietario de su granja y tierra) y aunque tiene los recuerdos más hermosos de aquellos años sabe que sus padres vivieron tiempos muy duros. Las condiciones eran muy precarias y la familia habitaba en carpas. Once años pasaron antes de que Glaser regresara a la Tierra Prometida y ese retorno es el que marcó el inicio de una vida dedicada a los demás a través de WIZO.
¿Cómo se involucró con WIZO?
Cuando volví con mi marido a Israel podría haberme metido en cualquier organización porque la idea era hacer algo por mi gente y mi país. En ese entonces no fue una decisión ideológica, tuvo que ver con amigos que me dijeron si quería involucrarme en su trabajo. Así empecé y cuando se dieron cuenta de que era capaz de hacer muchas cosas me siguieron dando cargos.
¿Cuáles fueron los principales logros que obtuvo en todos estos años de trabajo?
Nuestra fundadora, Rebecca Sieff, era una feminista, no la llamaban feminista, pero así lo era. Fue una mujer muy fuerte, que sabía lo que quería y luchó por eso. Después de 40 años de trabajo podría decir que nuestros grandes logros han sido una buena red de proyectos alrededor de los países a los cuales puedan acceder todos los ciudadanos, porque creemos en la igualdad, pero no sólo en la igualdad de género (que es muy importante para mí, personalmente), sino también en la igualdad de oportunidades para aquellos que no la tienen y cuya vida es más compleja, para aquellos cuyos padres no los pueden criar. Para aquellos bebés huérfanos lo mejor que hemos logrado es darles un hogar, no un simple instituto donde pasan sus días. Eso es a lo que me refiero cuando hablo de brindar igualdad de oportunidades. También otro gran logro es haber empezado a hablar de determinados asuntos. Al principio nadie quería hablar de las madres solteras, finalmente lo logramos. Lo mismo sucedió con la violencia doméstica: nadie quería reconocer que ese problema existía, todo el mundo miraba para el otro lado, hasta que llegó un punto en el cual se empezó a hablar del asunto.
¿Cuál es la batalla más complicada que tuvo que librar en todos estos años?
En la década de los 90 había un importante grupo de madres solteras que no estaban recibiendo el apoyo suficiente de parte del gobierno para construir viviendas. Ellas vinieron a hablar conmigo para que las ayudara a conseguir ese apoyo a través de una huelga de hambre. Jamás habíamos estado metidas en un asunto similar, pero al final decidimos ayudarlas. No tenía ni idea de cómo ayudarlas porque una huelga de hambre es un asunto delicado, las personas tienen que estar muy controladas porque el riesgo es muy grande. Teníamos que tener la suficiente cantidad de agua para que no se deshidrataran, teníamos que tener un medio de comunicación para que estuvieran en contacto con sus hijos (en ese entonces no se usaban mucho los celulares), un médico que las controlara y finalmente teníamos que tener publicidad en la prensa. Hicimos todo eso, pero llegó un punto en el cual me dí cuenta de que no íbamos a llegar más lejos con la protesta y que el riesgo de que algo pasara era muy grande. Entonces las reuní a todas y les pedí disculpas porque no iba a poder ayudarlas más y no quería ser responsable de que pasara algo. No quería tener en mi conciencia y en la de la organización una desgracia. Para mí fue durísima esa situación.
¿Cómo hace para no involucrarse con esos casos?
No, yo me involucro muchísimo. Te preocupas y estás enojada buena parte del tiempo por cada una de esas historias. Me acuerdo una vez que fui a una de las villas de jóvenes y me presentaron a un chico extremadamente buenmozo que trabajaba en la piscina del lugar y además estaba estudiando en la universidad. Sus padres se habían divorciado cuando era pequeño, lo dejaron solo en la calle y jamás lo fueron a visitar en todo ese tiempo. Entonces le dije: “Por favor, cuando te gradúes no dejes de invitarme”. Estaba muy tocada con su historia y para mi sorpresa se acordó y me invitó. No podía creer cómo a un chico tan increíble sus padres lo habían abandonado.
¿Por qué es tan importante el trabajo en conjunto de las mujeres?
Yo creo que los hombres son maravillosos, pero hay determinadas causas en las cuales las mujeres tienen más fuerza. Tenemos millones de cosas en común, siempre estamos luchando por los mismos asuntos: violencia doméstica, niños sin casa, madres solteras, mujeres sin trabajo, las mismas oportunidades laborales, entre otras tantas cosas. Al final del día todas compartimos los mismos asuntos, no importa qué idioma hablemos o qué edad tengamos. Para mí es tan importante el compartir que me doy cuenta de que hay muy pocos temas que nos dividen, siempre hay más cosas que nos unen y de las que podemos hablar sin pelear, y así lo hacemos.
La conferencia que usted dio en Uruguay está vinculada al tema de la violencia doméstica. ¿Cuál es la realidad en Israel?
La verdad es que la diferencia entre las estadísticas de los países es mínima, y hoy es un drama en todo el mundo. Lo que está comprobado es que cuanto mejor formada esté y cuanta mayor independencia económica tenga la mujer, va a ser más fácil que abandone al hombre que la está golpeando. Si es dependiente la historia cambia, pues no tiene otra alternativa que quedarse en su casa y soportar ese flagelo. En algunas comunidades en el mundo el estatus de la mujer es tan bajo que no tienen más remedio que tolerarlo. Entonces lo que hacemos en Israel es tener refugios para todas esas mujeres –y sus hijos- que creen que jamás se van a poder ir de sus casas. También cada 25 de noviembre, que es el Día Internacional de Lucha contra la Violencia Doméstica, intentamos llevar a cabo una campaña muy impactante. El año pasado pusimos una serie de ataúdes en la calle que representaban a cada una de las mujeres que habían fallecido porque sus novios, maridos o amantes las habían amenazado.