Cómo El Mundo redujo dos crisis humanitarias a un titular sensacionalista

08/May/2025

Medium- por Bryan Acuña

En este artículo, el columnista Bryan Acuña nos cuenta como el conocido diario El Mundo de España entreveró en un único artículo la crisis humanitaria de Gaza con la de Somalia, de la que raramente informa. Se trataría, según Acuña, de una “explotación narrativa para ‘monetizar’ con la tragedia gazatí más que con la idea de informar sobre los problemas de la población infantil de Somalia”, lo que muestra “un doble rasero informativo” del medio.

Primero porque El Mundo raramente informa sobre la situación humanitaria, política o social de Somalia, mientras que el tema de Gaza multiplica por tres cualquier nota relacionada con este país africano, por lo que se nota su interés por la vida de los cerca de 150 mil niños somalíes que han muerto en la última década producto de la inanición en ese territorio.

Este tipo de acciones demuestran una falta de coherencia editorial y señala una explotación narrativa para “monetizar” con la tragedia gazatí más que con la idea de informar sobre los problemas de la población infantil de Somalia, siendo esto una ligereza y un doble rasero informativo.

Además, el uso del término tampoco se determina en reportajes sobre otras regiones de África, ni con coberturas para señalar los problemas estructurales que viven estos territorios, por lo tanto, para El Mundo y otros medios occidentales, África solamente existe como advertencia distópica que acaba con el placer de un mundo perfecto.

También, el lenguaje al usar la palabra “somalización” como algo negativo, asocia en este caso a Somalia con algo de connotación negativa, de alguna forma está transformando el término en un insulto regional y restando la importancia de la dignidad de identidad nacional de las poblaciones que viven en este territorio porque será visto como sinónimo de una realidad nefasta.

Por otra parte, la fotografía utilizada (que he decido no replicar) mostrando a un niño enfermo o hambriento se transforma en una herramienta visual para amplificar el drama de lo que el texto señala. Esto, aunque podría considerarse legítimo para llamar a la reflexión, si se hiciera desde un análisis crítico estaría dejando a Gaza únicamente como la caricaturización del desastre humano que se ha transformado Gaza y a Somalia como sinónimo del último límite de la sociedad “civilizada”.

Cabe señalar que Gaza y Somalia están siendo tratadas como sociedades sin capacidad de resistencia o de dignidad, y siendo vistos únicamente como víctimas pasivas en medio de los desastres, dejando de lado los contextos, los actores y las causas que han llevado a la complejidad de conflictos en los cuales están involucrados desde hace varios años.

Es un hecho que ambos territorios son algo más que el resultado que viven hoy las poblaciones en riesgo social y que hay una serie de detonantes desde varias vertientes que lo han causado. Que en Somalia y en Gaza no hay solamente un responsable, sino varios, pero que lo reflejado en este uso desproporcionado de la información es el resultado final y no lo que los ha llevado hasta allí.

De más está mencionar que el lenguaje utilizado con esta imagen, como ocurre en infinidad de ocasiones con titulares y con textos “clic bait” generan un impacto inmediato a través del uso de palabras sensacionalistas y una simplificación innecesaria que deja de lado factores de profundidad tales como enfrentamientos militares, radicalismo, la prolongación del conflicto, etc., y en cierta medida también “infantiliza” al público que van dirigidos haciéndoles creer que no tienen la capacidad de leer algo complejo y por esta razón crean opiniones basados en elementos tendenciosos, dirigidos y ya prefabricados, creando además una idea superficial y prejuiciosa, sobre lo que ocurre debido a esta forma de presentar como hechos, aspectos que son narrativas.

Queda claro que al utilizar el término de “somalización” por parte del diario El Mundo y cualquiera similar por parte de otros medios de comunicación, es una irresponsabilidad periodística e inclusive una pereza profesional que los lleva a transformarse de comunicadores a propagandistas, por lo que no se alejan del comportamiento de activistas y se distancian de lo que es el periodismo crítico y de altura.

Finalmente, este tipo de caracterización refuerza estigmas que durante décadas se ha intentado desarraigar del imaginario social, principalmente con respecto a África, reduce la complejidad del conflicto palestino israelí, invisibiliza el dolor de la realidad en Somalia (y otros países africanos) y abusa del dolor de poblaciones vulnerables para generar “me gusta” en publicaciones y tráfico en Redes Sociales, beneficiándose del dolor de miles de persona en medio de contextos de violencia que no pueden explicarse de modo simplista.

El rigor periodístico siempre debe imponerse en estas situaciones, deben ayudar a reflexionar y formar el carácter crítico de los espectadores, creando una profundidad de conciencia y de humanidad más allá de lo numeroso del consumo, que sea para despertar en ellos el deseo de buscar soluciones y no tatuarse en sus cerebros estigmas innecesarios.