Comedia dramática con el trasfondo del Holocausto

31/Jul/2010

DVD

Comedia dramática con el trasfondo del Holocausto

Por Guillermo Zapiola

La Segunda Guerra Mundial, y en particular el comportamiento de la población civil, han sido temas poco tratados por el cine francés. De ello se ocupa “Una razón para vivir”, película de Gérard Jugnot estrenada recientemente en DVD.Hay razones para ese silencio, probablemente: un retrato riguroso de la época debería pronunciar demasiado a menudo la palabra “colaboracionismo”. Pero hay excepciones, y esta película dirigida y protagonizada por Jugnot es una de ellas.La acción transcurre en 1942. El protagonista Jugnot es un comerciante que trata de llevar una vida normal y no llamar demasiado la atención en medio de la inquietud el temor generados por la presencia del ejército alemán. En realidad, le va mejor que a otros: su negocio funciona, y el novio (Jean-Paul Rouve) de su hija es un colaboracionista con una molesta tendencia a localizar y delatar judíos a los nazis. Aún más: ese futuro yerno denuncia a unos acaudalados vecinos significativamente apellidados Bernstein y logra que su propia familia pase a vivir a la casa que éstos se ven forzados a abandonar, y hasta a disfrutar de la camioneta que les fuera incautada.Todo parece ir bien (excepto para los judíos deportados, claro), y hasta se inicia un acercamiento entre el personaje de Jugnot y los alemanes. Sin embargo siempre hay un pero: un día, la conciencia llama a la puerta, encarnada en el hijo menor de la familia judía, que ha logrado escapar, vuelve a su casa esperando encontrarse con sus parientes y cae en medio de una celebración a la que han sido invitados oficiales de ocupación.La maldita conciencia. El protagonista accede ocultar al pequeño judío por una noche, la estadía del chico se prolonga, otras dos primas suyas se suman al grupo, y pronto Jugnot deberá aguzar el ingenio para ocultar su presencia y evitarles un destino trágico. También comenzará a jugarse su propia vida.El tono del film es, predominantemente, el de una comedia dramática, que se ocupa de un tema serio y no lo traiciona esencialmente pero al mismo tiempo trata de evitarle a su espectador pasar el mal rato que el material debería realmente provocarle. Hay una cuota de humor aquí (especialmente en la relación entre el protagonista y el chico, que no termina de entender ciertas cosas y hay que explicárselas), otra de drama más allá, alguna instancia de peligro cuando algunos personajes intentan una riesgosa fuga hasta la frontera suiza. Los personajes son un tanto esquemáticos: los alemanes y los colaboracionistas son malos de una sola pieza, el protagonista es en el fondo un buen tipo aunque algo ingenuo, el niño es inteligente y los guionistas se complacen en poner en sus labios algunas réplicas ingeniosas que no cabe definir de otra manera que como muy francesas. Y sin embargo, la película se las arregla para no incurrir en la aburrida rutina.Una de sus virtudes radica en el elenco, especialmente en la labor del protagonista Jugnot y el niño Jules Sitruk, a quienes el libreto proporciona acaso los únicos dos personajes realmente tridimensionales del film: en la interacción entre ambos (el empeño del chico por encontrar una imagen paterna sustituta, el del hombre mayor por hallar en sí mismo reservas de honestidad y coraje en medio de una situación comprometedora) radica uno de los puntos fuertes de la película.Actor con casi cien películas en su haber (alguien puede recordarlo acaso en Los caraduras, hace ya más de treinta años), Jugnot obtuvo probablemente su mayor notoriedad internacional por su labor protagónica en Los coristas (2004) de Christophe Barratier, que fue nominada al Oscar como mejor película en lengua no inglesa. Tal vez a ello se deba que este film previo suyo que también dirigió haya entrado en el mercado internacional de video, que como se sabe no suele ser muy atento con respecto al cine europeo. Película pulcramente narrada aunque sin ambición de realismo, con esmeros de fotografía y ambientación, Una razón para vivir obtuvo un premio “actor revelación” para uno de sus secundarios, Jean-Paul Rouve.Fuente: El País (Uruguay)