Uno de los países que menos respeta los derechos de las mujeres gana un asiento en una organización de la ONU dedicada a combatir la desigualdad de género. Y lo gana por aplastante mayoría en unas votaciones dominadas por el voto islámico anti occidental, que una vez más, debería originar una profunda reflexión acerca del uso interesado que de esta organización hace un grupo de países que pese a no respetar mínimamente los DD.HH. tienen voz y voto.
Una campaña internacional da a conocer el caso de un físico con cáncer y el de un bloguero en huelga de hambre, pero son muchos los detenidos a los que se les niega la asistencia sanitaria que necesitan.
Las estrictas normas morales de la República Islámica prohíben que chicas y chicos que no tengan relación familiar de primer grado paseen o se diviertan juntos. Para evitarlo y vigilar, entre otras cosas, que las mujeres se cubran adecuadamente la cabeza y las formas del cuerpo, Irán dispone desde hace una década de una policía moral. Su presencia en las calles de Teherán y otras grandes ciudades había disminuido desde la llegada a la presidencia de Hasan Rohaní, hace tres años. Ahora, nuevas patrullas de paisano intentan frenar el relajo en las costumbres.
El caso presentado por el sistema judicial de Irán era aparentemente simple: la joven Fatemeh Salbehi asfixió a su marido después de drogarlo en su casa de la provincia sureña de Fars, un crimen que se castiga con pena de muerte en la república islámica. Lo que provocó controversia en el caso fue que la persona que presuntamente cometió el crimen, Salbehi, tenía sólo 17 años, considerada menor de edad según los estándares jurídicos internacionales.
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