BOMBA DE TIEMPO

26/Nov/2010

La República, Egon Friedler

BOMBA DE TIEMPO

OPINION INTERNACIONAL
BOMBA DE TIEMPO
En el último mes, el líder del movimiento islamista libanés, Hassan Nasrallah, advirtió repetidas veces que una acusación contra miembros de su grupo por parte del Tribunal Internacional para el Líbano que investiga la muerte del Primer Ministro libanés Rafic Hariri en 2005 y cuyo informe sería publicado a fin de año, podría desencadenar una guerra civil. Por lo pronto, él dejó en claro que impediría por la violencia que miembros de su organización sean juzgados por más evidencias en su contra que puedan ser presentadas.
Egon Friedler
El periodista Tariq Alhomayed escribe al respecto de esta amenaza en el diario árabe de Londres “Asharq Alawsat” (21.11.2010): “Esto significa que hay un grupo en el Líbano, que cuenta con apoyo externo y desea obtener la aprobación árabe y de otros para tener “la libertad para asesinar” en el Líbano. Según el principio que Hezbollah desea ver aceptado, todo aquel que asesine a un Primer Ministro, un político o un periodista no debe ser tocado porque si lo fuera esto pondría en peligro la paz interna en el Líbano, o sea que los árabes deberían actuar con una mentalidad mafiosa en su manejo de la crisis del Líbano en lugar de guiarse por las leyes.”
Las amenazas de Hezbollah reflejan el creciente nerviosismo de sus líderes ante versiones cada vez más insistentes en la prensa internacional de que existen pruebas incontrovertibles de que fue esta organización la culpable de la planificación y organización del asesinato del entonces Primer Ministro del Líbano y de otras 21 personas integrantes de su comitiva hace 5 años y 10 meses.
El 21 de noviembre pasado, el periodista Neil Macdonald de la televisión canadiense CBC dio a conocer una exhaustiva investigación sobre el tema y en ella establece que los investigadores de las Naciones Unidas llegaron a la conclusión de que un grupo de choque de ocho integrantes, con apoyo organizado de Hezbollah, es responsable del espectacular atentado contra Rafic Hariri.
Macdonald hace hincapié en los siguientes puntos : a) Evidencias recogidas por la policía libanesa, y mucho más tarde, por las Naciones Unidas, señalan claramente que los asesinos pertenecían a Hezbollah, el llamado Partido de Dios, apoyado por Siria e Irán. CBC ha obtenido evidencias de escuchas telefónicas y otras pruebas electrónicas que demuestran cómo se urdió el crimen. b) Los investigadores de las Naciones Unidas llegaron a la conclusión de que Hezbollah logró averiguar detalles sensibles acerca de su trabajo, lo que llevó a que un joven y dedicado policía libanés, Wissam Eid, que había investigado el caso por su cuenta y colaboró con la Comisión, fuera asesinado c) Los miembros de la Comisión asimismo sospecharon que el jefe de protocolo de Hariri y actualmente Jefe de del Servicio de Inteligencia, coronel Wissam al Hassan, es un agente encubierto de Hezbollah. Pero estas sospechas, presentadas en un extenso informe interno, no fueron investigadas por razones diplomáticas.
El periodista canadiense explica que en sus primeros meses de trabajo, la investigación de las Naciones Unidas parecía promisoria. El primer comisionado, el juez alemán, Detlev Mehlis, presentó un informe muy fundamentado en el que sugería que Siria había ordenado, aunque no ejecutado, el asesinato. Pero el sucesor de Mehlis, un fiscal belga llamado Serge Brammertz, pareció más interesado en evitar controversias que en llevar a cabo una investigación, según los testimonios de personas que colaboraron con él.
En octubre de 2007, sorpresivamente, la investigación cobró impulso. La Comisión logró obtener todos los llamados realizados en el Líbano el año del asesinato de Hariri, una enorme cantidad de información, y contrató a la firma británica FTS para un análisis especializado. En diciembre la investigación puso en evidencia que hubo una red de ocho teléfonos celulares, en los que había evidencia que quienes los poseían seguían los movimientos de Hariri en las semanas previas a su asesinato.
Por su parte, el joven policía y técnico en computación libanés, Wissam Eid llegó a las mismas conclusiones. Más aún, profundizó en el estudio de las pistas y llegó a la conclusión inequívoca de que Hezbollah como organización estuvo detrás del crimen. Su hallazgo le costó la vida. Una bomba destrozó su auto el 25 de enero de 2008 y también mató a su guardaespaldas y a tres civiles que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar inadecuado en el momento inadecuado.
En su informe televisado, Neil Macdonald recuerda que la potente bomba que mató a Rafic Hariri en 2005 en modo alguno fue un hecho aislado en la turbulenta historia del Líbano. Desde 1977, por lo menos una docena de prominentes líderes políticos fueron asesinados, incluyendo al presidente Bashir Gemayel en 1982 y el Primer Ministro Rashid Karame en 1987. A ellos cabe sumar una serie de parlamentarios y personalidades de la prensa, cuyos asesinos gozan hasta el presente de una confortable impunidad. Sin duda, son muchos los políticos en el Líbano, el Medio Oriente y el mundo que temen el momento en que se dé a conocer el informe del Comité Internacional ahora dirigido por el canadiense Daniel Bellemare. Lo ven como una bomba de tiempo que podría hacer estallar otra vez una violencia generalizada en el Líbano. Pero hay otra posibilidad no menos peligrosa : que Hezbollah trate de “escapar hacia delante”, inventando un pretexto para provocar una guerra contra el chivo emisario clásico : el Estado de Israel.