Ana Frank: un diario que trasciende la literatura

22/May/2014

Ana Frank: un diario que trasciende la literatura

Conferencia dictada en el Ateneo de Montevideo por las escritoras Marta Masares Ricci (*) y Myriam Fernández Méndez (**), el 8 de mayo de 2014, dentro de las actividades que desarrolla la Asociación Uruguaya de Escritores (AUDE).
PRIMERA PARTE (A cargo de Marta Masares Ricci)
Cuando en el año 2004, en Ámsterdam, visité el ático donde Ana Frank vivió enclaustrada junto a siete personas durante la ocupación nazi en Holanda, jamás imaginé que estaría, años después, hablando sobre este tema.
Pero… ¿de dónde surge la idea de hablar sobre el diario de Ana Frank? Creo que de una coincidencia, casualidad o causalidad, según se mire. Tanto Myriam como yo visitamos, en distintos momentos, ese triste lugar, y creo que ambas quedamos impresionadas imaginando la angustiante situación que allí se vivió.
Hemos dividido este trabajo en dos partes: la primera, que me corresponde, versará brevemente sobre los diarios en la literatura y luego hablaré sobre el marco histórico en que se desarrolló esta obra y características de la autora.
En la segunda parte, Myriam hablará exclusivamente sobre el diario de Ana.
Entremos ahora en el tema.
¿Qué es un diario? Como la palabra lo indica, es un texto que se escribe diariamente o al menos con cierta regularidad y que, además, está pautado por la fecha y a veces hasta la hora y minutos.
Seguramente, muchos de los aquí presentes llevaron o siguen llevando un diario con distintos fines. Estamos hablando aquí del diario íntimo. Allí, quién escribe, filtra todo a través de su mirada personal, ya sea cuando se refiere a un paisaje o a alguna persona conocida. Todo se anota de acuerdo a cómo ve o como siente el “yo” del autor.
El diario íntimo se escribe sin orden ni concierto, y sería un caos, sino fuera porque ese aparente caos viene pautado por la organización que le dan las fechas que lo encabezan. Los diarios personales de muchos escritores se han publicado, después de su muerte, con el fin de conocer su vida y ahondar en su experiencia personal, tal es el caso de la escritora estadounidense, Anaïs Nin.
Existen también otros tipos de diarios que no son reales, que aparecen en obras literarias y que son solo un recurso empleado por sus autores para hacer más creíble la narración y darle más fuerza y verosimilitud. Hay muchos casos. Nombraremos a modo de ejemplo, por ser muy conocido, el libro Corazón de Edmundo D´Amicis.
Estos diarios imaginarios, a veces mezclados con el género espistolar, dan lugar a novelas. Por ejemplo: Frankestein de Mary Shelley o Drácula de Bram Stocker.
Hay otros diarios, los llamados “diarios de notas”, propios de escritores, en los cuales se registran momentos, impresiones, e ideas para futuros libros. Con el avance de la tecnología, esos diarios de notas pueden ser llevados en Internet, como por ejemplo lo está haciendo el español Pérez Reverte.
Hoy hablaremos sobre un diario real.
El diario de Ana Frank es un diario íntimo, llamado también de “crudeza” pues en él se recopilan experiencias que la autora ha debido enfrentar, sus miedos, temores, sueños, angustias… Verdaderas situaciones límite.
Veamos ahora, en breves pinceladas, quién fue la autora del diario que hoy comentaremos.
ANA FRANK Y SU ENTORNO.
El 12 de junio de 1929 nace Ana Frank, en Frankfurt sobre el Maine, Alemania, en el seno de una acomodada familia judía.
Habían pasado once años del final de la Primera Guerra Mundial y faltaban 10 años para que se iniciara la Segunda.
Nace pues, justo al medio de los dos conflictos bélicos que sacudieron el siglo XX.
En 1933, cuando Ana contaba sólo cuatro años de edad, Adolfo Hitler alcanzó prontamente el poder en Alemania.
La situación de los judíos de ese país se torna muy difícil. La familia Frank se muda entonces a Amsterdam, en Holanda, buscando una vida mejor.
En 1939, Ana tiene diez años cuando comienza la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente, el 10 de mayo de 1940, la invasión a los Países Bajos por parte de las tropas alemanas, trasladó a estos la discriminación y los problemas para la comunidad judía.
“Los judíos eran obligados a llevar una estrella amarilla y a ceder sus bicicletas. Se les prohibió subir a los tranvías, así como a conducir coches. Tenían que realizar sus compras en establecimientos exclusivos para ellos y en un tiempo máximo de dos horas por la tarde. No podían salir después de las ocho de la noche, participar en deportes públicos ni relacionarse con cristianos, etc.”
Ante esta situación el padre de Ana, Otto Frank, un hombre previsor habilitó en sus oficinas un “Anexo secreto”, al que se mudaron cuando la situación se hizo insostenible.
Allí se aislaron 8 personas, cuatro de la familia Frank (padres y dos hijas Margot y Ana), tres de la familia Van Pels (padres y un hijo, Peter, algo mayor que Ana) a los que ella, en el diario llama Van Daam y Fritz Pfeffer, al que ella menciona como Dussel.
La vida en cautiverio con muchas incomodidades hace que la convivencia se haga muy difícil.
Un ejemplo, sobre este tema lo encontramos en una anotación de Ana, el 11 de abril de 1944 (después de 21 meses de forzada cohabitación) donde  narra una discusión o enfrentamiento por un tema tan baladí, como el uso de un almohadón del señor Dussel, por parte de ella y Peter Van Daam.
VEAMOS AHORA LA SITUACIÓN DEL PAÍS
En 1944, luego de más de tres años de ocupación nazi, la situación de Holanda es caótica: Se hace cola para todo, hasta para comprar verduras. Los médicos no pueden visitar a los enfermos, porque si dejan sus vehículos solos se los roban. Niños de ocho a once años rompen los vidrios de las casas para robar lo que puedan. Nadie quiere dejar su casa sola por temor de que al volver haya sido robado. Cada día aparecen en los diarios avisos ofreciendo recompensas por la devolución de máquinas de escribir, alfombras persas, relojes eléctricos, etc.
Hay hambre, las raciones semanales no bastan para vivir dos días, lo único abundante es el café artificial.
Ante la perenne perspectiva de la invasión aliada, los alemanes capturan hombres que consideran aptos para enviarlos a trabajos forzados en su país.
El descontento contra las autoridades aumenta y se traduce en sabotaje contra las medidas que el gobierno, dirigido por los invasores, intenta imponer.
Todo el mundo se dedica al mercado negro. No hay chiquillo que no tenga algo que ofrecer. Los asaltos, los asesinatos y los robos son ya rutinarios.
Por suerte, comenta Ana, “muy pocos neerlandeses se han convertido en colaboradores” de las tropas de ocupación.(Anot. 29/III/44 y del 6/V/44, págs. 141 y 162)
LA IMPORTANCIA DE LA RADIO
Ana y su familia, aislados en su refugio, se aferran a aquello que los mantiene conectados a la vida del país, de ahí la importancia de la radio.
Dentro del Anexo secreto, las principales comunicaciones con el exterior son los fieles amigos no judíos que trabajaban para Otto Frank y con un sentido más amplio, la radio.
La radio, cuenta Ana, está conectada desde el amanecer y se escucha hasta las nueve o diez de la noche. (27/III/44)
El discurso de los domingos de Winston Churchill, es admirado por todos. Pero… al finalizar el discurso se entablan discusiones sobre cualquier detalle que pronto se transforma en querella y vuelve a reinar la discordia.
ALARMAS Y TEMORES
La situación de violencia que se vivía en el país los tenía preocupados. En dos oportunidades ladrones pretendieron entrar al edificio y rompieron la puerta de entrada. Esto les hizo temer que la policía fuera avisada por alguien, lo que podría traerles consecuencias funestas. Por eso los hombres debieron arriesgarse a abandonar el refugio y tratar de arreglar la puerta, para que ningún vecino notara que estaba rota.
El vivir escondidos -en la “clandestinidad” como lo llamaríamos ahora-, además del sacrificio de estar encerrados, del desgaste que significaba mantener una forzada convivencia, con los consabidos choques por diferencias de opiniones y diferentes formas de ser y de pensar, se suma un elemento atemorizante: el de ser descubiertos, aprehendidos y en este caso, ser conducidos hacia un campo de concentración, lugar de maltratos, torturas y de probable muerte.
LA CONDICIÓN DE LOS JUDÍOS
Ante una situación que puso en peligro la seguridad del Anexo, los señores Kraler y Hank, amigos de los confinados, quedaron muy preocupados y les hacen notar lo especial de su condición de escondidos y su categoría de judíos, encadenados a un solo lugar, sin ningún derecho y con mil obligaciones. Sobre esto Ana reflexiona en su diario, que ellos  no deben manifestar sus sentimientos, deben ser fuertes y valerosos, aceptar los inconvenientes sin protestar y conformarse con lo que puedan hacer, confiando en Dios. Finaliza con el siguiente pensamiento: “Seguramente llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás y no solamente judíos.” (11/IV/44, pág. 151)
EN QUÉ OCUPABA SU TIEMPO ANA
Ana era una gran lectora y además tenía un plan de estudios. A través de su diario, son frecuentes las referencias a estos temas. Estudiaba Historia, Idiomas, mitología. En una ocasión, cuenta, decide ensayar pasos de ballet. Sin embargo escribe en determinado momento:
“Muchas veces vago de una habitación a otra, subiendo y bajando las escaleras, como un pájaro cuyas alas han sido cortadas y que en total oscuridad se lanza golpeándose contra los barrotes de su estrecha jaula. Algo dentro de mí grita “quiero salir, quiero aire, quiero reír. Procuro no oír y me recuesto en un diván para que el sueño acorte el tiempo, el silencio y la terrible angustia; no me queda otra opción.”
LA RELACIÓN CON PETER VAN DAAM
Aún en las peores situaciones el ser humano busca amistad y amor. Así le sucede a Ana a los quince años, que decide hacerse amiga de Peter Van Daam, dos años mayor que ella. Así comienzan a aislarse para conversar y con el paso de los días la amistad se va transformando en atracción amorosa.
SU ACTITUD VALEROSA ANTE LA ADVERSIDAD
(3/V/44, pág 161) (¿Autorretrato?)
“A menudo me invade el abatimiento, pero nunca la desesperación. Considero nuestra estancia aquí como una aventura peligrosa, romántica e interesante al mismo tiempo. Me he propuesto llevar una vida distinta a la de las demás muchachas, y después, a las de las simples amas de casa.
Soy joven, muchas de mis cualidades aún dormitan, soy joven y lo suficientemente fuerte para vivir esta gran aventura; estoy metida en ella y no puedo perderme en lamentaciones. He sido favorecida con mi naturaleza expansiva, mi alegría y mi entereza. Cada día me siento crecer interiormente, siento la proximidad de la libertad, siento la belleza de la naturaleza, la bondad de cuantos me rodean. Me doy cuenta del interés de esta aventura. ¿Por qué habría, pues, desesperarme?”
Antes de finalizar y de que Myrian nos introduzca de lleno en la vida de Ana, volvamos al título de esta charla: “EL DIARIO DE ANA FRANK: UN DIARIO QUE TRASCIENDE LA LITERATURA”.
Hay acá una palabra clave: TRASCIENDE, algo que va más allá, que tiene alcances no esperados, que llega a perdurar.
Entonces, nos preguntamos: ¿qué tiene esta obra que la hace tan especial?
Sin lugar a dudas, su valor histórico y testimonial de un momento de la historia del siglo XX que la humanidad no debe olvidar. Años de oprobio y barbarie, en que millones de personas fueron perseguidas y masacradas. Millones. Sin embargo, bastan las palabras de una sola de las víctimas, el testimonio personal de una adolescente casi niña para que sus dificultades y sufrimientos se transfieran a esos millones que los padecieron y consigue que no sean olvidados; que los hombres reflexionen, y vislumbren que el diálogo, la tolerancia y el respeto, en lugar de la violencia y las guerras, son el único camino a seguir en cualquier tipo de relación humana.
Y todos aquellos que creemos en la dimensión espiritual, nos preguntamos, si el diario, ese regalo que recibió Ana dos meses antes de tener que ocultarse, fue fruto del azar o algo predestinado para que ella fuera la encargada de formular un testimonio a la humanidad sobre la crueldad y el odio que puede llegar a desarrollar una sociedad ante determinadas circunstancias.
Ahora sí finalizaremos, y lo hacemos con palabras de Eleanor Roosevelt que, conmovida después de leer el diario, definió mejor que nosotros el valor de esta obra.
Cito:
“Es uno de los libros más conmovedores que se hayan escrito, que me ha hecho reflexionar sobre el más grande mal que tiene la guerra: la degradación del espíritu humano y que esta jovencita, sencilla y talentosa, convirtió en un digno monumento no sólo a su espíritu exquisito, sino al de todos aquellos que han trabajado y están trabajando por la paz”.
Muchas gracias.
Marta Masares Ricci
FUENTES:
Acerca de los “diarios”: Varias fuentes literarias.
DIARIO DE ANA FRANK: 21ª edición de editorial “Debolsillo”, traducción de Diego Puls, Buenos Aires 2014
SEGUNDA PARTE (A cargo de Myriam Fernández Méndez)
“El Diario de Ana Frank”, es uno de los testimonios más conmovedores registrados en un diario de vida. Desgarrador y profundo, es el documento de una adolescente de trece años, que demuestra ser una escritora incipiente, mordaz, valiente en la crítica de su conducta y en la denuncia de la injusticia apocalíptica que transcurre con ferocidad durante el siglo XX.
Para comprender su significado hay que saber por qué y por quién fue escrito.
Los Frank, como otras familias judías alemanas, habían emigrado a Holanda en 1933, huyendo del antisemitismo. Se instalaron en Ámsterdam. A la llegada de los alemanes no pudieron abandonar el país y el lunes seis de julio de 1942, se refugiaron en el “anexo secreto”, ubicado en el mismo edificio donde se encontraba la oficina de Otto Frank. Hoy la casa es un museo.
En el mes de junio de l942, Ana la hija menor, había comenzado a escribir su Diario: “Espero poder confiártelo todo,/de un modo como no he/ podido hacerlo hasta ahora/ con nadie y espero que/ seas un gran apoyo para mí.” Ana Frank 12 de junio de 1942.
Dos días después continuaría: “El viernes desperté a las seis. Era mi cumpleaños…después de las siete fui al dormitorio de mis padres y con ellos al salón para encontrar y desenvolver mis regalos…A ti, mi diario, te vi en primer lugar, y sin duda fuiste mi mejor regalo.
“Enseguida vino Lies, mi amiga y partimos juntas a la escuela. Comencé siguiendo el ritual holandés de obsequiar golosinas a mis maestros y compañeros de clase y luego nos pusimos a trabajar.”
Luego el sábado 20 de junio de 1942 escribiría: “No he anotado nada durante un par de días, pues quise reflexionar sobre el significado y la finalidad de un diario de vida. Me causa una sensación extraña el hecho de comenzar a llevar un diario…Supongo que más adelante ni yo ni nadie tendrá interés en los exabruptos emocionales de una chiquilla de trece años. Pero eso en realidad poco importa. Tengo deseos de escribir y ante todo, quiero sacarme algún peso del corazón…Tengo mi hermana Margot tres años mayor que yo, padres amorosos, parientes, una linda casa y en realidad no me falta nada, salvo… ¡una amiga!…con el fin de exacerbar aún más en mí la idea de la amiga ausente, no anotaré solo hechos en mi diario,(…) sino que este diario mismo será mi amiga y esa amiga habrá de llamarse ¡KITTY!”
Este diario en forma de cuaderno con tapas de tela a cuadros color naranja y canela ya era su gran confidente. Así lo testimonia:
“Después de 1940 terminaron los buenos tiempos. Primero vino la guerra, luego la rendición, enseguida la entrada de los alemanes a Holanda y así comenzó la miseria. Un decreto dictatorial siguió a otro y los judíos se vieron especialmente afectados. Tuvieron que llevar una estrella amarilla en su vestimenta, entregar sus bicicletas y ya no podían viajar en tranvía, ni automóviles. Sólo podían hacer compras entre las 3 y 5 de la tarde en tiendas judías. No podían salir de sus casas después de la 8 de la noche; tenían vedados los teatros y los cines, así como cualquier otro lugar de entretenimiento público. Se les prohibieron todos los deportes y visitar a sus amigos cristianos.”
Miércoles 24 de junio de 1942
¡Qué calor! Todos nos sentimos sofocados y con esta temperatura debo ir caminando a todas partes. Recién ahora empiezo a comprender qué cosa tan maravillosa es un tranvía, pero a nosotros, los judíos, ese placer ya no nos está permitido. Tenemos que valernos de nuestras piernas como único medio de locomoción. Sólo se nos permite utilizar la balsa para atravesar el canal y eso es todo. Hay una barquita en el Muelle Joseph Israels, que hace el servicio. El barquero accedió de inmediato a transportarnos. ¡No es culpa de los holandeses que los judíos soportemos tantas penurias! Y que nuestra vida se encuentre sometida a todo tipo de presiones.
Miércoles 8 de Julio de 1942. De pronto Margot apareció por la puerta de la cocina visiblemente turbada.-Papá ha recibido una citación de la SS- cuchicheó. Yo estaba aterrada, todo el mundo sabe qué significa una citación, imaginé los campos de concentración, las celdas solitarias.
-Naturalmente, no se presentará- dijo Margot. Ocultarse….¿Adónde iríamos a ocultarnos?. Papá al hablarnos de clandestinidad, sin duda hacía alusión a esta eventualidad.
A las siete y media, cerramos la puerta de nuestra casa. El único ser viviente al que pude decir adiós fue mi gato… Teníamos que irnos, salir de allí, partir hacia un lugar seguro. Lo demás no contaba ya para nosotros.
Jueves 9 de Julio de l942. Nos pusimos en camino bajo una lluvia tupida, papá y mamá llevando cada cual una bolsa de provisiones llena de toda clase de cosas colocadas de cualquier modo, y yo con mi bolso repleto a reventar. Las personas que se dirigían a su trabajo nos miraban compasivamente, sus rostros expresaban el pesar de no poder ofrecernos un medio de transporte cualquiera, nuestra estrella amarilla era lo bastante elocuente. El escondite estaba en el inmueble de las oficinas de papá (…)
El personal no era numeroso: los señores Kraler y Koophuis, luego Miep que es nuestra gran amiga, lo mismo que Henk, su esposo y por último Elli Vossen, la taquidactilógrafa de veintitrés años.
Viernes 10 de Julio de 1942 “Nuestro anexo es ideal como refugio. Aunque se inclina para un lado y es húmedo, no se encontraría un escondite tan cómodo en el resto de Ámsterdam y quizás en toda Holanda. (…) Tan pronto como llegamos a la casa, Miep nos hizo subir al anexo, cerró la puerta detrás de nosotros y quedamos solos. No te imaginas cuán opresivo resulta el hecho de no poder salir nunca y tengo muchísimo miedo de que seamos descubiertos y fusilados”.
Dos días después el señor y la señora Van Daan junto a su hijo Peter de dieciséis años se refugian en el anexo secreto. Un tiempo después el dentista Dussell, un hombre cincuentón será el último en arribar al escondite y con quién Ana deberá compartir su habitación.
Un año después: domingo 13 de junio de 1943. Para mi cumpleaños papá me ha escrito una poesía. Además he sido muy obsequiada; tres bonitos regalos; entre ellos un grueso libro sobre mi tema preferido: Mitología de Grecia y Roma. En realidad me han honrado demasiado, dadas las circunstancias y he recibido más de lo que merecía.
Viernes 23 de Julio de 1943. Quiero contarte lo que cada uno de nosotros desea hacer en primer lugar, al salir de aquí. Lo que más agradaría a Margot y al señor Van Daan es meterse hasta la barbilla en un baño muy caliente y quedarse en él por lo menos media hora. La señora Van Daan, antes que cualquier otra cosa saborearía unas golosinas. Dussel no puede pensar más que en Lotte, su mujercita. Mamá en una taza de café. Papá en visitar al señor Vossen. Peter en ir al cine. Y yo me sentiría extasiada al punto de que no sabría por dónde empezar.
Lo que más deseo es estar en mi casa, poder circular libremente, moverme, y, en fin, ser dirigida en mis estudios, es decir, volver a la escuela.
Querida Kitty: Hace más de un año que te cuento muchas cosas sobre el anexo, sin embargo, nunca llegaré a darte de él una idea perfecta. Hay tantos detalles que una se pierde y existe una diferencia muy grande entre la vida que llevamos y la de las personas corrientes bajo circunstancias normales.
Lunes 8 de noviembre de 1943. (…) Miep nos dice a menudo que nos envidia, porque todo es tan tranquilo aquí. Hay quizás en ello algo de verdad, pero Miep olvida nuestras angustias diarias. Ya no concibo siquiera que el mundo pueda volver a ser normal para nosotros. Cuando se me ocurre hablar de “posguerra” es para mí algo así como un castillo en el aire, una cosa que nunca se realizará. Nuestra casa de antes, las amigas, las bromas en la escuela… pienso en todo eso como si hubiera sido vivido por otra persona que no fuera yo misma.
Nos veo, a los ocho del anexo, como si fuéramos un trozo de cielo azul rodeado poco a poco por nubes sombrías, pesadas y amenazantes.
El claro, este islote que nos mantiene aún a salvo, se achica constantemente por la presión de las nubes que nos separan todavía del peligro, cada vez más cercano.
Las tinieblas y el peligro se estrechan a nuestro alrededor; buscamos un escape y, por la desesperación, chocamos los unos contra los otros.
Todos miramos hacia abajo, allá donde los hombres luchan entre sí, o miramos a lo alto, allí donde solo estamos separados por la masa de tinieblas que nos cierra el paso como un muro impenetrable que está a punto de aplastarnos, pero que aún no es bastante poderoso.
Con todas mis fuerzas, suplico e imploro: ¡”Círculo, círculo, ensánchate y ábrete ante nosotros”!
En ocasiones Ana da la impresión de ser consciente de estar escribiendo algo singular. Por ejemplo: Los escondidos se hallan reunidos alrededor de la radio escuchando con avidez las transmisiones que llegan desde Inglaterra, para conocer el avance de los aliados; un ministro holandés anuncia que, una vez ganada la guerra y recuperada la libertad, el gobierno publicará los escritos que testimonien el amargo trance que ha significado para Holanda la ocupación nazi. Naturalmente todos miran hacia Ana, la imagen de ella escribiendo debía ser muy fuerte para el grupo, pues sabían que estaba expresando allí lo que sucedía con cada uno de ellos.
Transcurre otro año:
Martes 13 de Junio de 1944. Querida Kitty: Mi cumpleaños ha pasado de nuevo. Tengo pues quince años. Es posible que la nostalgia del aire libre, después de estar privada de él por tanto tiempo hace que añore más que nunca la naturaleza. Recuerdo todavía un cielo azul deslumbrante, el canto de los pájaros, el claro de luna, las plantas y las flores. Aquí he cambiado. Mi gozo se desvanece, pues la naturaleza es la única cosa que no tolera ser deformada.. Ya sabes desde hace tiempo cuál es mi mayor anhelo: llegar un día a ser periodista y más tarde escritora célebre. ¿Seré capaz de concretar mi ambición? (…)
En todo caso después de la guerra querría publicar una novela sobre el anexo. No sé si lo conseguiré, pero mi diario me servirá de documento. Además del anexo, se me han ocurrido otros temas. Dos años en la vida de una adolescente son una gran cantidad de tiempo, de cambios hormonales, el cerebro está más activo y con más capacidad de aprender. Durante esos dos años Ana había leído horas enteras, había estudiado lenguas y mitología griega y sobre todo, había escrito tanto que a esa altura era maestra de su propio estilo, y lo hace hasta el martes 1 de agosto de 1944, donde dice entre otras cosas: “Dentro de mí, “Ana la pura” me señala el camino; exteriormente, sólo soy una cabrita desprendida de su cuerda, alocada y petulante. Ya no puedo soportarlo: cuando se ocupan demasiado de mí, primero me vuelvo áspera, luego triste, revertiendo mi corazón una vez más con el fin de mostrar la parte mala y ocultar la parte buena, y sigo buscando la manera de llegar a ser la que tanto querría ser, lo que yo sería capaz de ser, si… no hubiera otras personas en el mundo.”
Cada testimonio parece intermediar entre dos mundos (conceptual y emocional) que por momentos se entremezclan y dan vida a una versión que traspasó las fronteras del tiempo y aún hoy nos conmueve.
Quizás uno de los grandes hallazgos del Diario de Ana Frank es que está escrito dirigido a un tú, en lugar del yo gigantesco que planea en los diarios íntimos comunes. Ese tú es clave para generar esa gran empatía del lector hacia la narradora y personaje. Quizás Kitty es el público inmenso que ha venido leyendo el Diario durante décadas, un público de lectores que Ana de algún modo presintió.
La llamada “policía verde” holandesa penetró en el “anexo secreto” el 4 de agosto y arrestó a todos los allí ocultos.
Fueron internados en el campo de concentración para holandeses, más tarde llevados a Auschwitz en Polonia. El Diario fue encontrado en el refugio por las amigas Miep y Elli junto a doce relatos y una novela inconclusa , todos escritos por Ana en holandés.
Ella murió de tifus en el campo de exterminio de Bergen-Belsen en marzo de 1945, dos meses antes de la liberación de Holanda por las fuerzas aliadas.
Será su padre OTTO Frank, el único sobreviviente de la familia quien publicará El Diario, en alemán, en el año 1954.
Cuando éste recibió de manos de Miep los papeles de Ana (una vez que confirmó que su hija ya no volvería de los campos de la muerte) leyó encerrado durante horas el Diario, pidió que nadie lo interrumpiera, y una vez terminada la lectura explicitó que él no sabía quién era verdaderamente su hija: Ana para el padre había sido hasta entonces una desconocida.
¿Habrá alguna vez una traducción e interpretación definitiva?
Una versión eclosiona a otra y ésta a su vez dará vida a otras como intento de aproximación al texto original, para trasladar a nuestro mundo sensible el testimonio de una adolescente desarraigada que como tantos laureados escritores literarios nos muestra su propia historia.
Ana Frank no llegó a cumplir dieciséis años, pero su presencia profundamente humana nos ha quedado en las conmovedoras confidencias por ella escritas.-
Para finalizar cito:
“Quiero seguir viviendo, aun después de mi muerte. Por eso le estoy agradecida a Dios, que desde mi nacimiento, me dio una posibilidad: la de desarrollarme y escribir, es decir la de expresar todo cuanto acontece en mí”. Ana Frank, martes 4 de abril de l944.
Myriam Fernández Méndez
Las fuentes consultadas fueron varias, en especial:
-“ANA FRANK: La creación de una obra maestra” de FRANCINE PROSE
-“Nueva investigación sobre Ana Frank-La desconocida más famosa del mundo”. Texto de Andrea Blanqué publicado en el Cultural de El País, Montevideo, 16 de agosto de 2013
-EL DIARIO DE ANA FRANK: traducción de Martín Bruggendieck , Colección Moby Dick, Santiago de Chile, Abril 1984.
LAS AUTORAS:
(*)Marta Masares Ricci.
Docente, nacida en Fray Bentos. Gestora Cultural. Concurrió al Instituto Nacional de Bellas Artes. Escribe narrativa breve. Ha publicado muchas obras en libros compartidos del Taller Odiseo, al que concurre y libros de los Encuentros Internacionales organizados por la Asociación de las Dos Orillas, de la cual fue directiva. Ha obtenido varios premios en concursos organizados por los Clubes de Leones del Uruguay y en su ciudad natal. Es socia del Ateneo de Montevideo e integrante de AUDE, donde ha ocupado puestos directivos y actualmente es la Pro Secretaria. Ha dictado varias conferencias en Montevideo y Punta del Este.
(**)Myriam Fernández Méndez
Montevideana, escribe narrativa breve y ha publicado en numerosos libros compartidos del Taller Odiseo, al que concurre y de los Encuentros Internacionales de Escritores, realizados en Montevideo y Punta de Este por la Asociación de las Dos Orillas, de la cual fue directiva. Tiene dos libros propios publicados: “Lo mejor de mí” y “En busca del Camino”. Ha dictado conferencias en Montevideo y Punta del Este. Es integrante de AUDE, donde ha ocupado puestos directivos, ejerce actualmente la titularidad de la Secretaría.