AMIA: La herida que no cicatriza

17/Jul/2014

Lic. Rafael Winter

AMIA: La herida que no cicatriza

El día lunes 18 de julio
del año 1994 cambió la historia de la comunidad judía argentina.
El atentado terrorista a
la AMIA marcó un antes y un después.
Hubo tragedias
anteriores. Por ejemplo el atentado contra la Embajada de Israel de marzo de
1992 (el cual por haber quedado prácticamente impune favoreció sin duda el
posterior contra la AMIA.)
Un terreno poco
favorable.
Los judíos argentinos
“aprendieron” a convivir con el prejuicio contra ellos desde hacía
mucho tiempo atrás. Quizás debemos remontarnos al año 1919, cuando en el mes de
enero tuvo lugar la así llamada “Semana Trágica”, en la cual si bien
el origen de la misma no está directamente vinculado al antisemitismo, tuvo
finalmente un componente antisemita con una cantidad considerable de víctimas
judías entre el total de las mismas.
De 1919 a 1994 la vida de
los judíos argentinos nunca fue sencilla en cuanto a su relación con el entorno
se refiere. La Argentina nacionalista, católica y militar no favoreció-por
decirlo de manera eufemística-la mejor integración y cabida de los judíos
argentinos dentro de la sociedad, y esos tres “ingredientes”
(nacionalista, católico y militar) han tenido mucho que ver con el
antisemitismo en aquel país. Pero incluso gobiernos democráticos tampoco
mejoraron demasiado el panorama en cuanto a los prejuicios existentes.
Varios acontecimientos
puntuales marcaron momentos culminantes, críticos -el caso Eichman, por
ejemplo-en los cuales el antisemitismo llegó a picos considerables.
La época de la dictadura
militar (1976-1983) fue seguramente la más trágica en ese sentido.
De todos modos y con el
trasfondo anterior, el atentado a la AMIA es evidentemente el acontecimiento puntual más crítico,
traumático, en la historia del judaísmo argentino.
Por las 85 víctimas. Por
lo emblemático de la AMIA, la institución central en la vida de los judios
argentinos. Por las consecuencias, varias de las cuales se sienten incluso
fuera de la Argentina hasta hoy.
El atentado a la AMIA
ocurrió en suelo argentino.
¿Fue, podría decirse, un atentado
anti argentino? Debería, debe doler a toda la nación argentina.
Pero obviamente fue en
primer lugar y por sobre todo un atentado antisemita. Nunca debidamente
esclarecido. ¿Porque no se pudo o porque no se quiso? La sensación-si no la casi
certeza-apunta más a esto último.
Un atentado que, en lugar
de unir más a la comunidad, con el paso
del tiempo la terminó dividiendo. Además de otros factores de discordia. Al día
de hoy y desde hace tiempo, la causa AMIA lamentablemente divide a la comunidad
judía argentina.
Fue el peor atentado
-ocurrido contra objetivos judíos en la diáspora – luego de la Segunda Guerra
Mundial. Repercutió en todo el mundo judío en general y por razones obvias, de
cercanía, en la comunidad judía uruguaya en particular. Las consecuencias del
atentado se perciben hasta hoy, por sobre todo en cuanto a la comprensible
obsesión relativa al tema “seguridad”.
Pasados ya 20 años del
horror, lo que queda por sobre todo es recordar, seguir exigiendo justicia para
las víctimas y educar. Aunque nada de esto garantiza que las
tragedias no vuelvan a ocurrir.
Concluimos con el
fragmento final de la Oración continental escrita hace algunos años en homenaje
a las víctimas de la AMIA: “Justicia, justicia perseguirás.” Así ordena
nuestro texto sagrado. Por eso hoy debemos todos reafirmar nuestro compromiso y
no permitir que la bomba del olvido y la impunidad estalle entre nosotros. No
olvidemos ni permitamos que olviden, no seamos pasivos frente a la impunidad.
Este es un mensaje de los jóvenes, pero no es solo para ellos, es un mensaje
que debe recorrer el mundo de un extremo a otro, debe inspirarnos para que no
perdamos la fuerza y las ganas de cambiar el mundo, para hacer de él un lugar
más justo para todos en donde reine la paz y la justicia”
Lic.Rafael Winter (Rufo)