63 años del Plan de Partición

30/Nov/2010

Lic. Rafael Winter (Rufo)

63 años del Plan de Partición

29/11/1947
Por Lic. Rafael Winter (Rufo)
El 29 de noviembre se ha cumplido un nuevo aniversario de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la cual se aprobaba la así denominada “Partición de Palestina”. Dicha resolución trajo como consecuencia a los pocos meses, el nacimiento del Estado de Israel.
Es importante recordar como se llega al 29 de noviembre.
Gran Bretaña, a quién en 1922 la Sociedad de Naciones otorga el mandato sobre Palestina, llega en 1947 a la conclusión, tardía pero real, que se encontraba atrapada en un conflicto sin salida, entre aspiraciones aparentemente irreconciliables. Los tiempos de la Declaración Balfour (1917) y las promesas inherentes a la misma, habían, en cierta medida, quedado atrás.
Año 1947. Gran Bretaña decide enviar la “Cuestión de Palestina” a las Naciones Unidas. La entrada en escena de la ONU se formaliza a fines de abril. Se crea una Comisión encargada de estudiar el tema y proponer soluciones. La misma, conocida como la UNSCOP (sigla inglesa que traducida quiere decir “Comité especial de las Naciones Unidas para Palestina”) estará integrada por once países miembros, entre los cuales tres latinoamericanos: Perú, Guatemala y Uruguay. Particularmente los dos últimos habrían de tener un decisivo papel en este tema.
La Comisión tendría amplia potestades entre las cuales “averiguar y registrar los hechos e investigar todos los puntos y cuestiones relativos al problema de Palestina”. El testimonio del delegado guatemalteco Jorge García Granados, en su libro “Así nació Israel”, es muy ilustrativo al respecto.
Es de señalar que en aquellos tiempos no tan lejanos, el nombre “Palestina” era comprendido por una amplia mayoría – tanto amigos como enemigos – como la “tierra perteneciente al pueblo de Israel”.
Cuando había quienes – y no precisamente de manera muy amistosa – decían “judíos a Palestina”, lo que hacían era reconocer implícita y explícitamente que los judíos tenían derecho a ese país, que esa era su tierra, su lugar. Hoy han cambiado los tiempos, habiendo muchos que, de manera poco amistosa también, dicen lo contrario: “judíos, váyanse de Palestina”.
La Comisión de la UNSCOP tenía plazo hasta el 1º de setiembre de 1947 para presentar sus recomendaciones. Obviamente el Mandato Británico debía finalizar. A continuación debía venir un período de transición.
La mayoría de los países de la Comisión, entre los cuales se encontraba nuestro Uruguay – concientes de la realidad que el país por más pequeño que fuese, estaba habitado por dos pueblos – propone la división del mismo en dos estados: uno árabe y otro judío. Con un régimen internacional sobre Jerusalem. El Plan de Partición de la UNSCOP, recibe correcciones y modificaciones  hasta lograr su forma definitiva.
Finalmente el sábado 29 de noviembre de 1947 en Lake Success – en las afueras de Nueva York – la Asamblea General de las Naciones Unidas somete a votación el Plan de Partición. 33 países votan a favor, Uruguay entre ellos; 13 lo hacen en contra; 10 países se abstienen. Se obtiene la mayoría de 2/3, necesaria para la aprobación del plan. Esta fue la resolución 181.
En este contexto no está demás recordar que en cuanto a los Estados Unidos, si bien el Presidente Truman era favorable a la partición, las vacilaciones de la diplomacia norteamericana se mantuvieron prácticamente hasta el final. A pesar de todo Estados Unidos votó a favor.
Por otra parte la Unión Soviética apoyó e influyó en gran medida – por un cúmulo de razones que exceden el marco de este artículo – desde los inicios del proceso. Paradoja: al tiempo que fronteras adentro practicaba una política hostil a los judíos, su diplomacia, por el contrario, apoya notoriamente el Plan de Partición, el cual, reiteramos, implicaba la creación de un Estado judío y otro árabe. Los discursos de delegados soviéticos, como por ejemplo los de Andrei Gromyko son sumamente ilustrativos y contundentes respeto de la posición soviética y la cuestión Palestina.
Conclusiones:
-La ONU comprobó acertadamente que en el territorio denominado “Palestina” (Eretz Israel, la tierra de Israel para el pueblo judío) había dos pueblos. Era una realidad. Cada uno de ellos debía de tener su propio estado.
-El movimiento sionista y su liderazgo actuaron con realismo y, salvo algunos sectores maximalistas, la resolución 181 fue aceptada por él. Lo que implicaba la aceptación y reconocimiento del Estado árabe-palestino junto al Estado hebreo. Fueron los países árabes y los árabes palestinos – carentes de visión y de un liderazgo realista, apostando al todo o nada – quienes rechazaron la resolución. Este rechazo, que de todos modos no era nuevo, será la clave de las confrontaciones y conflictos posteriores. En buena medida, dicho rechazo dura hasta hoy y constituye el motivo central de la duración del conflicto.
La guerra de liberación del año 1948, no provocada por Israel, trajo sin duda cambios, al mapa original establecido en la resolución 181.
Hoy, en realidad desde hace tiempo, el mundo vuelve a hablar de “dos estados para dos pueblos”. Israel, a nivel de buena parte de su población y gobernantes lo tiene asumido.
-Es cierto que la resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas será el punto de partida del nacimiento del Estado de Israel. También es cierto que dicha resolución tiene un relevante valor moral, político y jurídico. Pero debe quedar claro que el derecho del pueblo judío a esta tierra (o a parte de la misma) excede a dicha resolución y es milenariamente anterior. Lo expresa la Declaración de Independencia de Israel formulada por David Ben Gurion al decir entre otros conceptos: “La tierra de Israel fue la cuna del pueblo judío. Allí se forjó su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales…”
-En la aprobación de la resolución 181 (plan de partición) y durante el proceso previo, la gestión del Uruguay fue preponderante. Dicha gestión se personifica en el dignísimo representante que fue el profesor Enrique Rodriguez Fabregat. Pero también debemos recordar – estaban en el “equipo” – al historiador Oscar Secco Ellauri, a Héctor Paysse Reyes y otras personalidades quienes, más bien desde el anonimato, jugaron su papel. Seguramente, todos ellos fueron consecuentes con la política de la diplomacia uruguaya y la orientación gubernamental de los presidentes Tomas Berreta primero y Luis Batlle Berres después. Pero el apoyo uruguayo al Plan de Partición fue, en términos generales, más allá del gobierno de turno, siendo el fiel reflejo de una amplia mayoría de los partidos políticos y de la población uruguaya de aquellos años.