2 de marzo: aniversario de Sholem Aleijem, el escritor yiddish universal

04/Mar/2024

De autor anónimo

 

Hace 165 años nacía Scholem Aleijem, el escritor yiddish más universal. Para muchos o casi todos su obra más conocida es El violinista en el tejado. A partir de 1883, produjo más de cuarenta volúmenes en yiddish, hasta convertirse en la principal figura de la literatura yiddish en 1890.

Sholem Aleijem (2 de marzo de 1859 – 13 de mayo de 1916) fue un popular humorista y escritor judío ruso de literatura en yiddish, incluyendo novelas, cuentos, y obras de teatro. Promovió a varios escritores en yiddish, y fue el primero en escribir historias infantiles en yiddish.

Sus obras han sido ampliamente traducidas. El musical “El violinista en el tejado” (1964), basado en las historias de Sholem Aleijem sobre el personaje de Tevye el lechero, fue la primera obra de teatro comercialmente exitosa que trató sobre la vida de un trabajador judío de la Europa del Este.

Nacido como Sholem Yakov Rabinovitsh o Rabinowitz (ru: Рабино́вич) en el seno de una familia judía pobre en Pereiaslav (cerca de Kiev), Ucrania. La madre de Sholem murió cuando él tenía trece años. Su primer escrito fue el listado alfabético de los epítetos usados por su madrastra. A la edad de quince años, inspirado en Robinson Crusoe, compuso su propia versión judía de la famosa novela y decidió dedicarse de lleno a la escritura. Adoptó el seudónimo Sholem Aleijem, derivado de un saludo que significa “la paz esté con ustedes”.

Después de terminar la escuela en Pereiaslav en 1976, con excelentes calificaciones, dejó su hogar en busca de trabajo.

Durante tres años enseñó a la hija de un adinerado comerciante, Olga Loev, quien se convirtió en su esposa el 12 de mayo de 1883. Tuvieron seis hijos, incluidos el pintor Norman Raeben y la escritora en yídis Lyalya (Lili) Kaufman. La hija de Lyalya, Bel Kaufman, es una escritora estadounidense, autora del libro Up the Down Staircase.

En un principio, Sholem Aleijem escribió en ruso y hebreo. A partir de 1883, produjo más de cuarenta volúmenes en yiddish, hasta convertirse en la principal figura de la literatura yiddish en 1890. La mayor parte de los escritores judíos rusos escribían en hebreo, el idioma de la liturgia, que era usado exclusivamente por los judíos instruidos. Sholem Aleijem escribió en yiddish, una lengua oral algunas veces mal llamada “jerga”.

Además de su prodigiosa producción de literatura yíddish, también utilizó su fortuna personal para apoyar a escritores en esta lengua. Entre 1888 y 1889, publicó dos ediciones de un almanaque, Die Yiddishe Folksbibliotek (“La Biblioteca Yiddish Pupoular”), que le dio una importante exposición a muchos jóvenes escritores yiddish . En 1890, Aleichem perdió toda su fortuna en una especulación de la bolsa de valores, y no pudo hacerse cargo de la tercera edición del almanaque, la que ya se había editado pero no se siguió imprimiendo. En los años siguientes, mientras continuaba escribiendo en yiddish, también escribió en ruso para un periódico en Odesa y para Vosjod, la publicación rusa judía más importante de la época, y en hebreo para Hamelitz y para la antología editada por Y.H. Ravnitzky. Fue durante esta época cuando Aleijem contrajo tuberculosis.

Después de 1891 Sholem Aleijem vivió en Odesa, y luego en Kiev. En 1905, emigró con su familia, hacia el sur de Rusia. Originalmente, Aleijem vivió en Nueva York, mientras el resto de su familia quedó en Ginebra, Suiza. Sin embargo, pronto descubrió que su sueldo era muy limitado para mantener dos hogares, y volvió a Ginebra. A pesar de su gran popularidad, muchos de los trabajos de Aleijem nunca le generaron muchas ganancias, y se vio obligado a hacer una exhaustiva gira para poder ganar suficiente dinero para ayudar a su familia y mantenerse.

En julio de 1908, mientras estaba en una gira de lectura en Rusia, se desmayó en el tren camino a Baranowicz. Le diagnosticaron una recaída de tuberculosis hemorrágica aguda y pasó dos meses convaleciente en el hospital de la ciudad. Posteriormente se refería al accidente como “una cita con su majestad, el Ángel de la Muerte, cara a cara”, y fue el hecho fundamental que desencadenó la escritura de su autobiografía Funm.