110 años del nacimiento de Raoul Wallenberg, Justo entre las Naciones

04/Ago/2022

Por Adrián Epstein, de CCIU

Por Adrián Epstein, de CCIU

El 4 de agosto de 1912 nacía en Lidingo (Suecia), Raoul Wallenberg, diplomático miembro de una histórica familia sueca. En los últimos momentos de la 2ª Guerra Mundial, trabajó sin descanso para salvar la vida de miles de judíos húngaros de la Shoá. Desaparecido en la URSS en 1947, en el 1963 fue declarado “Justo entre las Naciones”. En Uruguay se lo recuerda con una plaza en el Parque Batlle y Ordóñez de Montevideo y con el nombre del Liceo Nº 53 en la zona de Brazo Oriental.

En julio de 1944 Wallenberg uso su estatus diplomático entregando pasaportes protegidos a judíos húngaros, que los identificaba como ciudadanos suecos aguardando la repatriación.

Según la Fundación Raoul Wallenberg, se entregaron alrededor de 15000 de estos certificados.

Un testigo de la labor del sueco contó a la BBC cómo en una ocasión, el diplomático interceptó un tren lleno de judíos a punto de salir de Budapest para Auschwitz. “Se subió al techo del tren, llevando un paquete de pasaportes y empezó a entregarlos a manos extendidas con impaciencia por las puertas abiertas”, dijo, para que se bajaran y se salvaran de “un viaje de horror y muerte”. (“Los misterios del caso de Raoul Wallenberg, el “Schindler” sueco que desapareció sin dejar rastro al final de la Segunda Guerra Mundial”, BBC Mundo, 2 de noviembre de 2016)

Fue reconocido como “Justo entre las Naciones” por la organización Yad Vashem por haber salvado la vida de miles de judíos de Hungría. La distinción se entrega a todos los no judíos que durante la época de la Shoá han corrido riesgos para lograr salvar la vida de judíos que estaban en los campos de concentración o en camino a ellos.

Escribía Luciano Álvarez en 2010 en El País: “pocos hubiesen imaginado que Raoul Wallenberg, un joven aristócrata de apenas treinta y un años, que había desarrollado una notable carrera en el mundo del comercio, pudiera ser el hombre indicado para aquella misión imposible.” (Artículo “Raoul Wallenberg, el prisionero nº 7, El País, 6 de setiembre de 2010)).

Abandonó una vida cómoda y promisoria en Suecia para irse a Budapest, a ayudar y a salvar, a riesgo de su propia vida al prójimo en peligro, sin pensar en recompensa ni beneficio alguno. Impulsado solamente por un deber humanitario y moral.

Es considerado “un héroe sin tumba”, ya que fue detenido por el ejército soviético en 1945 (sospechaban que era un espía que trabajaba para Estados Unidos); en 1956 las autoridades soviéticas informaban que había muerto en 1947 en la prisión de Lubyanka, versión que sus familiares no dieron como válida. Siguieron buscando e investigando pero la respuesta oficial soviética fue siempre la misma.